“El restaurador no puede tener demasiada imaginación”

Profesor y licenciado en Historia, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, Axel Nielsen se especializó en restauración de monumentos en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Génova, Italia. Allí reside desde 1989 y es titular de un laboratorio de conservación de obras de arte al que diferentes entes públicos le confían la restauración de su patrimonio.

Durante su estancia en Córdoba ofreció una disertación sobre “El Monumento al Navegante, de Antón María Morera, en Génova. Reconstrucción y restauración”, invitado por la Prosecretaría de Cultura de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y el Instituto Italiano de Cultura.

En dialogo con Hoy la Universidad, consideró que el modo en que una ciudad conserva su patrimonio habla de la forma en que se proyecta hacia el futuro. Interrogado sobre su la conservación de fachadas –como la del viejo colegio Olmos o el edificio que alberga al primer edificio inteligente de Córdoba– aclara que no se especializa en patrimonio arquitectónico pero que “eso es considerado un falso histórico. El edificio tiene una unicidad como tal, con sus escaleras, como era. Entonces debe mantenerse entero. Sin embargo, naturalmente hay un motivo por el que se hacen estas cosas, también es respetable, ya que tampoco se puede musealizar todo”.

Consultado por la función social de la restauración, Nielsen explicó que una obra de arte, un objeto o un monumento con un valor particular para la sociedad, transmite un mensaje, una parte de la historia de esa población. La misión de la restauración es conservar, de la manera más fiel posible, la historia para las generaciones futuras.

¿Y cuáles son los límites a la restauración?

Podría hablar todo un capítulo sobre el falso histórico o lo que es falsear la identidad de un objeto con una restauración hecha de modo equivocado. Esto puede provocarse dando el color que se nos ocurra a una fachada, cuando en realidad nació concebida por –imaginemos- un gran arquitecto o un gran artista, con ciertas características que reflejaban el espíritu de una época, de una cultura. Uno tiene que morderse las manos -por decirlo de alguna manera-, y mantener ese mensaje, porque es un elemento original, único y no podemos intervenir. En ese sentido, el restaurador no puede tener demasiada imaginación, retocar y hacer algo nuevo.

Más que imaginación requiere estudio e investigación…

Se realiza mucha investigación. No sólo la previa a la restauración, sino la que se efectúa durante el trabajo, para poder obtener todos los datos necesarios e intervenir del modo más equilibrado posible. La restauración es un momento terriblemente delicado, porque una vez que uno ha empezado a sacar niveles de pintura de una fachada, es imposible volver atrás. No se puede rehacer, es como una intervención quirúrgica: cuando se realizó la incisión no hay retorno. Es necesario estar muy atentos y recolectar todos los datos posibles para actuar con tranquilidad.

¿De qué tipo de datos estamos hablando?

Algunos se refieren al nivel de degradación, a sus causas. Otros a las características del material. Es muy importante conocer el material sobre el que se va a trabajar, su historia, porque hace a la cultura del restaurador respecto al objeto.

¿Cómo se incorporan los avances tecnológicos a la labor del restaurador?

Hay dos canales fundamentales en la vida cotidiana de un restaurador: la tradición y la innovación. La primera porque trabaja con objetos que han sido realizados con técnicas muy antiguas y muy válidas, por cuanto cuando se reconstruye debemos hacerlo utilizando las mismas técnicas. Y la innovación, porque es fundamenta mantenerse actualizado sobre las técnicas de diagnóstico de la degradación, su tipo y la profundidad del deterioro.

El Estado, la Universidad, las ciudades

Si bien Nielsen se especializa en la restauración de estatuas, fuentes y otras obras que se conservan en museos, opina que el Estado y la Universidad cumplen un papel fundamental en la conservación del acervo arquitectónico y cultural, ya que ambos tienen “el deber de tutelar el patrimonio cultural de una ciudad”. La universidad, porque es donde se estudia, donde se encuentra el acervo cultural y donde están los profesionales. Entonces, su deber es fija pautas, señalar un camino de tutela, independientemente de la corriente política que se encuentre en su conducción.

¿Y cómo se aplica esto en Italia?

Lo hace el Estado a través de unos órganos que se llaman superintendencias. Hay una que protege los bienes artísticos, históricos y antropológicos, que alcanza a los bienes móviles como las sillas, mesas, estatuas y cuadros; y otra que se ocupa de los bienes arquitectónicos, los edificios y también los paisajes, porque también es fundamental tutelar zonas de interés para toda la población. También está la superintendencia de bienes arqueológicos.

¿Qué sucede con el sentido de los monumentos y las estatuas cuando son trasladados de su emplazamiento original?

La historia de los monumentos públicos sigue las vicisitudes de la evolución de la ciudad. Un ejemplo de ello es el monumento a Vélez Sársfield, originalmente emplazado en el medio de la intersecciones de bulevar San Juan con las avenidas Vélez Sársfield e Hipólito Irigoyen. El crecimiento de la ciudad, los problemas de circulación de autos, o la modificación del tejido urbano muchas veces obligan a cambiar de lugar los monumentos. No es muy común, y debe estar los suficientemente justificado.

Cuadratín G3  QUIÉN ES AXEL NIELSEN   

Estudió Historia en la Universidad Nacional de Córdoba y se especializó en restauración de monumentos en la Facultad de Arquitectura de Génova, Italia, donde vive desde el 1989.

Es titular de un laboratorio de conservación de obras de arte en Génova desde el 1990 y se ocupa de obras de propiedad de Entes Públicos (Museos, Municipalidades, Universidades), bajo la supervisión de los organismos estatales que tutelan el patrimonio artístico italiano, la Soprintendenze Regionali de Liguria y Piemonte.

Ha restaurado obras de Santo Varni, Domenico Trentacoste, Bistolfi, Gaetano Cellini, Eugenio Baroni, entre otros para la Galleria d’arte Moderna y le Raccolte Frugoni di Genova. También obras que se conservan el Museo di San Agostino, así como todas las estatuas de la Sala del Capitano, la Sala della Mercanzia, la Manica Lunga, la Loggia a Mare y la chimenea monumental en mármol de Giacomo della Porta (1554).

En la ciudad de Génova ha restaurado monumentos como el de Rubatino, el Balilla, y el Navigatore.

Desde el 1993 al 2008 colaboró en Turquía con las Misiones Arqueológicas Italianas de Hierapolis de Frigia en Pamukkale, (Università di Lecce), de Iasos en Milas, (Museo Archeológico Nazionale di Ferrara) y en Bodrum (Texas A&M University) en la reconstrucción de monumentos elenísticos (anastilosis).

Ha trabajado en actividades didácticas y de restauración en La Paz (Bolivia) y en Mato Grosso do Sul, Campo Grande (Brasil).

Ha dictado una serie de conferencias en el Master of Conservation of Historic Objects como visiting professor en Durham (Inglaterra), en el E.N.A.I.P. (Ente di formazione Professionale) y en la Scuola Edile de Génova.

Actualmente colabora como profesor en el Master in Restauro Architettonico de la Facultad de Architettura de Genova.