Donan documentación y objetos personales de un histórico director del Observatorio Astronómico

El material que perteneció a Charles Perrine incluye cartas, fotografías, una valija, libros y una medalla de la Sociedad Astronómica del Pacífico. Estuvo a cargo del Observatorio entre 1906 y 1930. Descubrió dos lunas de Júpiter y halló nueve cometas. Fotografió nebulosas, galaxias y motorizó numerosos estudios sobre eclipses totales de Sol. [15.06.2023]

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Observatorio Astronómico de Córdoba – UNC

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En una emotiva ceremonia realizada en la sede central del Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC), Diana Merlo Perrine, Scott Thomas y Astor Dillon Orozov Thomas –nieta, bisnieto y tataranieto de Charles Perrine, respectivamente, junto con Abraham Becker, esposo de Diana– entregaron a las autoridades de la institución un conjunto de documentos y objetos personales de quien ejerció la conducción del entonces Observatorio Nacional Argentino, entre 1909 y 1936.

Entre los elementos cedidos se cuentan misivas, postales, libros, una maleta, un álbum de fotografías y una medalla de la Sociedad Astronómica del Pacífico, una de las tantas entidades que distinguió a Perrine a lo largo de su carrera.

Tras ser sometido a instancias de limpieza y conservación preventiva, el material será inventariado y catalogado. Pasará a formar parte del archivo histórico que depende del Museo del Observatorio Astronómico. La idea es, eventualmente, digitalizar las piezas y subirlas al repositorio digital de la Universidad Nacional de Córdoba.

Para la institución, los materiales poseen un gran valor patrimonial y cultural. Que hayan sido entregados por la propia familia, además, asegura la autenticidad de los documentos.

Previo a la ceremonia de donación, los familiares de Perrine visitaron su tumba en el “Cementerio del Salvador”, un sector colindante con el cementerio San Jerónimo y reservado para quienes no profesaban la religión católica. Allí, en homenaje a la figura del ex director, el OAC colocó una placa conmemorativa.

Imagen | Córdoba, su lugar en el mundo

Córdoba, su lugar en el mundo

Perrine desarrolló una importante carrera como astrónomo en el Observatorio Lick, dependiente de la Universidad de California. Fue el director de esa institución quien lo postuló para conducir el Observatorio Nacional Argentino, tras el fallecimiento de John Thome, su titular por entonces.
El asma lo acompañó buena parte de su vida. Lo mantenía postrado durante buena parte del invierno –lo que impactaba en su producción científica– y demandaba atención profesional permanente. Falleció en Villa del Totoral, el 21 de junio de 1951, localidad donde se había radicado tras su retiro.

En los últimos años, su hija Mary Lyford lo visitaba con frecuencia. Su nieta Diana, hija de Mary, solía acompañarlo durante los veranos.

Diana retornó este 14 de junio de 2023 al predio donde su madre pasó su infancia y recorrió los antiguos edificios donde su abuelo impulsó el avance de la astrofísica argentina. La documentación que donó contribuirá a reconstruir con mayor precisión uno de los períodos más significativos en la historia del actual Observatorio Astronómico de Córdoba.

Imagen | Cuatro huellas de Perrine

Cuatro huellas de Perrine

La gestión de Perrine en el Observatorio Argentino Nacional marcó un punto de inflexión para la astronomía argentina. Aquí, cuatro hitos de su legado.

1 – Un nuevo horizonte científico para la astronomía cordobesa

Hasta la llegada de Perrine, el Observatorio focalizaba su producción científica en proyectos de astrometría, esto es, determinar la ubicación y el desplazamiento de los astros. Su interés, sin embargo, estaba puesto en la astrofísica, el campo que indaga sobre la físico-química de los cuerpos celestes y se enfoca en su formación, composición y evolución.

Durante su gestión, el Observatorio logró imágenes directas y espectros de cúmulos estelares, nebulosas y galaxias. Realizó un registro fotográfico completo del cometa Halley en 1910, lo que permitió décadas después ajustar con gran precisión su órbita. La observación del asteroide EROS (1931), en tanto, contribuyó a determinar la distancia Tierra-Sol, una unidad fundamental en el campo de la astronomía. Y se construyó, además, su sede actual, declarada Monumento Histórico Nacional en 1995.

2 – El gigante de Bosque Alegre

Para poder capturar la luz tenue de las galaxias, Perrine gestionó la compra de un telescopio reflector de 1,54 metros de diámetro y, con la colaboración de su equipo, emprendió la búsqueda de un sitio donde instalarlo. Ese lugar sería finalmente en un predio de la estancia “Bosque Alegre”, en el cerro San Ignacio.

Perrine intentó que el espejo se tallara en el ONA, pero la tarea no pudo concretarse. Para el momento de su jubilación, las instalaciones y la cúpula de la Estación Astrofísica Bosque Alegre (Eaba) estaban concluidas, pero el espejo todavía no. Fue Enrique Gaviola, astrofísico del Observatorio, quien asumió la misión y logró concluir el pulido del espejo en unos talleres de óptica en Pittsburgh, Estados Unidos. La Eaba se inauguró en 1942.

3 – El primer telescopio de gran porte producido en Argentina

Para tallar adecuadamente el espejo del telescopio de Bosque Alegre era necesario contar con otros dos espejos, que operaban como instrumentos de control y de configuración. Como luego serían descartados, Perrine recuperó uno de 76 centímetros y construyó lo que fue el primer telescopio de esas dimensiones realizado íntegramente en Argentina.

Fue instalado en la cúpula este del edificio del Observatorio y se utilizó por primera vez a finales de 1917. Mayormente estuvo abocado a fotografiar cúmulos estelares, nebulosas y galaxias.

4 – Las primeras astrónomas contratadas en el Observatorio

Entre fines de siglo XIX y comienzos del 20, en el Observatorio Astronómico de Córdoba las mujeres realizaban tareas administrativas o se desempeñaban como asistentes de sus compañeros varones, en la medición de las placas fotográficas y en la realización manual de cálculos para convertir las mediciones en coordenadas.

Las primeras astrónomas contratadas formalmente como tales fueron Anna Estelle Glancy y Emma Phoebe Waterman. Ambas se habían doctorado en esa disciplina en el Berkeley Astronomical Department de la Universidad de California, en 1913.La primera permaneció sólo tres meses en Córdoba. La segunda, en cambio, trabajó cinco años en la institución.

La información histórica recuperada en este artículo se encuentra disponible en el libro “Córdoba Estelar” (Edgardo Minniti / Santiago Paolantonio, 2013) y en el sitio “Historia de la Astronomía”, de Santiago Paolantonio.