Investigación de la UNC pone en cuestión lo que se creía en el mundo sobre una enfermedad de transmisión sexual
La tesis de doctorado de Daniela Paira, de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, identificó la circulación en nuestra región de una variante invasiva de la bacteria Chlamydia trachomatis, y que la enfermedad que desarrolla, el linfogranuloma venéreo (LGV), puede generar epididimitis crónica en hombres. El caso, detectado en un paciente cordobés, es el primero de LGV con este cuadro clínico reportado a nivel mundial. [07.07.2023]
Secretaría de Ciencia y Tecnología – UNC
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Chlamydia trachomatis es una bacteria que puede causar una gran variedad de enfermedades oculares, respiratorias y especialmente genitales. Es la infección bacteriana de transmisión sexual más prevalente en el mundo.
Entre ellas hay cepas más agresivas que siempre fueron detectadas en varones homosexuales o mujeres transexuales VIH-positivos. Sin embargo, un estudio de la UNC detectó el primer caso de infección con una de estas cepas que contradice este sesgo de la bibliografía científica. Los resultados de este trabajo permiten ampliar el horizonte de la epidemiología de las infecciones por C. trachomatis.
A pesar de las campañas de prevención existentes y de ser una bacteria ampliamente sensible a los antibióticos, la prevalencia de C. trachomatis sigue en aumento, sobre todo entre jóvenes, lo que es motivo de preocupación en los principales organismos internacionales de salud pública.
Dentro de las cepas de esta bacteria existen algunas como L1, L2 y L3 que son peligrosas, aunque menos frecuentes. Causan la forma más invasiva y grave de infección por C. trachomatis: el linfogranuloma venéreo (LGV).
Esta antigua enfermedad se caracteriza por manifestarse con ganglios inguinales inflamados prominentes y característicos, llamados bubones, muy dolorosos y que llegan a ulcerarse. De no ser tratada, la enfermedad puede ocasionar graves consecuencias y secuelas irreversibles y estigmatizantes.
Las cepas L1, L2 y L3 fueron tradicionalmente asociadas a la infección e inflamación rectal (proctitis/proctocolitis) en varones homosexuales y mujeres transexuales VIH-positivos. Sin embargo, un estudio de la UNC detectó un caso de infección por C. trachomatis L2 que contradice la mayoría de la bibliografía. Fue publicado en la prestigiosa revista Frontiers in Public Health.
“Las novedades que aporta este trabajo son de interés clínico, microbiológico y epidemiológico. Detectamos la infección por C. trachomatis L2 en un paciente heterosexual, VIH-negativo, que consultó por infertilidad de pareja, y que presentaba un cuadro de epididimitis (dolor testicular) crónica, de varios meses de evolución”, señala Rubén Motrich, director de la tesis de Daniela Paira, primera autora del trabajo.
“Lo inesperado fue que, al analizar la tipificación molecular (determinar la secuencia de genes específicos de esta bacteria) descubrimos que el agente causal era C. trachomatis L2. Tras una exhaustiva búsqueda bibliográfica y reiterados análisis de los datos obtenidos, pudo establecerse que se trataba del primer caso detectado de epididimitis causada por C. trachomatis L2. El paciente no tenía ninguno de los signos y síntomas clínicos ni los antecedentes epidemiológicos comúnmente asociados a LGV”, comenta Héctor Alex Saka, codirector de la tesis.
“Las variantes L de C. trachomatis requieren un tratamiento antibiótico más prolongado que el prescripto frente a las otras variantes de esta bacteria asociadas a ITS, que por otro lado son mucho más frecuentes. Los resultados de este trabajo permiten ampliar el horizonte de la epidemiología de las infecciones por C. trachomatis”, amplía Motrich.
Y añade: “El problema es que la búsqueda de este patógeno siempre estuvo orientada a personas homosexuales y transexuales , VIH-positivas, porque tradicionalmente se hizo así, y ese es el gran error. Creo que había un cierto sesgo de género. Estas variantes de la bacteria podrían haber estado también infectando y causando patología en la población heterosexual. Nuestro hallazgo demuestra justamente eso”.
Cómo se detectó la cepa L2
El equipo de la UNC pudo detectar la circulación de esta variante gracias a que se secuenció el ADN de las muestras recogidas, mediante la técnica de epidemiología molecular denominada MLST (tipificación de secuencias de múltiples locus) y secuenciación del gen ompA (de la proteína mayor de membrana externa, MOMP). Uno de los objetivos del trabajo fue empezar a caracterizar la epidemiología molecular de cepas de C. trachomatis en nuestro medio.
“Queríamos saber -dice Motrich- qué cepas genéticas de Chlamydia están circulando y los tipos de infección que producen”.
“Hay mucha información sobre Chlamydia y las infecciones que genera en los países del primer mundo, pero la epidemiología molecular de la infección en Argentina es algo que aún no se había investigado, a pesar de que es la ITS bacteriana más prevalente en el mundo”, explica Motrich, docente de la UNC, investigador del Dpto. de Bioquímica Clínica y del Conicet.
El trabajo de Paira se concentró en casos de infecciones genitales de hombres sexualmente activos. El caso encontrado fue el de un paciente cordobés que consultó al médico urólogo por problemas de infertilidad de pareja. La intervención de los análisis permitieron vincular los síntomas de epididimitis con la presencia de Chlamydia trachomatis L2, y no con los síntomas típicos que genera el linfogranuloma venéreo (LGV).
La bioquímica y futura doctora Daniela Paira señala: “Detectamos en este paciente que la bacteria le causó epididimitis, pero no quiere decir que si se contagia a otra persona no le genere un cuadro más grave”, alerta.
Importancia para el tratamiento
“El trabajo tiene relevancia médica tanto para el diagnóstico como al momento de elegir una terapia antimicrobiana adecuada. Pero también indican la necesidad de realizar más estudios orientados a detectar y documentar este tipo de casos, que muy posiblemente se encuentran subdiagnosticados ya que requieren de técnicas de epidemiología molecular muchas veces fuera del alcance de los laboratorios de microbiología clínica”, menciona Alex Saka.
En el trabajo intervinieron científicos y científicas del Dpto. de Bioquímica Clínica de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, Daniela Paira, Rubén Motrich, Alex Saka y personal médico y bioquímico del Laboratorio de Andrología y Reproducción y del Centro Urológico Fucdim, de la ciudad de Córdoba.
“La tesis de Paira fue producto de un trabajo interdisciplinario, que permite tener un know how altamente especializado gracias a la experticia y las capacidades tecnológicas que tenemos a nivel de investigación básica aplicada a la clínica, a partir de un problema de salud local. Esto permite el diseño de estrategias de intervención adecuadas a nuestra propia realidad epidemiológica, que muchas veces es diferente a lo que sucede afuera”, concluye Motrich.
Fecha de publicación: 6 julio, 2023