¿Por qué los antiguos egipcios se maquillaban los ojos?

La asociación entre Historia y Química, aunque poco frecuente, suele sorprender al momento de desentrañar aspectos poco claros del pasado. Un ejemplo: múltiples evidencias indican que los habitantes del antiguo Egipto delineaban sus ojos con pintura negra, independientemente de su rango social. ¿Cuál habría sido la causa de esta costumbre tan generalizada?

Por Velia Solís
Colaboradora UNCiencia
Profesora Emérita
Facultad de Ciencias Químicas – UNC

Lejos del sentido estético que tiene el maquillaje en el presente, existen datos fehacientes que asignan un valor ritual a esa práctica: los egipcios atribuían poderes mágicos a estas pinturas. Creían que a través de ellas los dioses Ra y Horus los protegían de las enfermedades. ¿Tenía realmente algún efecto terapéutico o era una mera superstición?

En busca de una respuesta, Christian Amatore y otros investigadores del Departamento de Química de la Universidad Pierre et Marie Curie, y del Museo del Louvre (París), realizaron una serie de experimentos, cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Journal of Analytical Chemistry en 20101.

Mediante modernas técnicas no destructivas de análisis, estudiaron el contenido de 52 vasijas con maquillaje para ojos, provenientes de antiguas tumbas. Estos recipientes se conservan actualmente en el Museo del Louvre. En todos los casos descubrieron la misma composición: una mezcla de cuatro compuestos de plomo escasamente solubles. Dos de ellos (Galena y Cerusita) eran de origen natural, pero los dos restantes (Fosgenita y Laurionita), para sorpresa de los científicos, no existen en la naturaleza, es decir, debieron ser sintetizados por métodos químicos.

Maler der Grabkammer der Bildhauer Nebamun und Ipuki | Vía Wikimedia Commons

El papiro de Embers2, un rollo de 20,23 metros de largo y 30 centímetros de ancho que data del año 1.550 antes de Cristo, resume los conocimientos de medicina en tiempo de los faraones. Y la preocupación por las enfermedades de los ojos tenía su razón. Durante las inundaciones del Nilo, la mayoría de la población –que trabajaba en el cultivo de los terrenos anegados– corría el riesgo de padecer conjuntivitis e infecciones bacterianas causadas por las salpicaduras de fango en los ojos. El papiro de Embers informa, de un modo totalmente empírico, las diferentes maneras de curar las enfermedades oculares y de la piel con sales de plomo, principalmente con Laurionita.

Si bien hoy se tiene clara conciencia de la toxicidad de las sales de plomo, se sabe que en pequeñísimas cantidades, como las que habrían pasado desde el maquillaje a los ojos a través de las lágrimas, desencadenan las reacciones inmunológicas propias del sistema de defensas del organismo.

En una segunda fase del trabajo, los investigadores utilizaron métodos electroquímicos de análisis ultrasensibles. El experimento consistió en tratar cultivos celulares con cantidades muy pequeñas de sales de plomo y acercar la punta de un electrodo de fibra de carbono platinado de dimensiones microscópicas (10 µm de diámetro3) hasta 5 µm por encima de las células vivas4.

Tan pronto como las células se mojaron con la solución de sales de plomo, el electrodo registró un aumento del 240% en la liberación de monóxido de nitrógeno. Este gas, entre sus numerosas funciones, promueve la afluencia de las células del sistema inmunológico, como los fagocitos que destruyen a las bacterias. Los datos obtenidos permiten establecer que los ojos maquillados podrían haber resistido los ataques bacterianos mediante la activación de las defensas.

Se crea o no en las divinidades egipcias, la protección de Horus y de Ra a través de las llamativas líneas oscuras alrededor de los ojos habría sido real y efectiva.

Notas
Issa Tapsoba, Stéphane Arbault, Philippe Walter and Christian Amatore, Anal. Chem. 2010, 82, 457–460.
Biblioteca de la Universidad de Leipzig. http://www.newworldencyclopedia.org/entry/Ebers_Papyrus.
Un micrómetro µm es la millonésima parte del metro.
Los ultra microelectrodos –como los usados en ese experimento– permiten detectar sustancias químicas en concentraciones increíblemente bajas en ambientes tan reducidos como las inmediaciones e incluso el interior de las células.