Detectan bacterias multirresistentes a los antibióticos en el río Suquía y en el ambiente de Córdoba
Son las principales responsables de las infecciones intrahospitalarias. Para los investigadores, los derrames cloacales y su desembocadura en el curso de agua que atraviesa la capital provincial facilitan su dispersión en el ambiente urbano y periurbano. Si bien no se trata de bacterias causantes de contagios masivos o grandes epidemias, recomiendan monitorear la situación. El problema radica en que estos microorganismos aportan sus genes de resistencia a las comunidades microbianas naturales del ambiente, lo que puede acelerar la evolución de la resistencia a los antibióticos. Para 2050 se prevé que los fallecimientos por acción de estos gérmenes casi invencibles sea la primera causa de muerte a nivel mundial. [16.10.2019]
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
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Tras dos años de recolección de muestras en distintos puntos de la ciudad de Córdoba, un estudio multidisciplinario identificó un conjunto de bacterias multirresistentes a antibióticos en el ambiente de Córdoba y en el río Suquía.
En ocasiones, estos microorganismos –que causan infecciones de diversa gravedad– son portadores de un gen que los convierte en resistentes a los antibióticos más utilizados, con lo cual los tratamientos suelen ser más complejos y, en casos extremos, ineficaces.
“Con las aguas servidas se está vertiendo este tipo de bacterias resistentes en el entorno. Si bien no debemos tener miedo del surgimiento de una epidemia, estos derrames cloacales pueden causar problemas en la salud pública”, explica Héctor Alex Saka, investigador del Departamento de Bioquímica Clínica de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC.
La automedicación, el mal uso y el abuso de los antibióticos, los desbordes cloacales –que transportan gran cantidad de bacterias junto a cantidades bajas pero activas de antibióticos en las excretas–, y el uso de antibióticos como promotores de crecimiento de los animales en producción agropecuaria son algunos de los factores que aceleran el desarrollo de resistencia en los microorganismos.
“En condiciones normales, puede llevar décadas a una bacteria desarrollar resistencia. Pero al estar sometida asiduamente a la acción de antibióticos, puede lograrlo en menos tiempo. Hoy observamos que en cinco o seis años, o incluso menos, algunas bacterias se vuelven resistentes a antibióticos cuyo desarrollo pudo llevar diez o más años de investigaciones y cuantiosas inversiones”, explica Saka.
Datos de la Organización Mundial de la Salud, de la Organización Panamericana de la Salud y otras entidades, advierten que actualmente 700 mil personas fallecen por año debido a la acción de las bacterias multirresistentes. Para 2050, esa cifra podría ascender a 10 millones y ser la principal causa de muerte, superando al cáncer y a las enfermedades cardiovasculares.
Diagnóstico local
Debido a que estos microbios casi invencibles se han convertido en una preocupación global, Saka y un equipo de investigadores de la UNC, de la Universidad Católica de Córdoba y el Laboratorio LACE comenzaron a estudiar cuál era la situación en la ciudad de Córdoba respecto a la presencia de bacterias multirresistentes en el ambiente urbano y periurbano.
“Queríamos saber si estaban presentes en el ambiente que nos circunda y portaban los genes que confieren resistencia a los antibióticos que se usan clínicamente. Porque podrían ser resistentes a antibióticos que no se usan en clínica y eso tendría menor impacto. Pero la preocupación es mayor si sucede con antibióticos de alta demanda y uso en salud pública”, explica el director del estudio.
Durante más de dos años, junto a Susana Eugenia Ruiz, bacterióloga de la UCC y Laboratorios LACE, el equipo multidisciplinario estudió muestras de aguas servidas en diferentes puntos de la ciudad de Córdoba y del río Suquía. Al analizarlas en el laboratorio, detectaron la presencia de gérmenes multirresistentes a antibióticos de uso clínico y cuya resistencia se debía a la presencia de los mismos genes que confieren resistencia en bacterias intrahospitalarias.
Encontraron enterobacterias resistentes a cefalosporinas de tercera generación y a carbapenems, enterococos resistentes a vancomicina y Staphylococcus aureus resistentes a meticilina. Estas bacterias provocan múltiples infecciones intrahospitalarias y en la comunidad pueden causar infecciones de herida, urinarias, neumonías, entre otras. “Cuando la infección es provocada por bacterias multirresistentes a antibióticos, es un problema porque hay pocas opciones terapéuticas”, explica Saka.
