Las mujeres son mayoría en la UNC, pero no en los cargos directivos ni académicos más altos

En la Universidad Nacional de Córdoba las mujeres son más en todos los claustros: docentes, nodocentes, estudiantes y egresados. Además, obtienen mejores notas y finalizan la carrera en menos tiempo. Esta mayoría numérica y el mejor desempeño académico no se traducen, sin embargo, en la obtención de cargos de más jerarquía, ejercidos mayormente por varones. En el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores, UNCiencia aborda la desigualdad laboral en el ámbito universitario, desde una perspectiva de género. [26.04.2018]

Por Candela Ahumada
Redactora UNCiencia
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
candela.ahumada@unc.edu.ar

Cuatro siglos debieron pasar para que una mujer llegara a ocupar el puesto directivo más alto en la Universidad Nacional de Córdoba. Casi toda la historia de esta universidad.

Desde las primeras estudiantes parteras, que hacia fines del siglo XIX pudieron acceder a la educación superior para ayudar en la atención del parto y el recibimiento del niño, las mujeres fueron abriéndose paso en el espacio académico y del trabajo universitario hasta ser mayoría. Hoy, la feminización de la UNC se registra en todos los claustros: hay más docentes, estudiantes, nodocentes y egresadas mujeres que varones. Además, comparativamente, terminan su carrera universitaria con mejor promedio general y en menos tiempo.

¿Se refleja esta realidad en los cargos académicos y puestos directivos de la Casa de Trejo?

Alejandra Domínguez es docente universitaria y coautora del libro “Trabajar en la universidad. (Des)igualdades de género por transformar”, junto con Maite Rodigou Nocetti, Jacinta Burijovich y Paola Blanes. El texto, publicado por la Editorial de la UNC, analiza la institución educativa como un espacio laboral en el que se juegan las mismas reglas que en el resto del mundo del trabajo remunerado. En base a investigaciones apoyadas en estadísticas y entrevistas a docentes de esta universidad, plantea que “existe una segregación vertical, que se expresa tanto en las jerarquías de la carrera docente, como en  los cargos de gestión y representación institucional”.

Un repaso de las autoridades universitarias (rector, vicerrector, titulares de áreas, secretarios, prosecretarios y subsecretarios) publicadas en la página web oficial de la UNC, evidencia que el 61% son varones, y el 39%, mujeres.

¿Qué ocurre en los puestos de la carrera docente en el conjunto de las unidades académicas? Según datos oficiales actualizados, los cargos docentes más altos (Profesor Titular, Emérito, Consulto, Asociado y Adjunto) son ejercidos mayormente por hombres, una distribución desigual que se registra pese a que, aunque ajustada la diferencia, hay más mujeres frente a las aulas (4680) que hombres (4552). (Ver gráficos).

Las investigadoras señalan que una de las dimensiones que afecta las trayectorias laborales de las docentes universitarias y obstaculiza la promoción en sus cargos, es la existencia de lo que se conoce como “techo de cristal”.  Se trata de “una barrera que afecta especialmente a las mujeres con pareja masculina e hijos, debido a que ellas, por lo general, están más a cargo del cuidado de personas y del trabajo doméstico”, describe Domínguez.

De las entrevistas realizadas por las autoras del libro, también se desprende que, para los docentes titulares y adjuntos, no existe en cambio conflicto entre el ámbito laboral y familiar. No perciben que las tareas relativas a este último interfieran en su desempeño y ascenso en el trabajo, y tampoco que esos conflictos existan para las profesionales mujeres.

“Para ellos, la distribución de las tareas al interior de las cátedras se da en relación a una pirámide naturalizada, donde los criterios formales de promoción en la carrera son iguales para varones y mujeres. La única excepción es el reconocimiento del impacto negativo de la maternidad en la carrera docente de las mujeres que, consideran, se supera por mérito individual”.

Más y mejores estudiantes 

La evolución histórica de la matrícula femenina muestra un lento pero sostenido avance de la mujer en las aulas universitarias, que se intensifica en la década del 60, y especialmente en los 70, cuando las universidades argentinas multiplican su matrícula estudiantil, y las mujeres ingresan masivamente (ver ¿Cómo fue el acceso al sistema universitario nacional?).

Según los registros oficiales, en la historia de la UNC, 1987 aparece como el año bisagra: es en esa fecha cuando las mujeres estudiantes superan por primera vez en número a los varones.  El crecimiento de la población estudiantil femenina era una tendencia que ya venía registrándose anteriormente y que se mantendrá en alza hasta los últimos 15 años, cuando se observa una relativa estabilización de la matrícula tanto en mujeres como en varones (ver gráficos).

Actualmente, ellas representan el 62,1% (los hombres, el 37,9%) del total de los estudiantes de grado de la Casa de Trejo (118.949).  Son más y, además, obtienen mejores notas (7,35 de promedio general sin aplazos, contra 7,28) y consiguen su título en menos tiempo: terminan la carrera en 8 años, casi 12 meses antes que ellos. En facultades como Arquitectura, Urbanismo y Diseño, esa diferencia llega a los 19 meses.

También hay mayor cantidad de mujeres que egresan de la universidad (65,5%), y que continúan sus estudios y formación a nivel de posgrado (61,6%) (ver Más egresadas de grado y posgrado).

“El alto nivel de las universitarias contribuye a crear el espejismo de la igualdad social, sostenido a partir de una imagen voluntarista de su propia trayectoria académica que no les permite visualizar las condiciones particulares que, por su condición de género, han atravesado”, apuntan las autoras.

