Argentina necesita un proyecto de país donde la ciencia y la tecnología tengan un rol protagónico

Entre 2015-2019, los problemas del sector de ciencia y tecnología (CyT) fueron diversos y de distinta escala. Quizás el principal y de mayor impacto fue la decisión política de reducir la velocidad de crecimiento del sector. De manera brusca, Conicet pasó de 900 ingresos por año antes de 2015, a 450 por año desde entonces, y además repartidos en tercios: uno para temas generales, otro para temas estratégicos y otro para cubrir vacancias regionales.

Por Edgardo Baldo
Doctor en Ciencias Geológicas
Director del Centro Científico Tecnológico – Conicet Córdoba

También hubo una significativa reducción del ingreso de personal en casi todas las instituciones del Sistema Nacional de CyT. Esta medida tuvo un impacto muy negativo y desalentador, que afectó especialmente a las generaciones de jóvenes investigadores, quienes luego de decidir dedicarse a la actividad científica e invertir más de siete años encapacitación de posgrado, tuvieron que replantearse su futuro en forma repentina. En cada convocatoria de ingreso a la carrera del investigador científico (CIC) se presentan más de 2.000 postulantes. En consecuencia, cada año miles de jóvenes terminarán buscando otras alternativas para canalizar su vocación, algunos migrando, otros cambiando de actividad.

Esta decisión impactó, además, negativamente en la distribución de los nuevos ingresos y generó profundas asimetrías, tanto por disciplinas como por regiones. En la última convocatoria, más del 70% de los ingresos al Conicet se concentró en la región centro (Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe), y dejó al resto del país con muy pocas posibilidades de crecer o de cubrir vacancias disciplinares.

Finalmente, esta medida también impactó negativamente en los grupos de investigación, que al no contar con los recursos humanos calificados vieron truncadas o desarticuladas sus líneas de investigación, o directamente suspendidos los programas de investigación que venían desarrollando.

Entre las supuestas razones que justificaron estas medidas está la de intentar mejorar la relación entre el gasto en salario (90-95% del presupuesto total de Conicet) y el gasto en funcionamiento (inciso 5 del presupuesto). Hoy esa relación no mejoró: el gasto en salario sigue siendo superior al 90% y los fondos para funcionamiento son claramente insuficientes para sostener un crecimiento adecuado del sistema.

Otra medida, que igualmente condujo a la migración de personas del sistema de CyT, en general, y del Conicet, en particular, se relaciona directamente con la caída de salario real. Desde 2015, el poder adquisitivo del salario cayó un 38%, lo que desalentó no solo a becarios, personal de apoyo e investigadores jóvenes, sino también a un número importante del personal administrativo, que por necesidad de mejorar sus ingresos debieron buscar otras alternativas laborales.

La consecuencia directa se observa en sede central del Conicet: una reducción de personal del 15%, con una distribución etaria desbalanceada en la franja de edades mayores a 50 años y sobrecargada de tareas, situación que irá empeorando en el corto plazo debido a la jubilación de los empleados de mayor edad.

Entre las acciones desalentadoras y con impacto negativo –especialmente por su alto grado de incumplimiento– se encuentra la fallida experiencia de los Proyectos de Unidades Ejecutoras (PUE), impulsados por la Presidencia de Conicet.

Los PUE prometían financiar por cinco años –con un millón de pesos anuales– planes de investigación interdisciplinarios y de integración de las Unidades Ejecutoras (UEs). Atados a estos proyectos iba el otorgamiento de becas y cargos para Personal de Apoyo. El considerable retraso en la entrega de los fondos aprobadosy destinados para el funcionamiento de las UEs y la adquisición de equipos menores, afectó el desarrollo de estos proyectos, así como los planes de becas doctorales vinculados,los cuales han sido postergados y en algunos casos paralizados.

En estos cuatro años, los responsables a nivel nacional de la gestión de CyT no lograron revertir el déficit que tiene el país en la adquisición de equipamiento científico. En parte, este fracaso tiene que ver con la no ejecución, en tiempo y forma, de los fondos destinados a los programas de adquisición de grandes equipos (Proyectos PME y similares). Esto conduce a un atraso significativo en materia de equipamiento, lo cual amplía considerablemente la brecha tecnológica de Argentina en relación con los países vecinos y, más aun, con los países desarrollados.

