El día de inventor y la historia de la birome

Quienes hayan utilizado el buscador de Google el 29 de septiembre habrán notado el doodle elegido para esa fecha. Seguramente, algunos advirtieron que se debía al 117o aniversario del nacimiento de Ladislao José Biro. [06.10.2016]

Por Mariano Nicotra y Javier Martin
Profesores de Física
Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales – UNC

Proveniente de Hungría, nacido en el seno de una familia judía, Biro empezó ganándose el sustento diario como periodista, aunque su fama posterior tendrá como origen su principal hobby: inventar cosas para resolver problemas concretos.

Precisamente ese pasatiempo le brindó dos oportunidades cruciales en su vida: un nuevo país donde asilarse con su familia cuando todo comenzó a complicarse para el pueblo judío en Europa y una merecida fama a nivel internacional.

Como periodista, cuentan las anécdotas, estaba familiarizado con el mal comportamiento de las plumas que se usaban en su época para la escritura manual. O se secaban impidiendo la escritura, o dejaban una mancha en el papel, y a eso se sumaban los tanques de tinta que al caer accidentalmente volcaban su contenido.

Uno de los autores de este artículo supo usar lapiceras estilográficas en sus años de escuela primaria y puede dar fe de tales dificultades, así como de las hojas de cuadernos y guardapolvos manchados. Como aficionado a las invenciones, los problemas no eran escollos para Biro, sino invitaciones y desafíos para mejorar lo que existía.

En una ocasión, entendió que de existir un dispositivo manual para reemplazar a las plumas que empleara un principio parecido al rodillo de imprenta, la escritura sería mucho más fácil. Otra anécdota sostiene que vio cómo un grupo de niños jugaba a la pelota en una plaza y cómo esta rodaba sobre un charco dejando tras de sí un rastro mojado uniforme en el piso. Así habría surgido su idea se agregar una bolilla diminuta en el extremo de un tubo muy delgado por donde debería fluir la tinta para depositarse finalmente en el papel. De esa manera se concibió la idea del primer bolígrafo, pequeño instrumento que cambiaría para siempre la forma tradicional de escritura manual.

Biro presentó su invento en 1931, en ocasión de la Feria Internacional de Budapest. Pero su momento de fama no había llegado todavía. Recién en 1938, Biro conoció en una playa de Yugoslavia al ex presidente argentino Agustín Pedro Justo, quien sin sospecharlo jugó un rol tan inesperado como central en la historia de este invento.

Justo quedó tan maravillado al ver el dispositivo que Biro utilizaba, que lo invitó a trasladarse a Argentina para dedicarse a la fabricación en serie de su invento. Tardó un tiempo en aceptar la propuesta, lo necesario quizás para convencerse –como periodista debió estar bien informado del estado de cosas– que no se avecinaban buenos tiempos para quienes profesaban el judaísmo en Europa. Un par de años después, aceptó el desafío, se trasladó primero a París y luego a Buenos Aires, para convertirse de periodista a empresario industrial.

Ya en tierras argentinas, consagró parte de su vida a perfeccionar uno de sus principales inventos, el bolígrafo, conocido vulgarmente como birome o biro y a producirlo industrialmente. Nada le resultó sencillo, ya que su invento necesitaba de tintas adecuadas. En un principio, en su Hungría natal, había contado con la asistencia de su hermano Georgy, quien era químico de profesión, y luego con los aportes de Andor Goy, de la firma Goy y Kowaslky. El invento fue patentado en Argentina en 1943 y, debido a su bajo costo, en un primer momento no contó con la confianza del público, acostumbrado a los altos costos de las plumas y tinteros de firmas de renombre como la alemana Pelikan.

Cuando tiempo después Biro dispuso centrar su interés en otros inventos, vendió la patente del bolígrafo a BIC (Francia) y a Eversharp Faber (USA), lo que permitió su difusión y fama a nivel internacional.

Considerado un auténtico genio creador tanto en Hungría como en Argentina, cada 29 de septiembre es recordado en su patria adoptiva, homenajeando a su par a todos los inventores que han contribuido a hacer más confortable el cúmulo de tareas que debe desarrollar cada ser humano en cumplimiento del mandato bíblico de ganarse el pan con el sudor de su frente.

Como dato curioso vale mencionar que hoy se utiliza el ingenioso principio desarrollado por Biro para aplicar líquidos sobre superficies en distintos artículos de uso cotidiano y procesos industriales, como por ejemplo los desodorantes a bolilla que utilizamos para nuestro aseo personal y algunos dosificadores de pegamento que se emplean en procesos de manufactura industrial.

Mayor información en el sitio web de la Fundación Biro