Tres opiniones de la UNC sobre la propuesta de cambiar la hora en Argentina
Docentes de la universidad concuerdan en que los mejor es retrasar una hora el reloj al huso UTC -4. ¿Cómo ha variado el horario en la historia argentina? ¿Cómo impacta en la salud? ¿Conviene tener diferentes horarios en invierno y verano para ahorrar energía?
Redacción UNCIENCIA
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La Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley que propone modificar el huso horario oficial en Argentina. La iniciativa podría convertirse en ley, si se aprueba en el Senado.
El objetivo principal es atrasar una hora los relojes en todo el país, pasando del actual huso horario UTC -3 al UTC -4. Pero también habilita la posibilidad de que en verano se conserve el actual huso horario UTC -3, mientras que en invierno pasemos al UTC -4.
Uno de los argumentos es que se busca alinear la hora oficial con la hora solar real para optimizar el uso de la luz natural y generar un ahorro energético. Además, el proyecto asegura que traería ventajas para la coordinación regional, ya que países como Brasil, Paraguay, Bolivia, Venezuela y Chile utilizan actualmente el UTC -4.
También se sostiene que este cambio traería beneficios para la salud de la población, ya que las horas de sueño y vigilia se alinearían mejor al ciclo solar para nuestra geografía.
UNCiencia recolectó la opinión de tres expertos de la UNC:
-Guillermo Goldes, astrónomo y divulgador de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (Famaf), cuenta la historia de la hora oficial y por qué es conveniente volver al UTC -4, con algunas salvedades.
-Mario Guido, investigador especialista en ritmos biológicos y director del Centro de Investigaciones en Química Biológica (Ciquibic, Conicet-UNC), detalla cómo nos afecta el cambio de hora en nuestro cuerpo y el impacto de la luz artificial.
-Santiago Reyna, profesor titular plenario de la cátedra Atmósfera y Energías Renovables de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, cree que hay que volver al huso horario UTC -4, pero asegura que alternar entre horario de verano e invierno no genera un ahorro de energía.
Los cambios históricos de nuestra hora oficial
Guillermo Goldes
Divulgador científico de la Facultad de Matemática Astronomía, Física y Computacion (UNC)
Hasta fines del siglo XIX, en Argentina no teníamos hora legal: cada ciudad, cada pueblo organizaba sus actividades según una hora diferente. Con el avance de las comunicaciones y a medida que los viajes entre ciudades se generalizaban, por ejemplo en tren, esa situación se hizo insostenible.
Por eso, en 1894 el gobierno nacional a cargo de Luis Sáenz Peña introdujo la unificación horaria del territorio. Se tomó como referencia el meridiano de Córdoba, que pasa por el Observatorio Astronómico, hoy de la UNC.
Desde entonces, muchos vaivenes ha sufrido la hora oficial de Argentina. Adelantamientos, retrasos, desdoblamientos durante los cuales la hora oficial era diferente en distintas provincias, incluso limítrofes como Córdoba y San Luis.
Podemos resumir la situación actual, que no ha variado en la última década: Argentina adopta el huso horario (-3), es decir el que corresponde a 3 horas al oeste de Greenwich. Pero, por su posición geográfica, sería mucho más lógico que su hora oficial correspondiera al huso (-4).
Veamos. La longitud geográfica de CABA es de 3 horas y 53 minutos, oeste. La de Mendoza, de 4 horas y 36 minutos. La de Córdoba, 4 horas y 17 minutos, siempre al oeste de Greenwich. Así hoy, en la ciudad de Córdoba el mediodía solar, es decir el momento en el cual el Sol tiene máxima altura en el cielo, no se produce a las 12, sino a las 13 h 17 minutos.
Podemos abundar diciendo que todo nuestro país tiene hoy la hora legal que correspondería a Río de Janeiro, situada mucho más al este. Quizás eso demuestre nuestra fascinación por las playas cariocas.
En conclusión, adoptar el huso horario (-4), es decir retrasar nuestros relojes una hora para vivir de forma más acorde a nuestra posición en el planeta, sería totalmente lógico. Con algunas salvedades:
-Por su forma y extensión geográfica de este a oeste todo, el país debería conservar la misma hora. Lo contrario introduciría un nuevo caos en nuestra vida cotidiana.