El 73 por ciento de las muestras recolectadas de derrames cloacales en la vía pública contenía enterobacterias resistentes a cefalosporinas de tercera generación, un antibiótico que se usa principalmente en las instituciones de salud y que no debería ser de consumo extensivo en pacientes ambulatorios.
“Las cefalosporinas de tercera generación son antibióticos potentes y tienen acción sobre una gran variedad de bacterias. Su uso debe reservarse para situaciones puntuales. El índice que encontramos es muy elevado. Si hallamos estas bacterias en los derrames cloacales, es evidente que están siendo vehiculizadas al ambiente, fuera de los hospitales, donde pueden aportar sus genes de resistencia a comunidades microbianas naturales”, explica Saka.
Frente a las enterobacterias resistentes a cefalosporinas de tercera generación, una de las pocas opciones terapéuticas disponibles son los carbapenems, como imipenem o meropenem (antibiótico de amplio espectro, utilizado para tratar una gran variedad de infecciones, como meningitis y neumonía). Pero, en dos muestras puntuales de aguas servidas recolectadas en la vía pública en cercanías a nosocomios, se encontraron enterobacterias portadoras de carbapenemasas y por ende resistencia también a carbapenems.
“Esas bacterias resisten entonces a, prácticamente, todas las drogas conocidas para tratar infecciones. Si un paciente las contrae, su tratamiento se complica mucho. Pueden complicarse infecciones que deberían ser relativamente simples de controlar, requiriendo a veces internaciones prolongadas, aumentando los riesgos de una mala evolución clínica e incrementando los costos en el sistema de salud pública”, reconoce el investigador.
Por otro lado, obliga a los médicos a recurrir a alternativas terapéuticas no ideales: como la bacteria resiste a la terapia conocida, es necesario combinar distintos antibióticos con una efectividad terapéutica menor.
En síntesis, entre las bacterias vertidas al ambiente de la ciudad en los derrames cloacales, se encuentran los mismos genes de resistencia que las de los hospitales. «Por ejemplo, encontramos enterobacterias con carbapenemasa tipo KPC, la misma que causa problemas en los hospitales. Gérmenes con los mismos genes de resistencia que los causantes de infecciones intrahospitalarias se vierten en la vía pública con los derrames cloacales”, sostiene Saka.
¿Y el río?
Teniendo en cuenta que los derrames de aguas servidas, al igual que el agua de lluvia, circulan por la red pluvial y desembocan en el río Suquía, el equipo decidió tomar muestras también en él.
Observaron que antes de entrar a la ciudad, el río transporta escasa cantidad de gérmenes fecales (coliformes) y no detectaron bacterias resistentes a antibióticos. Sin embargo, tras su paso por la zona urbana cordobesa, la presencia de bacterias de origen fecal aumenta entre 10 mil y 100 mil veces. Además, hallaron los mismos tipos de gérmenes multirresistentes que habían encontrado en los derrames cloacales.
“En el río Suquía también encontramos enterobacterias resistentes a cefalosporinas de tercera generación e incluso portadoras de carbapenemasa tipo KPC. Con la colaboración del grupo de Claudia Sola (Facultad de Ciencias Químicas de la UNC), se caracterizaron molecularmente enterococos resistentes a vancomicina presentes en el río y se vio que portaban el gen vanA, el mismo que circula en las infecciones intrahospitalarias. Además, dicha caracterización evidenció que esos enterococos están relacionados genéticamente a cepas que han sido detectadas en el intestino humano, lo que nos hace pensar que provienen de derrames cloacales”, amplia Saka.
“No sabemos hasta dónde llegan. Es de esperar que se vayan diluyendo, pero en poco más de 10 kilómetros después de salir de la ciudad el efecto dilución no es significativo”.
Para los autores del trabajo, estas mediciones son una alerta, ya que marcan la circulación cotidiana en el ambiente de las bacterias con genes resistentes a antibióticos, por causales que se podrían evitar.
El equipo continúa sus estudios para conocer el impacto de estos agentes patógenos en la Laguna Mar Chiquita, el destino final del río Suquía. Por otro lado, están ampliando su trabajo a los alimentos y a los animales tanto mascotas como los criados para producción de alimentos.
“Originalmente las investigaciones se centraban en hospitales y aunque los mecanismos de resistencia que se reportaban iban creciendo, solo se focalizaban en los pacientes. Hoy vemos la necesidad de ampliar esa mirada, tener un panorama de cómo circulan esas bacterias en la ciudad, en la complejidad de relaciones: alimentos, animales, ambiente y pacientes”, concluye Saka.
Fecha de publicación: 16 octubre, 2019