Fragmentos que hablan de la vida en Córdoba durante la Colonia

A partir del vínculo institucional entre el Museo de Antropologías y el Museo Histórico, se trabajó en la conservación preventiva y puesta en valor de una colección arqueológica conformada por piezas que evidencian el modo de vida de diferentes grupos sociales que habitaban la Manzana Jesuítica durante el período colonial. (30-05-2024)

Por Lucas Peretti
Comunicación del Museo Histórico de la UNC

Durante abril y mayo de 2024, un equipo interdisciplinario de la Universidad Nacional de Córdoba desarrolló tareas de conservación preventiva en una colección de gran importancia para la historia de Córdoba. Se trata de piezas arqueológicas encontradas en el Museo Histórico de la UNC durante una excavación en un sector del edificio en el que durante el período colonial funcionaba un depósito de basura.

La iniciativa surgió a partir del trabajo conjunto entre el Museo Histórico y el Museo de Antropologías, ambas instituciones dependientes de la UNC, y permite aportar nuevas herramientas para el estudio de las personas que habitaban la Manzana Jesuítica durante el período colonial.

La intervención fue llevada a cabo por “Arqueoconservadores”, un grupo que aglutina diferentes proyectos de conservación y puesta en valor de colecciones antropológicas, a la vez que realiza tareas de extensión y educación. El equipo está compuesto por docentes, estudiantes de grado y posgrado, y egresados/as adscriptos/as de diferentes carreras (Antropología, Historia, Bibliotecología, Archivología).

Eduardo Pautassi, uno de los responsables del equipo, comenta que la conservación preventiva se realizó sobre una serie de objetos y fragmentos reunidos dos décadas atrás, a partir de la ejecución de un estudio de impacto arqueológico, con motivo de la realización de una obra. La misma consistió en la instalación de un ascensor que comunica la planta baja del Antiguo Rectorado, donde funciona hoy el Museo Histórico, con el primer piso, que da acceso a la Biblioteca Mayor y al Archivo General e Histórico.

Pautassi cuenta que cuando se realizan obras en contextos de valor histórico deben seguirse una serie de pasos: “Dentro del casco antiguo de la ciudad de Córdoba hay una serie de contextos con valor histórico en los que no se puede hacer excavaciones o intervenciones en el suelo sin preservar ese patrimonio, porque tenemos parte de nuestra historia allí”.

El arqueólogo destaca que nuestra Universidad fue pionera en este sentido ya que al momento de ejecutar la obra del ascensor realizó un rescate de las piezas arqueológicas, aunque en ese momento no se habían aprobado las legislaciones municipales que reglamentan en la actualidad la preservación del patrimonio.

En el sitio donde se ejecutó la obra había funcionado, cientos de años atrás, un depósito de basura que recibía residuos desde diferentes sectores de la Manzana Jesuítica. Isabel Prado, la otra responsable del equipo, brinda detalles sobre el sitio donde la colección comenzó a reunirse: “El subsuelo que fue intervenido para hacer el ascensor de la Manzana Jesuítica correspondía, en la época colonial, a las huertas. Estos materiales han sido descartados en un basurero colonial, de allí que tengamos estos objetos y podamos ver en sus características distintos tipos de cerámica”.

Las personas detrás de los objetos

Las condiciones de vida generadas en el ámbito doméstico de la Manzana Jesuítica en el período colonial continúan siendo una fuente de estudio. La experiencia jesuítica, encuadrada desde la instalación de la Orden en su asiento actual a finales del siglo XVI y la expulsión por parte del Rey de España en 1767, dio lugar a una sociabilidad particular, en la que cohabitaban diferentes grupos sociales. La puesta en valor de esta colección arqueológica pretende convertirse en otra herramienta para aportar evidencia en esta dirección.

Luciano Blazquez González y Camilla Borgarello, que forman parte del equipo Arqueoconservadores, mencionan que entre las piezas encontradas hay presencia de fragmentos de tejas, pucos, una palmatoria. Y sobre las procedencia de los objetos, indican que se trata de “cerámica que corresponde a tres tipos: colonial, hispano indígena y afro”. La colección se completa con fragmentos de instrumentos líticos, metálicos, material óseo o faunístico, vidrios, mampostería, carbones y mica.

Acerca de la importancia de este tipo de intervención arqueológica, Prado sostiene: “Desde la materialidad podemos ver a las personas que estaban viviendo y habitando estos espacios en la época colonial. Podemos ver las distintas procedencias de estas personas. Tenemos mayólica del tipo Talavera de la Reina, fabricada en España, bien detallada en su procedencia, que sería de la Córdoba de la élite, pero también podemos ver a las personas que estaban en las áreas domésticas o de servicio, de origen indígena y africanos esclavizados, que realizaban actividades de servidumbre”.