-No deberían introducirse variaciones cíclicas invierno-verano en el horario. Esos cambios generan muchos más inconvenientes que beneficios.
De todas formas, la influencia de retrasar nuestros relojes en una hora sería poco notables en el centro y norte del país, y mucho más notables en las latitudes elevadas de nuestra Patagonia.
El reloj biológico y nuestra salud
Mario Guido
Docente investigador especialista en ritmos biológicos y director del Centro de Investigaciones en Química Biológica (Ciquibic, Conicet-UNC)
Tengo una opinión positiva sobre la medida que pondría al país en -4 horas en relación al Meridiano de Greenwich. ¿Por qué es importante y cómo nos afecta el cambio de husos horarios?
Los ritmos circadianos funcionan en todos los seres vivos. Todos organismos, incluyendo al hombre, disponemos de un reloj biológico, un reloj endógeno, intrínseco que coordina temporalmente toda la fisiología y la conducta de los organismos del cuerpo.
Las hormonas se deben elevar en determinados momentos, por ejemplo, el cortisol antes del amanecer. O el sueño y la vigilia que también están coordinado pero ese reloj endógeno.
Y, de alguna manera, debe estar ajustado al medio ambiente en el que vivimos, porque estamos sujetos a los cambios de luz y oscuridad, la alternancia día y noche, por la rotación de la Tierra sobre su eje y alrededor del Sol, con las estaciones y cambios diarios.
Necesitan ponerse en hora todos los días, porque nuestro reloj no es exacto de 24 horas, sino que es cercano a las 24 horas. ¿Y cómo se ajustan? Habitualmente la mejor señal de sincronización de ajuste de ese reloj es la luz natural del sol.
Es por ello, que la iluminación artificial tiene un impacto negativo, cuando la luz se prolonga de noche por muchas horas, como se puede ver en las personas que trabajan en guardias, en salud, en seguridad, en vuelos, en todo lo que requiera trabajo nocturno.
La señal de la luz es tan importante que en los países europeos nórdicos con inviernos prolongados y días tan cortos con baja iluminación natural, se usa la exposición a luz azul para tratar individuos que desarrollan depresiones estacionales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que estos trabajos nocturnos tienen un impacto negativo en la salud similar a la contaminación con plomo. Porque si esa labor nocturna es prolongada en el tiempo, puede tener un impacto negativo en el organismo, generando mayor propensión a enfermedades metabólicas, problemas cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
¿Cambiar el horario ayudará a ahorrar energía?
Santiago Reyna
Profesor Titular Plenario Atmósfera y Energías Renovables, FCEFyN, UNC.
El huso horario adoptado en Argentina (UTC -3) no coincide con el huso horario civil que le correspondería según su posición geográfica (UTC -4). Esta discrepancia genera un desfase sistemático entre el mediodía solar y el mediodía civil. Y repercute en la organización social, dado que prácticas como el almuerzo o la noción de “mediodía” se desplazan hacia la tarde desde el punto de vista solar.
Por otro lado, históricamente, la implementación del horario de verano se justificó como una medida de eficiencia energética, bajo el argumento de reducir el consumo en iluminación. Sin embargo, este fundamento ha perdido validez. En la actualidad, la iluminación representa una fracción marginal de la demanda eléctrica debido a la difusión de tecnologías LED.
El consumo energético predominante proviene de la climatización y de la actividad industrial, por lo que el ahorro atribuible a cambios de horario resulta mínimo, del orden de 0,1% al 0,5% anual.
La tendencia internacional es abandonar los cambios estacionales de horario. Países sudamericanos como Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y la propia Argentina han eliminado el horario de verano, mientras que la Unión Europea se encuentra en proceso de hacerlo.
La sociedad tiene una gran capacidad de adaptación a los cambios de luz natural a lo largo del año. La solución más coherente sería establecer de manera permanente el huso horario UTC -4, al que Argentina ya adhirió en 1920. Tiene una mayor correspondencia entre la hora oficial y el ciclo solar, natural para los seres humanos.