Por último, vale mencionar la desaceleración de la inversión en infraestructura. Esto ha postergado las esperanzas de mejorar las condiciones de trabajo de muchos grupos de investigación, que hoy continúan desarrollando sus actividades en condiciones inadecuadas, insalubres y de alto riesgo.

Para el caso particular de Córdoba, el impacto de estas medidas fue relativamente menor y en muchos casos las actividades de investigación se pudieron sostener. Esto fue posible dado que un porcentaje mayoritario de los investigadores, becarios y CPA de Conicet, están insertos en UEs de doble dependencia (Conicet con UNC, o con la Universidad Tecnológica Nacional, Universidad Católica de Córdoba, Universidad Nacional de Villa María, Universidad Nacional de Río Cuarto) o con lugares de trabajo endistintas unidades académicas de estas Universidades.

La UNC, en particular, mantuvo activo sus programas de becas y subsidios a proyectos a través de su Secretaría de Ciencia y Tecnología, que en los últimos años destinó fondos para la adquisición de nuevos equipos y aportó recursos para sostener el funcionamiento de las UEs de doble dependencia.

Cabe destacar, también, el rol del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia de Córdoba, que ejecutó de forma eficiente su programa de subsidios a proyectos de investigación en I+D, en iniciativas de divulgación científica, y en ayuda para la organización de eventos científicos.

II

Respecto al cambio de categoría del ex Ministerio a Secretaría de Ciencia y Tecnología, la principal consecuencia es la pérdida de protagonismo del representante del sector en las esferas más altas de gobierno. Esto conlleva a una falta de oportunidad para defender o argumentar sólidamente un proyecto de CyT, así como el presupuesto necesario para su implementación. El cambio de categoría (pasó de Ministerio a Agencia) fue una clara señal política del escaso protagonismo que se pretendió otorgarle a esta actividad en el desarrollo del país y, atado a esto, el bajo presupuesto que se le asignó.

Es necesario refundar el Ministerio de CyT, no solo por las razones expuestas en los párrafos anteriores, sino porque la ciencia y la tecnología deben ser pilares fundamentales para el desarrollo de un país soberano, que asegure el bienestar social para todos, además de equidad e igualdad.

III

Quizás convenga recordar que los países más ricos y desarrollados lo son porque –en algún momento de su historia– decidieron confiar plenamente en la cienciay la tecnología, otorgándole un rol protagónico e invirtiendo, durante décadas, los recursos necesarios para lograr innovaciones disruptivas que retroalimentan positivamente el desarrollo social y socio-productivo.

Este argumento es más que suficiente para justificar el porqué y el para qué hacer ciencia en un país como Argentina. Además, un país como el nuestro no está aislado del mundo y exento de los problemas provenientes de los grandes cambios a escala global y, especialmente, del impacto que estos tienen en las sociedades humanas.

Por todo esto, la investigación científica es hoy necesaria para encontrar soluciones a los nuevos desafíos que la naturaleza nos impone, pero también para afrontar los problemas generados por el propio desarrollo tecnológico, como por ejemplo: una población en constante crecimiento y cada vez más longeva, la resistencia a los antibióticos, la contaminación antrópica, etcétera.

Argentina tiene la ventaja de producir y exportar materia prima, pero esto no es suficiente para generar un Estado de bienestar que incluya a todos los habitantes del país.Por eso es necesario, aprovechando estas ventajas naturales de nuestro país, implementar el desarrollo tecnológico basado en el conocimiento científico, a los fines de generar una mayor industrialización y generación de empleo.

IV

Los más urgente es reformular un plan de CyT acorde con un nuevo proyecto de país donde la ciencia y la tecnología tengan un rol protagónico. Entre las medidas de mayor urgencia deberían encontrarse: recuperar la tasa de crecimiento del sistema de CyT en función del plan; elevar el presupuesto a niveles no inferiores al 0,80% del PBI, con miras a llegar al 1% en el mediano plazo; e incrementar los salarios del sector para motivar el ingreso de jóvenes y evitar su fuga del sistema.

