La ciencia en escena
Con el objetivo de acercar el conocimiento a la sociedad y utilizar el teatro como vehículo para difundir algunos conceptos científicos, surgieron iniciativas como “Hormigas al poder” y “Científicamente payasos”, que ofrecen una interesante alternativa a la hora de divulgar la ciencia. [03.12.2014]
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
maria.jose.villalba@unc.edu.ar
Desde hace algunos años, el mundo científico parece haber instalado una nueva premisa: acercar el saber a las capas más extensas de la ciudadanía, sobre todo a la cultura popular. Cada vez más iniciativas se inscriben en esta tendencia, con un éxito demostrado por la masiva concurrencia a las distintas actividades propuestas.
Ejemplos concretos son las “Noches de los Museos”, que se realizaron recientemente en Córdoba y en la ciudad de Buenos Aires. En Buenos Aires, esta edición convocó cerca de 900 mil personas, mientras que en la capital mediterránea participaron 175 mil ciudadanos.
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Este tipo de experiencias demuestran que es posible que la cultura y el conocimiento científico salgan de los libros y los laboratorios para acercarse a la gente y que ésta, a su vez, se apropie de esos saberes.
En esta línea, en Córdoba surgieron dos iniciativas que comulgan con la idea de que el conocimiento es y debe ser accesible para todos y es necesario ampliar cada vez más el caudal de destinatarios. Se trata de “Hormigas al poder” y “Científicamente payasos”, dos apuestas que trabajan con el novedoso concepto del «teatro científico».
“La idea no es reemplazar el saber riguroso, sino más bien amigarlo con el público”, reflexiona Franco Mir, biólogo, actor e integrante del elenco de “Hormigas al poder”. El joven investigador explica que la gran mayoría de las personas tienen una idea de la ciencia como algo muy estricto, aburrido y difícil, de allí la necesidad de buscar una alternativa. “A través de una obra de teatro, cualquiera puede entender ciencia. Nosotros contamos que los problemas de la vida diaria pueden ser resueltos de manera científica, tratamos de desmitificar el rol de la ciencia, de los científicos y de su labor”, amplía.
Facundo García es licenciado en Ciencias Químicas e integrante del grupo A-penas Clown, y cuenta su experiencia con la obra “Científicamente payasos”. “Si uno habla de química, física o matemática, a los jóvenes y adultos les genera cierto estupor, los ahuyenta, en cambio con el teatro esto no pasa. Nos pareció interesante utilizar el teatro como excusa para difundir algunos conceptos científicos”.
De cómo contar ciencia a través del teatro
“Hormigas al poder” relata la historia de Bernarda y Federica Solenopsis, dos hormigas coloradas y guerreras que tratan de conquistar el mundo. Para lograrlo, deciden analizar el comportamiento de la especie humana mediante el estudio de su cerebro. De esta manera, las hormigas y su aliado, la cucaracha Gregorio, comparten con los espectadores aprendizajes neurocientíficos, respondiendo a diferentes interrogantes sobre los procesos de memoria y aprendizaje.
“El armado del guión fue la etapa más dificultosa. Acercar el mundo de la ciencia al sentido común resultó un trabajo de nueve meses”, recuerda Mir, y aclara que para esta tarea contaron con la asesoría científica del grupo Jóvenes Investigadores en Neurociencias (JIN).
En “Hormigas al poder” se explican diferentes conceptos como memoria a largo y a corto plazo, sensibilización y habituación, detallando las áreas del cerebro están implicadas en cada uno de estos procesos. Este proyecto recibió un subsidio de Conicet que les permitió armar la puesta y realizar una gira por distintas localidades de las sierras de Córdoba.
“Científicamente payasos”, en tanto, trata sobre las vicisitudes científicas que deben superar un trío de payasos para convertirse en superhéroes y luchar por un mundo mejor.
El grupo de teatro A-penas clown, encargado de llevar a cabo esta obra, está compuesto por dos estudiantes de Comunicación Social y un licenciado en Ciencias Químicas. “Nuestro objetivo no fue una obra educativa sobre un concepto en particular. La idea fue, más bien, abordar varios conceptos, no solo relacionados con la química, sino también con otras áreas de la ciencia y lograr su divulgación, es decir, que la gente se acerque a la ciencia, que averigüe y comente. Quisimos generar un ruido en el espectador”, cuenta García.
Respecto al público al que se dirigen las obras, los jóvenes investigadores coinciden en que, en una primera impresión, las obras parecen apuntar a los niños. Los vestuarios coloridos, las técnicas de clown, los gags y algunos juegos teatrales parecen captar rápidamente la atención de los más chicos. Sin embargo, ambas iniciativas intentan atraer también la atención de jóvenes y adultos.
“En general la gente cree que los payasos son solo para chicos”, define García, y aclara que los más pequeños disfrutan del despliegue físico, las caídas y los gags, “pero la obra también tiene un trabajo de comedia verbal que entienden mejor los jóvenes y adultos”.
