Una cátedra que experimenta con el espacio público

Laboratorio de Dispositivos para el Espacio Público es una materia electiva que se dicta desde 2016 en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNC. Es la primera asignatura optativa para estudiantes de las dos carreras que dicta esa unidad académica: Arquitectura y Diseño Industrial. Propone construir elementos que inviten al uso del espacio público o señalen algún aspecto crítico referido al mismo. Sus proyectos aprovechan materiales de descarte de la industria automotriz y este año incorporaron madera, con una lógica de eficiencia y reutilización. [13.12.2018]

Por María José Villalba
Redactora UNCiencia
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
maria.jose.villalba@unc.edu.ar

En 2016, un grupo de docentes de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNC (Faud), presentaron el Laboratorio de Dispositivos para el Espacio Público, una materia electiva semestral que respondió a una convocatoria institucional y fue aprobada por el Consejo Directivo de esa unidad académica. Es la primera asignatura optativa para estudiantes de ambas carreras de esa institución: Arquitectura y Diseño Industrial. Desde entonces, la iniciativa tiene cada vez más interesados.

Los profesionales observaron la poca interacción y el nulo cruce de contenidos entre ambas carreras y su respuesta fue el Laboratorio de Dispositivos para el Espacio Público. “La propuesta tuvo que ver con la necesidad que pudimos percibir, con un grupo de colegas, de un espacio institucional que uniera las dos carreras. Hasta el momento solo se habían dado algunas experiencias puntuales, pero ninguna cátedra conjunta”, precisa Santiago Canén, parte del cuerpo docente.

El contacto entre los alumnos de ambas disciplinas propició un fuerte cruce entre las carreras y allí el concepto de dispositivo se volvió fundamental. “Desde la cátedra invitamos a pensar en una arquitectura que no está fija, que se mueve, donde hay una proximidad con el cuerpo, una arquitectura de dispositivos en otra escala”, explica Canén.

En esa línea, asegura que la intersección más interesante sucede cuando el arquitecto supera el campo de la abstracción y “establece un contacto más tangible con los materiales, algo que el diseñador industrial tiene mucho más asimilado”. Como contrapartida, el diseñador industrial puede llevarse una noción del espacio público y sus usos. ”Dispositivos para arquitectos y espacio público para diseñadores”, resume el docente.

Según detallan desde la cátedra, la asignatura también nació como una crítica a la noción de taller “alineada​ ​con​ ​el​ ​pensamiento industrial”,​ donde el​ ​profesor​ ​imparte​ ​clases​ ​mientras​ los ​alumnos​ ​siguen​ ​directivas, en​ ​tanto​ ​los​ ​problemas​ y programas ​a​ ​resolver​ ​son​ ​conocidos​ ​y determinados​ ​de antemano.

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Estudiantes de la cohorte 2017 del Laboratorio de Dispositivos para el Espacio Público.

“El taller es un espacio tradicional de nuestra facultad, donde los alumnos solo concurren para corregir su trabajo, con poca participación y sin construcción colectiva”, cuenta Canén y define, en contraposición, la metodología de trabajo del Laboratorio de Dispositivos para el Espacio Público: “Intentamos una práctica horizontal en donde podamos aprender y experimentar. En la que baje la crítica del docente y suba la opinión del alumno. La idea es justamente que todas las opiniones sean válidas”.

Dispositivos “desobedientes” para intervenir el espacio público

Cada año, la cátedra se asigna como meta la construcción colectiva, y en escala, de variados dispositivos que provoquen una invitación a realizar actividades en el espacio público, lo visibilicen  o señalen algún aspecto crítico del mismo.

“Hay una gran falta de cultura de uso del espacio público. Desde el momento que se decide proyectar un dispositivo, es necesario trabajar con otra interpretación de la eficiencia. Los dispositivos inducen una determinada práctica en el espacio, por eso implican un ejercicio activo del proyecto de arquitectura y ciudad que revela su capacidad política”, reflexiona el arquitecto.

Respecto a la revisión de la eficiencia y uso de un objeto, desde la cátedra apuntan que siguen una determinada lógica de construcción, en función del material y sus posibilidades. “La idea que sostenemos es la reutilización y la potencialidad de algunos elementos que en otras ocasiones se desechan”, detalla Canén. De ahí que los elementos generados hasta ahora se realizaron con material de descarte de la industria automotriz, en los dos primeros casos, y con madera el creado este último año.