Segregación horizontal

En el libro, las investigadoras parten del supuesto de que la Universidad Nacional de Córdoba “sigue manteniendo una división sociosexuada del saber, tanto en el campo de la educación como en el del trabajo universitario”, y marcan la “persistencia de ‘territorios masculinos’ y ‘territorios femeninos’” dentro de la institución.

Contrastando con la información estadística, surge que hay carreras, e incluso áreas de estudio, eminentemente femeninas y, del mismo modo, otras fuertemente masculinas. Las mujeres eligen estudiar mayoritariamente (75,4%) disciplinas  relacionadas con las Ciencias de la Salud (como ciencias médicas, odontología y psicología), las Ciencias Humanas (66,6%), tales como filosofía, letras, ciencias de la educación, artes y lenguas; y las Ciencias Sociales (59,2%), como abogacía, trabajo social y comunicación (ver gráficos).

Mientras que los varones se concentran en las disciplinas relacionadas con las Ciencias Naturales, Básicas y Aplicadas (61%), entre las que se incluyen agronomía, las ingenierías, y matemática, astronomía, física y computación.

Sobre este aspecto, las  investigadoras señalan que hay una “segregación horizontal” en la universidad, que se expresa en la existencia de unidades académicas fuertemente feminizadas o masculinizadas. Domínguez lo explica así: “Hay una disposición de mujeres y varones para algunas carreras ‘adecuadas a su género’, una disposición que, en  realidad, se construye a través de los procesos de socialización. A lo que se suma el aliento o desaliento que encuentran en su entorno mujeres y varones para desarrollar su carrera profesional y académica en determinadas áreas de conocimiento”.

Los nodocentes

El claustro de los nodocentes (personal que realiza tareas profesionales, técnicas y administrativas) también presenta una marcada tendencia a la feminización: hay un 43% más de mujeres (2253) que hombres (1574) en el total de dependencias y facultades de la universidad.

A la hora de distribuir los cargos, las mujeres nodocentes son mayoría en todas las categorías del escalafón (2, 3, 4, 5, 6 y 7), salvo en la más alta (1), donde hay una mayor proporción de varones.

La presencia de las trabajadoras de la universidad se concentra particularmente en las dependencias vinculadas a las áreas de salud (hospitales Universitario de Maternidad y Neonatología, y Nacional de Clínicas y la Facultad de Ciencias Médicas), donde hay 955 mujeres y 438 varones. Significa que, por cada varón, hay más de dos mujeres (2,2).

En opinión de Domínguez, la concentración femenina en el ámbito de la salud se relaciona “con el rol de cuidado de las personas, que históricamente ha sido asignado a la mujer como un atributo natural para el cual estaríamos biológicamente preparadas”.

Estadísticas universitarias
Feminización de la matrícula. Del total de estudiantes de grado de la UNC (118.949), el 62,1% son mujeres (73.849), y el 37,9%, varones (45.100).
Desempeño académico. Las mujeres presentan mejor promedio general que los varones al finalizar su carrera de grado: 7,35 y 7,28 respectivamente (sin aplazos); 6,79, y 6,62 (con aplazos).
Duración de la carrera. Las mujeres tardan casi 8 años en obtener su título de grado, los varones, casi un año más (9 años).
Cargos directivos. Del total de autoridades universitarias (publicadas en la página web oficial de la UNC), el 61% son varones, y el 39%, mujeres.
Carreras elegidas. Las facultades en las que más mujeres eligen estudiar son Ciencias Sociales (88%), Lenguas (81,71%), Psicología (78,7%) y Odontología (74,5%). Los varones, en cambio, se concentran mayoritariamente en Ciencias Agropecuarias (70%), las ingenierías (67%), y Matemática, Astronomía, Física y Computación (65,6%).
Graduados. Las mujeres representan el 65,5% de quienes obtienen su título universitario, los varones, el 34,5.

Más egresadas de grado y posgrado

Las mujeres casi duplican a los hombres entre los egresados de grado (4842 contra 2551). Representan el 65,5% de quienes obtienen su título universitario (ellos, el 34,5%), que pertenece mayormente a las carreras relacionadas con las Ciencias Sociales, Ciencias de la Salud, o las Humanidades.

En cambio, los varones se gradúan más en las carreras vinculadas a las Ciencias Naturales, Básicas y Aplicadas (facultades de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; Matemática, Astronomía, Física y Computación); y Agropecuarias, única Área en la que son mayoría (se llevan el 56,7% de los títulos de grado, y ellas el 43,4%).

También son más las mujeres que continúan su formación académica y obtienen su título a nivel de posgrado (Especializaciones, Maestrías y Doctorados), donde representan casi el 60% del total de egresados. Se repite, al igual que a nivel de grado, una distribución diferenciada en las distintas áreas de estudio, según el género.

Cómo fue el acceso al sistema universitario nacional

Para las mujeres, el acceso al sistema universitario fue un proceso más tardío y lento en relación a su inserción en los otros niveles del sistema educativo nacional.

Mientras que hacia 1940 solo el 13% del alumnado de las casas de altos estudios del país estaba compuesto por mujeres, en el período 1941-1978 ese porcentaje aumentó a una tasa de crecimiento anual del casi 10%, mientras que la tasa masculina lo hizo en un 5%.

Así, en la década del ‘60 y particularmente en los ’70, creció fuertemente la población estudiantil de las universidades argentinas, y las mujeres ingresaron masivamente. Entre 1980 y 1991, se registró un aumento intensivo de la tasa de escolarización superior y universitaria. Desde entonces, continuó aumentando la participación femenina, aunque de forma menos acentuada, estabilizándose en una proporción levemente mayor que los varones en el total de la matrícula estudiantil nacional.

Fuente: “Trabajar en la universidad. (Des)igualdades de género por transformar”. Editorial UNC.