Lo que vemos en el cielo

Quién no se ha tendido de espaldas, alguna vez, a contemplar el cielo nocturno. A mirar las estrellas y dejar correr la imaginación, buscando formas y figuras, proyectando nuestras fantasías en el lienzo celeste. [10.07.2014]

Por Eloísa Oliva
Redacción UNCiencia
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
eloisa.oliva@unc.edu.ar

Para los antiguos navegantes, la contemplación del firmamento y la cartografía fueron indispensables desde un punto de vista práctico, ya que necesitaban orientarse a partir de la ubicación de las estrellas. Para recordar mejor su posición, las unieron en constelaciones, esas imágenes fantásticas que creían ver en el espacio. Dioses y semidioses griegos, animales fantásticos, son algunas de las figuras que hilvanaron sobre los astros y que, en algunos casos, sobreviven hasta hoy.

En estas formas de “dibujar” y cartografiar el cielo, los hombres también dejaron impresa su manera de pensar y de ver el mundo.

Entre 1600 y 1800, la confección e impresión de atlas estelares alcanzó su máximo refinamiento. Durante ese período se dieron las revoluciones industriales y los ideales de la Ilustración se extendieron por toda Europa. La forma de pensar e imaginar de los hombres comenzó a mutar, marcados ahora por la confianza en el conocimiento y el progreso científico.

De esa época de oro son los mapas celestes conocidos como la Uranometría de Johan Bayer (1603), y la Uranografía de Johan Bode (1801), ambas disponibles en la colección de la biblioteca del Observatorio Astronómico de Córdoba. A contramano de lo que podría indicar el sentido común, el prefijo Urano nada tiene que ver con el planeta del sistema solar. Etimológicamente, uranometría significa “medida de los cielos”, y aplica a los registros de las  estrellas que podían verse a ojo desnudo, es decir, sin instrumentos ópticos1.

Las ideas de la Illustración y el progreso científico en la Uranografía de Bode

Las ideas de la Illustración y el progreso científico en la Uranografía de Bode

La Uranografía de Bode, en tanto, además de ser conocida como uno de los atlas estelares más refinados artísticamente, incluye constelaciones que dan cuenta de esa nueva visión del mundo. Algunas solo figuran en esa obra, ya que luego cayeron en desuso, pero son un ejemplo claro de cómo el hombre moldea el cielo de acuerdo a su cosmovisión y fantasía.

“El aparato químico”, “la máquina eléctrica” y “el atril del escultor”, presentes en las páginas de la Uranografía, son constelaciones que dan cuenta de ese cambio de paradigma cultural y con él de la nueva manera de relatar y ver el firmamento. Ya no hay mitología, héroes y monstruos, ahora son los instrumentos creados por el hombre para cambiar el mundo los que se dibujan en el mismo cielo de siempre.

Notas
Según explica Santiago Paolantonio en el artículo “Atlas”, en Historia de la Astronomía. Página web consultada el 09.07.2014.
Agradecimiento | María Victoria Alonso, Dra. en Astronomía y coordinadora General del Museo del Observatorio Astronómico de Córdoba.

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