El arquitecto explica que trabajan con el concepto de “desobediencia tecnológica”, acuñado por el diseñador industrial Ernesto Oroza, en la Cuba de los años noventa. Básicamente, propone una revisión radical y cuestionamiento de los objetos y sus procesos industriales desde una perspectiva artesanal.

“Durante la crisis cubana de los años noventa comenzaron a transformarse lavarropas en batidoras o ventiladores, o bandejas en antenas. La población reparaba sus aparatos y construía nuevas máquinas con piezas de objetos estropeados”, relata Canén.

Una vez ideado el dispositivo, el siguiente paso es trasladarlo al espacio público. “Con estas instalaciones nos interesa abordar qué es el espacio público, cuáles son sus dominios y, por otro lado, hacer una lectura que tenga que ver con los usos y las prácticas dominantes del mismo”, subraya.

A su criterio, el Laboratorio de Dispositivos para el Espacio Público es un lugar de ensayos y prototipos, donde se trabaja con los avatares de nuestra cotidianeidad para cuestionarlos, modificarlos, torcer su curso y dar cuenta de cómo la cultura, la economía y la política afectan al diseño de nuestro entorno.

Tres años, tres dispositivos

Desde su creación, el Laboratorio de Dispositivos llevó adelante tres proyectos diferentes, todos resultado de una construcción colectiva y con un propósito determinad.

En el 2016 se hizo hincapié en el concepto de laboratorio y trabajo colectivo. Se construyeron redes (fabricadas con mangueras del motor de camiones) para que se puedan montar y desmontar en los árboles del Pabellón Brujas de Ciudad Universitaria. “Este primer proyecto se trató de una mirada nostálgica pero también crítica de la sobreocupación de Nueva Córdoba y el Centro de nuestra ciudad. Elegimos uno de los pocos lugares del centro de la ciudad en donde todavía podía observarse el atardecer”, explica Canén.

En el 2017, y con una mirada más atenta al dispositivo en sí mismo, se presentó “Pasto Negro. Superficie de Placer”. Realizado a partir de cajas con bisagras y resortes de acero forrados en vinilo negro, la intervención reflexiona sobre la condición del pasto en los espacios públicos de la Ciudad de Córdoba, ya que la inestabilidad de la zona climática serrana y la intensidad de uso hacen que generalmente el pasto no perdure.

Cada módulo de pasto negro puede mantenerse plano como superficie, o replegarse y generar un apoyo elevado. La tensión generada al curvar los resortes forrados genera un rebote lúdico en el cuerpo, desarmando las posiciones convencionales de asiento. Este dispositivo obtuvo una mención especial en la Bienal Internacional de Arquitectura de Argentina.

Finalmente, en 2018 presentaron “Paisaje sonoro”, una instalación que invita al intercambio social en el espacio público y a reflexionar sobre el valor colectivo en la técnica y la tecnología. Esta estructura recíproca se caracteriza por cubrir una gran superficie con una cantidad limitada de piezas.

A partir de tres barras ranuradas de 1,50 metros, trabadas entre sí, se compuso un módulo triangular base que al asociarse con otros configuraba un patrón tridimensional. En su armado se generó una superficie triangular curva dado el desnivel de la traba inicial de cada módulo. Durante el montaje fue necesario garantizar la reciprocidad estructural de cada pieza, por lo que debió ser armado colectivamente. Dentro de esta red física se creó una red virtual que conformó un parlante colectivo mediante una aplicación descargable (Amp Me) para lograr que todos los celulares existentes transmitan la misma información.

“Paisaje sonoro” estuvo instalado durante octubre en el Parque de las Naciones (al norte de la ciudad de Córdoba), en el marco de la Bienal Internacional de Diseño en Córdoba. Se construyó dentro del seminario “Toco Madera XL”, con materiales y logística proporcionados por la Cámara de la Madera y el Mueble (Cammec), y con la participación de Diforte Muebles.

El objetivo fue visibilizar el trabajo colectivo a partir de una estructura que se debía ser armada colectivamente, generando una pieza de escala paisajística que aprovechara al máximo las capacidades del material dado.

Cátedra | Laboratorio de Dispositivos para el Espacio Público
Profesores | Agustín Barrionuevo, Santiago Canén, Carolina Vitas, Daniel Antonio Martínez, Tomás Spina, Marcela Coppari
Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño Industrial (UNC).