Junto a ello, son necesarias otras medidas como recuperar la inversión en infraestructura y equipamiento científico; disminuir las trabas burocráticas en la adquisición de insumos y equipos del exterior; resguardar la capacidad adquisitiva de los fondos para proyectos y agilizar su gestión, entre otras.

V

Nadie puede objetar que a lo largo de la historia de la humanidad el conocimiento –y la innovación tecnológica que este genera– fueron y siguen siendo la clave para el desarrollo y crecimiento económico sustentable de las sociedades humanas. En este contexto, el científico, o quizás deberíamos decir, el trabajador científico tecnológico, cumple un rol fundamental, aportando la materia prima que llamamos conocimiento.

Lo mejor que pude hacer un científico para ayudar a la sociedad en la que vive es hacer ciencia y tecnología de la más alta calidad. No obstante, considerando la coyuntura actual que vive el país, es imperioso que una parte del sistema científico se ponga a disposición de la sociedad y del Estado para colaborar en la recuperación de las demandas más urgentes, como la producción de alimentos de alto valor nutritivo, la prevención y el diagnóstico de enfermedades, la producción de medicamentos, la soluciones habitacionales y de hábitat, la vulnerabilidad social y las adicciones, las fuentes de energías alternativas, la prevención de catástrofes naturales, la protección ambiental, etcétera.

Esto no implica que el sistema de CyT tenga que abandonar los proyectos de la mal llamada “ciencia básica” para dedicarse a la mal llamada “ciencia aplicada”. Por el contrario, se debe robustecer al sistema para que se pueda cumplir con ambas actividades.

VI

Los desafíos para el sistema de CyT argentino son muchos y de variada magnitud. Quizás el más urgente sea recuperar el normal funcionamiento y crecimiento del sistema, pero esto depende más de una decisión política que de los investigadores.

Otros desafíos implican cambios actitudinales y procedimentales de la actividad científica. Solo voy a mencionar algunos de ellosque, a mi entender, serían los más disruptivos, como el de migrar paulatinamente hacia el concepto de Ciencia Abierta, esto es, generar conocimiento de forma compartida y de acceso libre, permitiendo que otros actores sociales contribuyan con las tareas de investigación y compartan datos y resultados a lo largo de todo el proceso de investigación. Esto contribuye a que el conocimiento pase a la categoría de bien social y que esté a disposición de la sociedad toda.

Este modo de hacer ciencia implica incluir saberes y personas que no son integrantes formales del sistema de CyT, pero poseen conocimientos y habilidades que deben ser tenidos en cuenta. Son, además, integrantes de colectivos sociales dispuestos a colaborar en la búsqueda de soluciones y nuevos saberes.

Otro desafío, no menor, es convencer a la sociedad argentina que la ciencia y la tecnología son herramientas útiles y necesarias para la solución de nuestros problemas y, por lo tanto, relevantes para inducir un ascenso y bienestar social de forma integral y sostenible.

De esto depende que un determinado plan estratégico de ciencia y tecnología trascienda gobiernos y que no repitamos el error de desfinanciar programas y planes cada vez que el gobierno cambia decolor político. Es la sociedad toda la que hace posible que el actual sistema de enseñanza universitaria de argentina se mantenga inmune a pesar de los cambios de gobierno.

Finalmente, hay un desafío mayor: convencer a los actores políticos que el sistema científico argentino es capaz –porque así lo ha demostrado– de posicionar internacionalmente al país, en determinadas líneas específicas, en los mayores niveles de competitividad de innovación tecnológica.

Para esto es necesario, tal como recomienda Stefani1, que el Estado realice una inversión inicial en I+D acorde con este objetivo, que debería iniciarse con un presupuesto no menor al 0,8% del PBI y continuar con un incremento progresivo hasta alcanzar valores superiores al 2%. Además, es necesario que lo haga con una tasa de crecimiento sostenida en el tiempo y no inferior al 0,03% del PBI por año.