Elaboran mapas de riesgo para prevenir enfermedades transmitidas por mosquitos en Córdoba

Es un trabajo conjunto que llevan adelante científicos del Instituto Gulich y la Conae, junto con el Ministerio de Salud de Córdoba, en la capital provincial. Aprovecha información satelital para evaluar las condiciones macroambientales que favorecen la proliferación de estos insectos. Con esos datos, más los relevados en el propio terreno, se genera una cartografía de las áreas donde existe mayor probabilidad de desarrollo del vector transmisor de enfermedades como el zika, dengue y chikungunya. [30.05.2018]

Por Lucas Gianre
Redactor UNCiencia
Secretaría de Ciencia y Tecnología – UNC
lgianre@unc.edu.ar@unc.edu.ar

El uso de mapas satelitales se convirtió en una herramienta clave en el siglo XXI. Su aplicación en la prevención de enfermedades transmitidas por vectores como los mosquitos, es uno de los ámbitos en donde más se explotan los datos recabados por sensores remotos, como los satélites y los radares.

Córdoba, particularmente, reúne a dos de las instituciones nacionales más importantes en este ámbito: la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), con sede en Falda de Carmen, y el Instituto “Mario Gulich” (UNC-Conae).

A fines de 2016, Conae y Gulich, junto con el Ministerio de Salud de la provincia de Córdoba, comenzaron a desarrollar mapas de riesgo de la capital, para identificar las zonas en donde existe mayor riesgo de que se produzcan enfermedades transmitidas por mosquitos.

Los mapas de riesgo satelitales se producen a partir de capas. Es como una “lasaña”, donde cada una de las capas aporta un determinado tipo de información, lo que permite identificar espacial y temporalmente factores de riesgo, y establecer relaciones, para realizar finalmente predicciones.

La cartografía se actualiza cada 30 días, e incorpora datos relevados en el campo, junto a información de variables ambientales relacionadas con los brotes de enfermedades arbovirales (es decir, las que generan los virus transmitidos por artrópodos), haciendo foco en el mosquito aedes aegypti, responsable de los brotes de zika, dengue y chikungunya, entre otros.

Para el diseño del trabajo de campo, se dividió al ejido urbano de la ciudad de Córdoba en cinco zonas: centro, sudeste, sudoeste, noreste y noroeste. En cada una, se toman datos de los “índices aédicos”, algunos de ellos obtenidos en colaboración con el Centro de Entomología de la UNC.

Primeros datos

Para construir los mapas, la información registrada a campo se relacionó con variables macroambientales, medidas a través de satélites: la distancia a redes de agua potable, la temperatura de la tierra, la vegetación, entre otras.

Los resultados de este trabajo, que se encuentra en una instancia preliminar, permitieron la construcción de cinco mapas de probabilidad (de octubre de 2016 a febrero de 2017) que sirven para hacer predicciones en el espacio y eventualmente en el tiempo, es decir, intentan generar información sobre dónde y cuándo habrá más posibilidades de que se desarrolle el vector transmisor de enfermedades en la ciudad de Córdoba.

Como es previsible, los mapas muestran cómo en el mes octubre se encuentran valores medios de probabilidad de presencia del mosquito, mientras que estos casi se duplican cuando avanza el verano. Adicionalmente, en estos mapas puede apreciarse cómo la zona céntrica tiene valores más bajos, debido a que posee menos vegetación y, en general, menos condiciones propicias para el desarrollo del mosquito.

Sin embargo, en las zonas residenciales aumentan los riesgos y, para diciembre, las probabilidades son homogéneas en todos los extremos de la ciudad. No obstante, el trabajo científico puntualiza que enero y febrero representan una época de mucho riesgo para la zona noreste de la ciudad.

Para qué sirve la información espacial

Aunque gran parte de la biología de estos mosquitos y su relación con variables ambientales es conocida, estas últimas no siempre pueden ser monitoreadas “a campo” de manera sistemática y continua en todos los puntos.

Es allí donde el uso de la información provista por satélites permite orientar mejor las acciones que se realizan en el terreno, como por ejemplo las campañas de promoción en ciertas zonas de la ciudad. Y, a medida que se va acumulando la información científica, es posible lograr mayor precisión en las zonas, así como conocer las épocas de mayor probabilidad de surgimiento del vector.

Laura López, una de las autoras del trabajo y miembro del Área de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba, explica: “Pretendemos que estos mapas –que todavía están siendo ajustados– aporten evidencias para la toma de decisiones en las campañas de prevención, control de mosquitos y mitigación del impacto de enfermedades en casos de brote”.

López también señala que está previsto incorporar más información a los mapas de riesgo, la cual será tomada de los datos de campo que se están generando regularmente.

Por su parte, Marcelo Scavuzzo, –otro de los autores del trabajo,  docente investigador de la UNC y de la Conae–, completa: “Como los satélites no pueden ver el mosquito, entonces tenemos que generar información útil que nos permita acercarnos al problema desde el espacio, y así poder describir lo mejor posible, a partir de información de la que disponemos en forma gratuita, continua y reproducible en cualquier ciudad, lo que ya sabemos a microescala. Así, las imágenes de satélites y los mapas generados a partir de estas, nos aportan información estadística a nivel macro en el espacio y el tiempo”.

Con una metodología similar a la que se aplica para este trabajo, el equipo del Instituto Gulich, junto con el Ministerio de Salud de la Nación, realizó años atrás un mapa del dengue a escala nacional (Ver acá). Desde entonces, se comenzó a trabajar y focalizar los mapas en ciudades y regiones más pequeñas.

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