Mir, por su parte, recuerda que la idea inicial de “Hormigas al poder” –por la estética, el vestuario y algunos efectos- era atraer la atención de los niños, pero apostando a “enganchar” a sus padres. “Mencionamos conceptos básicos que pueden entender los más chicos de la familia, pero también llegamos a desarrollar toda una intertextualidad que solo la pueden completar los adultos”, explica.
Además de realizar teatro científico, “Hormigas al poder” se plantea otro desafío que es el de hacer teatro “trashumante”, es decir, un formato que se desarrolla en la calle, en lugares turísticos, donde la gente pasa caminando y “se topa” con la obra.
“El objetivo de los Jóvenes Investigadores en Neurociencias siempre fue hacer divulgación para la sociedad en general, pero en todas nuestras iniciativas nos costaba mucho salir del ambiente académico o, como mucho, de las escuelas”, destaca Mir, y sintetiza su postura respecto al deber y la responsabilidad de los científicos: “Debemos abrir las puertas del laboratorio y comunicar lo que uno hace a la sociedad que, en última instancia, es la que posibilita nuestra labor”.
Ambas propuestas también formaron parte de la programación de la «Noche de los Museos” realizada el pasado 21 de noviembre en Córdoba. “Hormigas al poder” se presentó en el Museo de Ciencias de la Salud, mientras que “Científicamente Payasos” lo hizo en el Museo Científico Tecnológico.
Luego de su presentación en las sierras de Córdoba, en Salta y en la “Noche de los Museos” de Buenos Aires, el elenco de “Hormigas” ya se encuentra preparando otras dos obras de teatro, con los mismos personajes y la misma estética, que abordarán los conceptos de drogas y cerebro y diferenciación sexual del cerebro.
Elenco: Franco Mir, Gimena Ghisolfi, Vreni Shindler (Tacurú teatro)
Dirección: Hugo Carrer
Asesoría Científica: Jóvenes Investigadores en Neurociencias (JIN)
Productor Audiovisual: David Mecoli
Elenco: Facundo García, Florencia Ramonda, Ezequías Litwin (A-Penas Clown)
Asesoría Científica: Facundo García
Productor Audiovisual: Federico Mattos
El origen del género
El origen del género científico como tema teatral arrancó en la década de 1940 y alcanzó su máximo esplendor en los años 70, momento histórico en que se produjeron descubrimientos trascendentales en la física, mientra que la química estaba en plena actividad una vez consolidada como ciencia.
Un claro ejemplo es la obra “Vida de Galileo”, drama de catorce escenas y con epílogo, de Bertolt Brecht, autor innovador del teatro. Escrita entre 1937 y 1939, fue estrenada en Zúrich en 1943. La base argumental es la experiencia vital del padre de la física moderna, que negó el sistema aristotélico y ptolemaico, confirmando que la Tierra gira alrededor del Sol –anulando el papel del cielo– y que eventualmente tuvo que retractarse por la presión de la Iglesia.
“Los Físicos” (1962) es otro ejemplo de una puesta teatral que buscó expresar la responsabilidad del científico ante la sociedad. Escrita por el suizo Friedrich Dürrenmatt, es una comedia negra del absurdo, parábola de la guerra fría, que plantea la responsabilidad del científico con sus descubrimientos, trasladando al poder y a la sociedad la decisión sobre el uso peligroso de los mismos.
También puede citarse “El caso Oppenheimer”, de Heinar Kipphardt, una muestra de teatro/documento que se escenificó por primera vez en 1964 y que expresa la disyuntiva moral de los hombres de ciencia y sus conflictivas relaciones con el poder. “Oxígeno”, de Roald Hoffmann y Carl Djerassi (padre de la píldora anticonceptiva) es otro ejemplo del género. El argumento de esta última gira en torno a la hipotética concesión del Premio Nobel de Química retrospectivo por una sola vez. Esta obra se representó con éxito en Estados Unidos, en 2001, y posteriormente en Alemania, Italia y Gran Bretaña.
En 1998, cuando el teatro científico parecía decaer, se estrenó en Londres “Copenhague”, del dramaturgo y periodista inglés Michael Frayn. Su espectacular éxito revitalizó el género. La obra reconstruye el supuesto encuentro entre los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg, y su diálogo e intercambio de ideas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Se mantuvo dos años en cartel con muy buenas críticas y la anuencia del público.
El estreno de “Copenhague” en idioma español tuvo lugar en Buenos Aires, el 12 de abril de 2002, en el Teatro General San Martín bajo la dirección de Carlos Gandolfo. Estuvo cuatro años consecutivos en cartel a sala llena y es considerado uno de los grandes éxitos de la historia de ese teatro.
Fecha de publicación: 3 diciembre, 2014