Dora Barrancos: “Todo el sistema educativo sigue pensando patriarcalmente”

Para la socióloga e historiadora feminista Dora Barrancos, en la ciencia hay cada vez más presencia femenina. Asegura que es imperdonable que el Estado siga repitiendo sesgos que se dan en todo el sistema educativo y que siga pensando patriarcalmente. (10.08.2023)

Por Natalia Lazzarini
Redacción UNCiencia
Unidad Central de Comunicación Institucional – UNC

La socióloga e historiadora Dora Barrancos reflexiona acerca de las carreras y áreas del conocimiento que siguen siendo casi exclusivas de varones y en esto, considera, influye un sesgo que se da desde la infancia. Esta mirada limitada se perpetúa en las familias y luego en todo el trayecto educativo. “Creo que todavía hay mucho por hacer”, aseguró la experta, distinguida por la Universidad Nacional de Córdoba como doctora Honoris Causa, en 2018.

Barrancos inauguró el 31 de julio una nueva cohorte del doctorado en Estudios de Género del Centro de Estudios Avanzados (CEA) y planteó los próximos desafíos para un movimiento que “no debe nombrarse en singular”.

–¿Por qué los feminismos deben plantearse en plural?

–El movimiento siempre siguió múltiples senderos. Nació a mediados del siglo XIX y se lo llamó así a finales de ese siglo, por un nombre que le dio la militante francesa Hubertine Auclert. Las primeras manifestaciones fueron abolicionistas, porque el objetivo era eliminar la idea de que la mujer era el espejo de la esclavitud. Pero una vez que emergió este cauce, siempre tuvo diversas canteras que se fueron ampliando a medida que se extendía el feminismo.

–Incluso en sus orígenes, había una idea de dios…

–Sí. Las feministas de Seneca Falls eran muy teístas. Sus principales figuras no plantearon el movimiento como una diatriba con la idea de dios. En la famosa “Declaración de Sentimientos”, el amparo divino tenía su significado en el propósito emancipatorio femenino. Más allá de sus orígenes, después hubo una verdadera eclosión de pluralidades. Incluso en el feminismo de la segunda ola, que surge en la década de 1960 y se mantiene hasta la actualidad, hubo muchísimas revocaciones de los antiguos feminismos. Nomás por eso, ya tenemos una pluralidad.

–¿Cuáles fueron los principales impactos en las transformaciones sociales de los últimos 100 años?

–Si pensamos en los derechos conquistados y nos centramos en Argentina, nos encontramos con transformaciones importantes que no se hicieron de un día para el otro. Los primeros derechos ganados se dieron en 1926 y 1947, con la modificación del Código Civil y el sufragio femenino. Aunque los cambios se aceleraron durante el retorno a la democracia, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía también se dieron transformaciones importantes.

–¿Cuáles?

–En la primera reforma del Código Civil, en 1926, había quedado una rémora que implicaba que los bienes propios de la mujer debían ser gerenciados por el varón. Sin embargo, a través de un decreto impulsado por el ministro Guillermo Borda, las mujeres casadas pudieron disponer de sus propios bienes, siendo ellas sus gerentes. Incluso en 1968 se aligeraron los procesos de separación. Tal vez en esto haya influido la pertenencia del ministro a la clase alta, porque no eran las mujeres pobres las propietarias de grandes bienes.

–¿Cuándo se aceleran estos cambios?

–Creo que durante la reconquista de la democracia, aunque en estos 40 años hubo manchas oscuras y días muy luminosos. En esta estela de luz están los considerables avances en los derechos de las mujeres y las disidencias. Si bien ya existía un influjo contextual internacional, a partir de la ley 26.485 (de prevención de la violencia contra las mujeres) se precipitaron conquistas como el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y la ley de aborto legal que ubica a nuestro país en la mejor posición dentro de América Latina

–¿En qué sentido?

–La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina tiene una técnica notable. No establece mediaciones, como las consejerías; promueve que los casos se resuelvan rápidamente, en el término de 10 días; y se reservan las famosas causales para las primeras 14 semanas. Si bien admite la objeción de conciencia, quien objeta debe encaminar el caso para que se resuelva en otro lugar.

