Argentina volcánica

En una virtual competencia para saber qué regiones del mundo cuentan con mayor cantidad de volcanes, seguramente Argentina obtendría una posición entre los diez primeros lugares, gracias a los miles de conos volcánicos presentes en su extensa geografía. [14.12.2017]

Por Guillermo Goldes1 y Giselle Carino2
1- Divulgador científico y Profesor – FaMAF
2 – Geóloga, becaria Plaza Cielo y Tierra

La mayoría de los volcanes de nuestro territorio se ubica muy lejos de la orgullosa e indolente capital.Realmente distantes de la zona pampeana, que se encuentra cubierta por una gruesa capa de sedimentos que la convierten en terreno fértil.

Entre otros componentes, esos sedimentos contienen las cenizas que aportaron los lejanos volcanes cordilleranos, con sus erupciones a lo largo de eones.  Más del 60% de la población de Argentina está radicada en esta rica llanura cultivada, que se extiende hasta Córdoba. Algunas de las chimeneas andinas están situadas del lado chileno, otras en territorio argentino, y un puñado constituye el límite internacional: la línea de altas cumbres que dividen aguas.

La causa por la cual Argentina está en el imaginario podio de los países volcánicos –aunque por debajo de Chile– es simple y poderosa: la cordillera de los Andes integra el Cinturón de Fuego, un extenso anillo situado en los bordes de la placa tectónica del Pacífico.

Todo el cinturón está salpicado por grandes cantidades de volcanes. Cuando una placa tectónica oceánica, que es muy densa, se introduce bajo una placa continental (menos densa), se generan cordilleras por el empuje hacia arriba de la primera sobre la superior. Es un fenómeno conocido como “subducción”. La influencia del agua en este proceso facilita que las rocas se fundan y formen magmas muy fluidos, que finalmente ascienden hacia la superficie.

En términos muy simples, la subducción genera volcanes, no solamente cordilleras. Por el contrario, en los casos en los que no hay placas oceánicas involucradas, sino sólo placas continentales igualmente densas, pueden formarse cordilleras, como el Himalaya, pero no se generan volcanes por la ausencia de agua.

Es importante aclarar solo algunas decenas de los volcanes argentinos están activos. Tradicionalmente los geólogos han considerado que un volcán está activo si ha tenido algún tipo de erupción en los últimos 30 años. En cambio, dicen que está latente si su forma sugiere erupciones ocurridas en los últimos miles de años, o si hay registros históricos de erupciones y signos de actividad, como geiseres o fumarolas. Si, por el contrario, no existen esas informaciones escritas, pero alguna evidencia sugiere erupciones en los últimos diez mil años, lo califican como durmiente. Finalmente, si ninguna de esas condiciones se cumple, hablan de volcanes extintos.

Con todo, ese esquema ha mostrado sus limitaciones. Primero porque los registros históricos comenzaron en diferentes épocas para cada continentes. Segundo, y más importante aun, porque volcanes que no se consideraban activos produjeron algunas erupciones catastróficas.

Un caso particularmente llamativo y moderno fue el del monte Santa Helena, en el estado de Washington, al noroeste de Estados Unidos. Entró en erupción el 18 de mayo de 1980, tras más de un siglo de inactividad. Una intempestiva explosión hizo desaparecer toda una ladera, dejando una enorme abertura. La montaña perdió, en un instante, 400 metros de altura y el material eyectado bajó violentamente la ladera. Murieron 57 personas, cayeron 47 puentes y más de 300 kilómetros de autopista quedaron destruidos.

A pesar de ello, este incidente se sitúa muy por debajo de la erupción del Tambora, en Indonesia, que aniquiló a 82.000 personas en 1815. Fue la catástrofe volcánica más gravosa de la historia.

Por esas causas los vulcanólogos acordaron, después de años de discusiones, que sería más prudente en un tema tan sensible, expresarse en términos de probabilidades. Siguiendo esa idea, actualmente designan volcanes de alto peligro a los que tuvieron erupciones en las últimas decenas de miles de años, luego de finalizada la última edad del hielo.  El resto son volcanes de bajo peligro.

El riesgo nunca es cero. Sucede que basar las estadísticas solamente en los últimos 10.000 años es una apuesta arriesgada: representan apenas dos millonésimas partes de la historia del planeta. El problema es que no existen estadísticas más antiguas; tan reciente es nuestra civilización en la Tierra. Sólo la evidencia geológica, ese registro duradero tallado en piedra, puede brindar información más pretérita. Pero hay que interpretarla.

Mucho menos conocido es el hecho de que en Córdoba existen varios volcanes. Extintos o de bajísimo riesgo, por cierto. Dos zonas principales jalonan la geografía de la provincia. La de Pocho, en el oeste provincial, con volcanes como el Yerba Buena, el Poca, el Boroa, el Véliz.

Hicieron erupción por última vez hace unos cinco millones de años. Están asociados a la elevación de la cordillera de los Andes. En ese sentido, vale recordar que las Sierras de Córdoba y todo el resto de las Sierras Pampeanas se elevaron como resultado colateral de la subducción de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana, lo que produjo –y continúa haciéndolo– que la cordillera aumente su altura.

La segunda zona volcánica cordobesa, mucho más antigua, se halla en Los Cóndores, cerca de Almafuerte. Son volcanes muy desgastados asociados a la ruptura del antiguo supercontinente de Gondwana. Estuvieron activos hace unos 120 millones de años.

Casi como una curiosidad, dentro del territorio argentino existe una zona que cuenta con la mayor densidad de volcanes de todo el planeta. Una perla geológica. Se encuentra al sur de la provincia de Mendoza y constituye una reserva natural: la Payunia. Más de 800 volcanes extintos se agrupan allí, en uno de los paisajes más sorprendentes y agrestes de nuestro territorio.
Definitivamente, Argentina es tierra de volcanes.