¿Vemos todos los colores que existen?

El color es un lago profundo donde bucean el arte y la ciencia sin que todavía hayan llegado al fondo. El mundo de los colores ha permeado nuestra cultura y sensibilidad desde el inicio de la humanidad. Y desde el punto de vista biológico, la percepción del color es una maravillosa adaptación evolutiva que ha favorecido la supervivencia de los animales capaces de ver. [23.07.2014]

Por Velia Solís
Colaboradora UNCiencia
Profesora Emérita
Facultad de Ciencias Químicas – UNC

Existen diferentes explicaciones sobre el fenómeno del color, que no por familiar deja de ser un verdadero misterio de la naturaleza. Para las ciencias naturales, es una de las tantas consecuencias del juego entre la materia y la luz, pero también del modo en que el cerebro registra y decodifica esa particular relación.

La luz, o radiación electromagnética, es de naturaleza muy peculiar. Según cómo los científicos la observen, manifiesta un carácter corpuscular (está formada por partículas llamadas fotones) o presenta un comportamiento propio de las ondas.

Los fotones cuyas energías son capaces de impactar en nuestra retina forman la luz blanca, que es la suma de los colores del arco iris. Pero además de las frecuencias visibles para el ser humano existen muchas más, como la ultravioleta (UV) o la infrarroja (IR), esta última percibida como calor por nuestra piel.

Una de las formas en que se generan los colores tiene que ver con los pigmentos de las cosas, que son moléculas cuyas estructuras y niveles de energía permiten la absorción de determinados fotones, pero no de otros que finalmente son reflejados.

El fenómeno de la visión comienza por la llegada de esos fotones reflejados hasta la retina, una maravillosa organización de células altamente especializadas. En ella se encuentra una capa ganglionar, a continuación otra capa con dos tipos de células, los conos (que posibilitan la visión en color) y los bastones (que permiten la visión en blanco y negro), y por último la capa de células que contienen los pigmentos fotosensibles (denominada epitelio pigmentario retinal).

En esta última capa las personas poseen tres pigmentos que responden a los colores rojo, verde y azul respectivamente. La magia de la visión ocurre cuando la retina transforma la excitación lumínica (los fotones que la impactan) en señales eléctricas que el nervio óptico transmite a la corteza cerebral, donde el centro de la visión las transforma en sensaciones. En realidad, los colores de una tarde soleada de otoño son pintados por nuestro cerebro con las señales que envían los ojos.

¿Ahora, cómo son los ojos de otros animales? Aunque parecidos a los nuestros en los aspectos básicos, difieren en complejidad. La retina de una langosta marina Mantis posee 16 diferentes tipos de pigmentos receptores de luz, que le permiten la visión en el espectro visible, pero también en el UV y en el IR. Es probable que estos crustáceos “vean” colores, brillos y detalles que los seres humanos ni siquiera puedan imaginar.

La visión de las abejas, en tanto, se basa también en tres colores pero sus pigmentos responden al UV, al azul y al verde. Es decir, pueden ver colores en el rango ultravioleta que resultan inaccesibles para las personas, pero son ciegas al color rojo. Este efecto es muy importante en la mutua adaptación evolutiva de los insectos y las plantas. Por eso las zonas de las flores que son ricas en néctar y polen están señaladas de forma que los insectos las encuentren con facilidad. De hecho, flores de pétalos que para nuestros ojos son lisos y tienen un único color, en el espectro UV ofrecen diseños muy llamativos para atraer a los insectos que las polinizan (y a los fotógrafos con cámaras sensibles al UV).

Lo cierto es que hay muchos más colores de los que podemos captar. Sabemos que otros ojos pueden verlos, porque la ciencia ha estudiado, además del comportamiento de los animales frente a la luz, los pigmentos fotosensibles que poseen y las frecuencias de los fotones que estas maravillosas moléculas son capaces de absorber. Otra cuestión diferente es la riqueza de la percepción que elabora el cerebro de cada animal. Qué es lo que verdaderamente ve una langosta Mantis cuando observa un arrecife de coral o cómo es un campo florecido para una abeja, son misterios a los cuales los seres humanos jamás tendrán acceso.

Sobre las imágenes
Las fotografías que ilustran este artículo fueron tomadas por Dave Kennard [www.davidkennardphotography.com] y se distribuyen bajo licencia CC-BY-SA 3.0. Para conocer más sobre el trabajo de Kennard, visitar su Flickr o su blog Vis UV IR Flower photos.

Fecha de publicación: 23 julio, 2014