Los pasos del trabajo

El trabajo de conservación preventiva tiene como uno de sus objetivos detener el deterioro que sufren todas las piezas. La intención, como indican Blazquez González y Borgarello, no es “llevar a los materiales a su estado original, sino acondicionarlos para que sea accesible su estudio y exposición en museos”.

En este sentido, se desarrollaron tareas de conservación sobre cada una de las casi 600 piezas halladas. Las mismas consistieron en principio en la limpieza mecánica del material y su correspondiente resguardo en recipientes acondicionados y, posteriormente, se completaron las correspondientes fichas de inventario con el propósito de relevar cada una de sus características.

Además, el trabajo se realizó en un espacio abierto, a pocos metros de donde funcionaba el depósito de basura en el período colonial. Allí, el público visitante de la Manzana Jesuítica pudo observar cómo el grupo realizaba día a día sus trabajos. Al respecto, Prado destaca el vínculo que mantuvieron con quienes recorrían el Antiguo Rectorado: “La idea fue que nuestro trabajo sea visible a las visitas que el Museo Histórico tiene habitualmente. Nos pusimos a trabajar en un espacio abierto, para que los visitantes, tanto si venían solos o con una visita guiada, pudieran interactuar con nosotros y poder contarles el detrás de escena de los museos y también lo que significa esta colección arqueológica”.

El trabajo continuará con la digitalización del material, tanto de la información relevada como de las fotografías de cada uno de los objetos, respondiendo a la política de acceso abierto a la información científica. En relación con esta etapa del proceso,Prado explica: “Después de digitalizarlos, estos materiales pueden ser dispuestos en el Repositorio Digital Universitario (RDU) de la UNC, bajo la perspectiva de la ciencia abierta y el acceso libre de la ciudadanía a la información que generamos en instituciones públicas”.

En Argentina, la ley número 26.899 es el marco regulatorio que propicia el libre acceso de la ciudadanía a la información.

Vínculo entre museos

Esta iniciativa surgió a partir de la interrelación entre dos museos universitarios, el Museo Histórico y el Museo de Antropologías. Al respecto, Florencia Cuenca, directora del Museo Histórico UNC, subraya que la variedad temática y tipológica de museos que tiene la Universidad es una fortaleza, ya que al incorporar distintas ramas del saber y metodologías de trabajo, los museos se complementan entre sí.

A su vez, menciona que “una de las características distintivas de los museos universitarios es su interés por la investigación. Muchos de ellos precisamente han nacido gracias a institutos de investigación y también en nuestra Universidad se ha dado el proceso inverso; es decir, que muchos grupos hoy reconocidos a nivel nacional e internacional surgieron dentro de instituciones museísticas”.

Por otra parte, Cuenca reconoce los aportes generados a partir de esta iniciativa, que puede dar lugar a diferentes aplicaciones dentro del Museo. “La puesta en valor de una colección, el trabajo realizado en inventario, digitalización, a través de especialistas con mucha experiencia en este campo es para destacar”, menciona. Y en esta misma línea, remarca “la posibilidad de respaldar, de sostener con evidencia material diferentes líneas de contenido que si bien ya se abordaban en el Museo Histórico, ahora es posible contar, en condiciones adecuadas para poder exhibirlos, con piezas y objetos de personas que habitaron este mismo sitio”.

La propuesta coincidió con abril, cuando en Argentina se celebra el “Mes de la Ciencia”, en conmemoración al nacimiento de Bernardo Houssay. Y también con mayo, momento del año en el que se celebra mundialmente el “Día de los Museos”. En 2024, el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés), escogió el lema “Museos por la Educación y la Investigación”.

Participantes del proyecto

Integrantes del Grupo Arqueoconservadores:

Técnica Isabel Edith Prado y Dr. Eduardo Pautassi. Técnica fotógrafa Paloma Laguens, todos son personal de apoyo a la investigación científica (CPA) de Idacor-Conicet, que se desempeñan en el área de conservación del Museo de Antropologías FFyH-UNC.

Adscriptos/as: Lic. Luciano Blazquez González, Lic. Liliana Flores.

Estudiantes: Carola Codoni, Susana Carina Vera, Camila Borgarello, Marcela Fabiana Tintilay Vedia, Sofía Llanos, Lucero Giuliani Cabral, Ana Lucía Pérez Rodrígez, María Gesualdi, Cintia Cuestas, Norma Maldonado, Jeremías Alarcón Montoya.

Fueron responsables del proyecto, por parte del Museo Histórico UNC, Arq. Florencia Cuenca y Mgter. Gloria Palacio. Colaboró Julia Varela, a cargo del Departamento de Preservación de la Biblioteca Mayor.

Fecha de publicación: 30 mayo, 2024