40 años de historia

–¿Cómo cree que evolucionó el papel de las mujeres en la ciencia en estos 40 años de democracia?

–Argentina presenta en este momento una notable participación de mujeres en la ciencia. El Conicet sigue teniendo más mujeres que varones. A contramano de lo que se piensa, el área con más presencia femenina no son las ciencias sociales y humanas sino la biología. Hay una elemental consideración de algunos varones que explican este fenómeno alegando que las mujeres eligen esta carrera porque están más cerca de la vida. Esto es disparatado y ridículo. Creo que las chicas están teniendo un imaginario vocacional frente a los desafíos de una ciencia efervescente, sobre todo en biología molecular.

–¿Por qué hay carreras con mayor presencia masculina?

–Desde la infancia se dan sesgos en la elección. Existe un imperativo categórico patriarcal que impregna el imaginario de cada familia, hasta que se producen sacudones. Hay tareas de niñas y tareas de niños. Deportes para varones y deportes para mujeres. Lo más grave es que ese imperativo continúa en la socialización secundaria, en todo el sistema educativo que sigue pensando patriarcalmente. Es imperdonable que el Estado siga repitiendo lo mismo.

–Usted se refirió a teorías que destierran la idea del binarismo entre un cerebro femenino y otro masculino. ¿Podría profundizar un poco más sobre estas teorías?

–Una red de neurocientistas mujeres, que tiene sede en Suecia y presencia en Argentina, lo plantea en términos de dameros: cada persona tiene aspectos femeninos y masculinos que se van complementando. Esto no significa hegemonía de unos sobre otros. Destierra también la idea de que el cerebro origina la sexualidad. Hay un trabajo interesante que plasmó Lu Ciccia en su libro La invención de los sexos (editorial siglo 21).

–¿Cómo atraviesan los feminismos a la academia?

–Sigo pensando que las ciencias sociales y humanas son las que más ponderan la incisión de la epistemología feminista. Tal vez tenga alguna capilaridad en el área biológica, a propósito de estas manifestaciones neurocientistas. Pero es más difícil que esta perspectiva se abra paso en la química o en otros dominios. El derecho, por ejemplo, tiene un mejor hospedaje de la perspectiva de género en la especialización. Pero la formación de grado sigue siendo híper patriarcal.

–¿Cómo evalúa el contexto actual?

–Estamos en una encrucijada. Hay una revivificación de dispositivos mentales, actitudes y sensibilidades reaccionarias de ultraderecha. Lamentablemente, se han constituido en partidos políticos con una enorme capacidad para actuar y definir políticas públicas, como en Italia, donde se promueven leyes punitivas exacerbadas. Como historiadora sé que no es el único ni primer momento intenso que desplaza el sentido de integridad. Se suelen dar momentos en los que el miedo existencial, que sobreviene de pensar en un mundo tan inseguro, puede encauzarse en la búsqueda de un chivo expiatorio. En culpar a las feministas y a las disidencias por todo lo que está pasando. Hay una suerte de pánico moral que pone el acento en que hay quienes son responsables de esto. Algo que alivia muchísimo, por supuesto, porque entonces el resto no tiene la culpa de nada.

–¿Cuáles son los próximos desafíos?

–En estos momentos se debate en el Congreso la Ley de Cuidados que permitirá, sobre todo a sectores populares, acceder a beneficios en la resolución de los cuidados de niños, niñas, adolescentes, personas con discapacidad y adultos mayores. Pero no hemos conseguido movilizar a todas las congéneres en apoyo de esta ley central. No hay que desanimarse. Hemos tenido grandes combates y después de esa instancia sobreviene la calma. Es el reposo de la guerrera.

Perfil

Dora Barrancos es licenciada en Sociología por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1968) con Diploma de Honor, magister en Educación por la Facultad de Educación de la Universidad Federal de Minas Gerais-Bello Horizonte- Brasil y doctora en Historia por el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP)-Brasil.
Investigadora Principal del Conicet. Desde 2013 dirige en la Universidad Nacional de Quilmes la cátedra abierta de Género y Sexualidades.
Entre 1997 y 2000 fue diputada en la nueva Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.