María Angélica Perillo: “La respuesta del personal de investigación, becarios y becarias de Conicet ante la pandemia ha sido emocionante”

Una vez más, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) se ubicó primero en el Ranking SCImago 2021, dentro de los organismos de gobierno de Latinoamérica dedicados a la investigación. En esta entrevista con UNCiencia, la directora del Centro Científico Tecnológico (CCT) Córdoba detalla cómo la inyección presupuestaria a partir de 2007 y la conformación de las unidades ejecutoras regionales fueron clave para que esto ocurra. También analiza cuáles son los desafíos para sostener una posición de liderazgo regional. Y destaca el compromiso de los distintos equipos de investigación, que pusieron sus capacidades a disposición para abordar la pandemia de Covid-19. [09.06.2021]

Por Soledad Huespe
Redacción UNCiencia
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
soledad.huespe@unc.edu.ar

Tras la evaluación de 7.533 instituciones científicas de todo el mundo, el ranking SCImago ubicó a Conicet como la primera entre las latinoamericanas y como la mejor de Argentina. A nivel global, este año Conicet se encuentra en el puesto 195, tres posiciones más arriba respecto a 2020. La Academia de Ciencias de China encabeza, una vez más, el ranking SCImago. Ver el informe aquí.

El Conicet está abocado a la promoción y ejecución de actividades científicas y tecnológicas con proyectos que buscan un impacto social, al tiempo que procuran favorecer el desarrollo del país y el bienestar de la población. Despliega sus actividades en todo el territorio nacional y en las diferentes áreas del conocimiento.

En la Universidad Nacional de Córdoba, este centro cuenta con 853 personas que se desempeñan como becarias y becarios, 895 que realizan investigación, 189 que desarrollan trabajo técnico y profesional como miembros de la carrera del personal de apoyo (CPAs) y 20 que se desempeñan como personal de gestión. La totalidad está distribuida en 43 centros de doble y triple dependencia de la provincia. “De estas personas, la mayoría de quienes hacen investigación y son becarias y becarios, tienen cargo docente universitario”, aclaran desde el CCT Córdoba del Conicet.

María Angélica Perillo es directora del Centro Científico Tecnológico Córdoba del Conicet. En esta entrevista profundiza cuáles son los retos que debe enfrentar la institución para sostener su posición de liderazgo.

El ranking SCImago comenzó a implementarse en 2009 y desde ese año Conicet ha escalado varias posiciones, ¿cuáles son las líneas de acción o políticas que posibilitaron ese crecimiento hasta llegar al primer lugar en Latinoamérica este año?

La primera política es la inversión. El aumento del presupuesto posibilitó incrementar la cantidad de becas, tanto doctorales como posdoctorales, y la cantidad de ingresos a carreras científicas y también a carreras de personal de apoyo. También hubo una importante inversión en equipamiento y alguna inversión en infraestructura, que siempre es insuficiente pero que debe acompañar. Creo que todo eso influyó significativamente. Pero también, posiblemente, la organización en unidades ejecutoras que fue promovida a partir del 2007 con el decreto presidencial 310, por el cual se crean los centros científicos tecnológicos y se estimula la creación de las ejecutorias. Entonces, en el marco de las Unidades Ejecutoras, quienes trabajan en el ámbito de la investigación se reúnen alrededor de disciplinas similares y se generan así espacios de contribución, de discusión. Además, las Unidades Ejecutoras se reúnen en el ámbito de un CCT con las direcciones que forman un consejo directivo, se intercambian experiencias, las unidades de administración del CCT desarrolla actividades que congrega a la comunidad en general. Esa interacción induce efectos positivos en el desarrollo colectivo.

Mayor inversión en ciencia y tecnología desde 2007 y la organización en unidades ejecutoras dentro de los CCT, ¿alguna otra medida identifica como promotora de este ascenso en el ranking SCImago?

Sí, otra cuestión también muy importante fue el desarrollo de los sistemas nacionales de grandes equipamientos. Allí confluyen grandes equipos adquiridos con fondos del Estado nacional, que son localizados en diversos lugares del país, manejados por personal especializado, y a los cuales tienen acceso, mediante un turnero, el conjunto de investigadoras e investigadores de toda Argentina. Ese avance de la ciencia, en cuanto al desarrollo tecnológico, permite hacer preguntas cada vez más específicas y para cuya resolución se requiere equipamiento especial. De esta manera, no es necesario que todo el mundo sea especialista en todo: una persona puede encontrar en un equipo ubicado en otro instituto la solución a un problema experimental que no tiene en su propio lugar de trabajo. De esa forma puede resolver su problema teórico-experimental de una manera más rápida. Esto antes no era posible y ha generado un impacto muy importante.

¿Cómo evalúa la respuesta del sector científico-tecnológico argentino ante la pandemia? ¿Cómo respondieron los distintos equipos de investigación?

Creo que la respuesta general del personal de investigación y de becarios y becarias ha sido emocionante. El grado de compromiso voluntario que han exhibido ha sido muy grande. Y eso sin ningún estímulo. En ausencia de estímulos económicos, la gente empezó a ofrecer sus capacidades. Desde el CCT Córdoba hicimos un relevamiento de capacidades y ofertas. Lo tuvimos antes que el Gobierno Nacional organizara la convocatoria que se llamó “Covid-19”. Entonces, la gente ya estaba dispuesta a participar y ese llamado dio un marco para ello.

