Las universitarias invisibilizadas de fines de siglo XIX
Quienes estén familiarizados con los manifiestos y proclamas de los estudiantes reformistas cordobeses de 1918 habrán reparado en el detalle de la ausencia de mujeres entre los firmantes. Más aun, un recorrido rápido por la sociabilidad estudiantil de las dos primeras décadas del siglo pasado daría un perfil absolutamente misógino: es una sociabilidad claramente masculina, de caballeros que discuten desde temas leves hasta cuestiones importantes, en compañía de otros congéneres. [01.09.2016]
Nadie se propuso hasta ahora escribir una historia del mundo universitario cordobés de principios del siglo XX desde una perspectiva de género. Quien lo haga encontrará que era un mundo en el que las mujeres están ausentes.
Una muy útil recopilación de estadísticas de la Universidad Nacional de Córdoba, editada en 2013, permite ponerle números a esta afirmación:
El paisaje de la Universidad en los años en torno a la Reforma Universitaria de 1918 es eminentemente masculino.
El libro al que remiten estas informaciones omite una serie de datos que puede matizar la imagen recién construida. Al parecer no se trataba de un universo tan masculino, pues Angela Sertini de Camponovo en 1884; Clementina Álvarez Villafañe en 1887; la italiana Antonieta Bellochio en 1888; la francesa Margarita C. de Dulue en 1890; la italiana Rosa Giobellino en 1891; las italianas Catalina de Clericci y Francisca Violetta C. de Martucci junto a la francesa Paulina Martín de Mollo en 1892; y la italiana Livia de Zacañini junto a la española Ema Sales en 1893, obtuvieron –tras dos años de estudio y habiendo asistido a treinta partos2 – su título de parteras, así en femenino y con “a” final, en la Facultad de Medicina.
El dato, que puede seguirse en el valiosísimo Índice de las primeras mujeres graduadas en la Universidad Nacional de Córdoba. 1884 – 1950 publicado en 20153, obliga al menos a una aclaración y a una serie de conjeturas sociohistóricas.
La aclaración | Si recortamos (caprichosamente) en el emblemático año 1918 la lista de graduadas que comenzó en el párrafo anterior, es posible advertir los siguientes datos: entre 1884 y 1918 se recibieron un total de 87 mujeres en la UNC. 78 de ellas obtuvieron el título de “Parteras”, seis lograron el diploma de “Farmacéutica”, una de “Obstétrica”, y dos se recibieron como “Doctora en medicina y cirugía”. Estas dos últimas fueron la rusa Margarita Zatzkin, en 1908, y la argentina Amparo Lafarga, en 1917.
Las conjeturas | Las mujeres estuvieron presentes en la UNC desde los albores mismos del proceso de transformación y modernización institucional que implicó la apertura de nuevas facultades durante la década de 1870. No casualmente todos los casos citados se corresponden con un nuevo espacio institucional: la Facultad de Ciencias Médicas, al mismo tiempo que se puede notar lentitud en el medio académico más tradicional, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, en recibir a las mujeres en su seno.
Podría decirse que las mujeres ingresaron por el costado más nuevo de la UNC, pero también que fueron relegadas durante un par de décadas a las “disciplinas auxiliares” de la medicina, pues hay una predominancia de parteras, un oficio o un saber que puede haber tenido una fuerte marca de género durante aquellos años. En una universidad con un perfil bien profesionalista que titulaba abogados, ingenieros o médicos, las primeras mujeres obtienen títulos periféricos.
Más aun, podríamos hipotetizar que mujeres que ya venían trabajando como parteras pues habían aprendido el oficio fuera del ámbito universitario, lograron darle un sustento institucional a saberes/prácticas aprendidas extra institucionalmente. Una última conjetura: un recorrido por los apellidos de las graduadas nos lleva a la conclusión de que no se trató de mujeres que proviniesen de familias de la elite cordobesa (al menos no están los apellidos que menciona Lazcano Colodrero en sus Linajes de la Gobernación del Tucumán), sino de orígenes sociales más “plebeyos”, tanto como de origen inmigratorio: hay uruguayas, españolas, italianas, francesas, alemanas, austríacas, rusas y… chinas.
En 1908 se graduó como Doctora en medicina y cirugía, Margarita Zatzkin, quien ya se había graduado como Farmacéutica cuatro años años. Había nacido en Odessa, Rusia, era soltera y tenía 26 años de edad4. En 1917, la santafesina Amparo Lafarga obtuvo el mismo título a los 24 años, era soltera. Actualmente el Museo de Ciencias de la Salud que se encuentra en el Hospital Nacional de Clínicas expone el ejemplar manuscrito de la tesis de Zatzkin. Dora Barrancos nos informa que Margarita llegó a Argentina en 1891, junto a su familia, huyendo del clima antisemita de Europa del este. Se asentaron en la colonia de Moises Ville (Santa Fe) y finalmente llegaron a la ciudad de Córdoba 1896. La familia solicitó que se hiciese una excepción para que la niña pudiese cursar en el Colegio de Monserrat, para lo cual era necesario la aprobación de parte de un tribunal y la autorización de Ministerio de Instrucción Pública. Luego de recibida, se casó con un médico y casi que no ejerció la profesión. Murió a los 44 años en la ciudad de Rosario.
El anuario estadístico más reciente de la UNC consigna que en 2014 hubo un total de 110.990 estudiantes, de los cuales 69.292 eran mujeres y 41.698, hombres; esto es, el 62,4% de la población estudiantil eran mujeres5.
Mercedes era hermana de Raúl, Arturo, Oscar, Alfredo y Jorge decididamente cinco notables del mundillo universitario cordobés de la primera mitad del siglo XX, que se desempeñaron como vicerrector de la UNC y presidente del Superior Tribunal de Justicia, candidato a vicepresidente de la Nación, juez, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y rector de la UNC, respectivamente.
Las crónicas de la época insistían en mencionar a los cinco hermanos y borraban de la memoria a la pionera.
Un ejemplo son las palabras que un gran amigo de Raúl y Arturo anotó sobre los hermanos: “Cuando (hace de esto algunos años) acaso acontecía algo grande en el mundo que pidiera convocación y junta de los mejores en plaza o teatro, solía en Córdoba mostrarse entre el público, un varón rectísimo – D. Eleodoro Orgaz Montes – en compañía de sus cinco hijos irreprochables. Entonces, al ver esto, la gente se decía con edificación: – Bien hace ese padre como hay pocos en venir así con esos hijos que supo formar, porque con su presencia y la de ellos acrece el sentido de la celebración que realizamos. ¡Y qué padre es, ciertamente, y cómo merece la reverencia unánime de la ciudad el que tales hijos ha formado!”7. Como se dijo al comienzo, las marcas de una sociabilidad misógina y ninguna mención a la ilustre hermana Mercedes.
Cynthia Chimbo relata que una vez graduada, Mercedes ejerció su profesión, asumiendo en 1931 la titularidad del Registro Notarial N° 178 de Córdoba Capital y ocupando una vocalía en el Colegio de Escribanos, hasta su retiro. Murió a los 76 años, en diciembre de 1969.
Fecha de publicación: 1 septiembre, 2016