Jane Goodall: “Lo importante no es qué piensan los chimpancés, sino qué sienten”

En Península de Valdés, poblaciones de orcas han desarrollado comportamientos similares a los que poseen los chimpancés, en el sentido del aprendizaje. ¿Qué conexiones existen entre estas dos poblaciones, la de chimpancés y la de cetáceos dentados (orcas y delfines)?

También podemos agregar a los elefantes y otras especies. Sólo porque los simios son tan similares a nosotros, no significa que automáticamente tienen un mayor intelecto. Lo importante no es tanto qué piensan, sino qué sienten. Y cuando tienes la combinación de un gran cerebro (como el de un elefante, un delfín, una orca, otros animales también) y sabés que tienen sentimientos, se convierten igualmente importantes. De lo que se trata es de respetar y proteger a todos ellos.

Por fortuna hay muchos jóvenes que están interesados, trabajan con distintos grupos de animales y se interesan en cuidarlos. Esto representa un gran esperanza para el futuro.

La conclusión es que toda la vida está interrelacionada, perdemos una especie y aunque no lo veamos como tan importante, quizás juegue un rol central en la red de la vida.

Que los chimpancés sean tan parecidos a nosotros, en tan variadas formas (biológica y comportamentalmente), ha sido de mucha ayuda para que la gente entienda que somos parte –y no algo separado– del reino animal.

¿Cuál es el recuerdo que más atesora de su tiempo en África?

Es casi imposible recordar 50 años, cómo eligir uno de muchos recuerdos maravillosos. Creo que uno de esos momentos especiales fue cuando estaba siguiendo los primeros chimpancés en los días iniciales de mi investigación. Perdí el rastro de uno de ellos en un triángulo de vegetación espesa. Cuando finalmente pude atravesar toda esa vegetación, lo encontré sentado. Parecía que estaba esperándome… quizás lo hacía o quizás no.

Había un especie de nuez que a los chimpancés les gusta mucho, la levanté y la puse en mi mano: él me dio vuelta la cara. Puse mi mano cerca, se volvió y me miró directamente hacia los ojos; tomó la nuez, no la quería y la tiró, pero con muchísimo cuidado me tomó la mano y me apretó la palma. Es un gesto de seguridad, es la forma en que ellos te hacen saber que todo estará bien. Lo mágico de eso fue que nos comunicamos perfectamente, cada uno sabía cuáles eran las intenciones del otro, probablemente en el tipo de comunicación que data de antes de las palabras. Nunca olvidé ese momento.

¿Cuál es la mayor evidencia de la línea que divide al hombre del chimpancé?

Mi teoría personal es que en algún momento, durante el camino evolutivo, a nosotros se nos ocurrió hablar, para contar el pasado, para planear el futuro, para contar sobre lo que no estaba. Creo que ésa es la diferencia: el habla. Y esto, pienso, es lo que llevó al desarrollo explosivo del intelecto, porque la estructura del cerebro humano y del chimpancé es casi la misma. Hay cosas que los chimpancés pueden hacer, pero que los seres humanos, como somos arrogantes, pensamos que éramos los únicos. Ellos pueden aprender alrededor de 400 de los signos que se usan en el lenguaje de señas de los mudos, pueden aprender idiomas inventados, comprenden la palabra que acompañan esos signos, pero como carecen de cuerdas vocales no pueden producirla.
No han desarrollado ni un lenguaje de señas ni un sonido que pueda acompañar a ese símbolo. Simplemente no lo desarrollaron.

¿Y cuáles son las mayores similitudes que tenemos con ellos?

Tienen emociones como nosotros, hasta donde sabemos, felicidad, tristeza, miedo, desilusión. Ciertamente pueden sentir dolor y furia y tienen una memoria fantástica. Pueden planificar para el futuro inmediato. Y respecto al alma, porque nosotros tenemos palabras podemos nombrar estas cosas, cuando estoy en la selva siento esta especie de magia que me rodea y me gusta creer que hay una pequeña chispa de eso en cada uno de nosotros.

Somos nosotros los que hacemos estas preguntas: por qué estoy aquí, quién soy, pero imagínate si tuvieras esos sentimientos pero no tuvieras las palabras para expresarlos, no podrías compartirlos.
Creo que si nosotros tenemos alma, ellos también la tienen.

Informe: Victoria Rubinstein y Eliana Piemonte