¿En qué consistió exactamente y cuántos equipos de investigación de Córdoba participaron?

La convocatoria ofrecía fondos para proyectos que dieran respuestas a problemas asociados al diagnóstico, la prevención, el seguimiento y el tratamiento de Covid-19. Se presentaron más de 900 proyectos, de los cuales se aprobaron 64. De esos, 10 vinieron a Córdoba, la mayoría a la Universidad Nacional de Córdoba. La Nación aportó fondos en cantidad muy importante y el sector de investigación participó con gran entusiasmo ofreciendo esos proyectos. Después vinieron los proyectos federales, con una orientación similar a la resolución de problemas, pero con una cantidad de fondos menor y con un tiempo de exigencia para la ejecución menor.

¿Cuáles son los desafíos que avizora para los próximos años en la ciencia argentina?

La pandemia nos muestra un aspecto importante: la dependencia de las importaciones. Hay un montón de productos importados necesarios para llevar a cabo desarrollos científicos y tecnológicos, y al inicio de la pandemia se puso de manifiesto la necesidad de tener producción nacional. Eso ha sido muy evidente. Los países centrales han reservado las disponibilidades de diverso tipo de insumos, imprescindibles para el desarrollo de vacunas. Por ejemplo, el caso de los filtros de los cuales no podía disponer México para terminar el proceso de preparación de las vacunas Covid, que es el problema que se desencadenó entre Argentina y México en este último año. Ahí se puso de manifiesto claramente la dependencia que tenemos de cierto tipo de importación. Este es un aspecto a tener en cuenta: ver qué se puede producir, que valga la pena y sea rentable también a nivel nacional, para disminuir nuestro nivel de dependencia. No son solamente este tipo de insumos, también algunos reactivos que claramente se podrían producir a nivel nacional.

Resuelta esa dependencia de las importaciones, ¿cuál sería el siguiente paso?

El desarrollo de Laboratorios Nacionales de Medicamentos. Es un proyecto que venía desde el 2011, quedó trunco y ahora está por reactivarse. Se trata de medicamentos producidos por laboratorios nacionales, como por ejemplo Hemoderivados. Hay muchos otros que se podrían estimularse: hay capacidad científica y tecnológica, pero requieren mayor inversión. Por ejemplo, aproximadamente en 2011 se realizó una inversión necesaria para producir cierto tipo de vacunas en los Laboratorios Richmond, que ahora han sido convocados para la producción de la vacuna Sputnik. El Richmond nació de una inversión nacional que pudo ser aprovechada por un laboratorio privado.

Hasta ahí tenemos dos temas centrales para el trabajo de los próximos años: la independencia de las importaciones y la inversión en laboratorios nacionales de medicamentos…

Sí, otro tema es el de alimentos sanos nutritivos al alcance de todos los ciudadanos, pero con sistemas de producción protejan al ambiente. El tema de la energía también es prioritario: el desarrollo de sistemas de producción de energía renovable siempre atravesados por la cuestión ecológica. Desde el CCT Córdoba hemos enarbolado el principio de una sola salud, es decir, un ambiente sano, con alimentos sanos, para permitir el desarrollo de humanos sanos. Y dentro de las ciencias biológicas y de la salud, promover la medicina traslacional porque nuestro país se ha destacado en esa área. Tanto es así que los tres premios Nobel que Argentina logró en ciencia son en esas áreas: el de Fisiología de Houssay, el de Química de Leloir y el de Medicina de Milstein. La ciencia básica argentina es de excelencia, pero también es necesario dar el paso siguiente: pasar de la ciencia básica al aporte de la resolución de los problemas de la sociedad, no solo en el área de la biología, sino en todas las ciencias. Todo sin descuidar la ciencia básica, porque la generación de conocimiento constituye el cimiento de la ciencia y de la independencia.

Sobre el ranking SCImago

SCImago Institutions Ranking es un ranking de instituciones de educación superior y centros de investigación que se lleva a cabo desde 2009, enteramente centrado en la investigación. Utiliza como fuente de información la base de datos científica Scopus.

Para confeccionar el ranking de esta edición, SCImago consideró los resultados obtenidos durante el período de cinco años comprendido entre 2015 y 2019. La única excepción es el caso de los indicadores web, que se calcularon con los valores del último año.

El proceso de medición se realiza a partir de 17 indicadores, que miden el impacto normalizado de la producción científica, la excelencia medida en función de la publicación en la cual la institución es el principal contribuyente, el total de publicaciones realizadas en el período, el liderazgo científico adquirido a nivel institucional, la colaboración internacional y el porcentaje de documentos publicados en revistas de acceso abierto.

Según establece en sus políticas, el objetivo principal que persigue este ranking es el de contribuir a la toma de decisiones, al desarrollo de políticas públicas e institucionales y al establecimiento de hojas de ruta para el impulso la actividad investigadora y mejora continua de las instituciones.