Patricia, Martín y Sebastián Gualpa son hermanos. Comparten desde niños una historia y una pasión en común: pasaban días enteros inventando juegos en el patio de su casa, que luego compartían con sus amigos. En aquellos días de efusiva creatividad sellaron un pacto: nunca dejarían de jugar y de crear sus propias aventuras. Pasaron los años. Martín se recibió de Ingeniero en Sistemas, Sebastián egresó como Ingeniero en Computación y Patricia eligió una carrera más cercana al arte: se licenció en cine y televisión en la Universidad Nacional de Córdoba.
Ya adultos, honraron el viejo pacto infantil. Decidieron trabajar juntos y fundaron Bixel Studio, una empresa que diseña videojuegos y que actualmente está incubada en la UNC. “A Sweet Speed”, su ópera prima, ya está montada en el Apple Store y puede ser descargada en cualquier dispositivo móvil con el sistema operativo iOS.
El de los Gualpa no es un caso aislado. En el sistema universitario argentino se forman cientos de jóvenes con ideas productivas que logran hacerse realidad. Cada vez más las casas de altos estudios se comprometen con el desarrollo económico y social de sus regiones. Se trata de transferir conocimientos y apoyar el crecimiento de empresas en un contexto universitario.
La UNC no es ajena a esa realidad. Desde hace poco más de un año, cuenta con su propia incubadora de empresas de base tecnológica enclavada en el Parque Científico Tecnológico.
Ser emprendedor es sinónimo de ser innovador. Existen distintos tipos de emprendedores, pero todos coinciden en un punto: convierten una idea en un proyecto concreto. En los últimos años, cada vez más jóvenes encarnan este espíritu y las universidades han ido generando los espacios necesarios para ayudarlos en sus proyectos.
