Patrimonio jesuítico | Los trabajos arqueológicos continuarán al menos dos años más en el Centro Cultural Paseo Córdoba de la Nueva Andalucía
Una de las notas distintivas del espacio que la UNC inaugurará en las próximas semanas en la esquina de Obispo Trejo y Duarte Quirós, es el Museo de Sitio que funcionará en ese lugar y pondrá en valor el patrimonio jesuítico descubierto durante el desarrollo edilicio. Allí, quienes lo visiten podrán observar, mediante un recorrido por un sistema de pasarelas, los muros jesuitas de más de dos siglos de existencia y podrán contemplar, en vivo, el trabajo arqueológico que continuará al menos dos años más en ese lugar. Más de tres mil restos arqueológicos hallados dan testimonio de la vida cotidiana de las personas que habitaron esos claustros y el modo en que la Orden Jesuita diseñó y construyó sus conventos. [20.05.2022]
El Centro Cultural Paseo Córdoba de la Nueva Andalucía que la UNC inaugurará en las próximas semanas cuenta, entre uno de sus principales atractivos, con un Museo de Sitio. Este espacio, ubicado en la intersección de las calles Obispo Trejo y Duarte Quirós, fue diseñado con el propósito de interpretar el patrimonio de la Orden Jesuita y su impronta en la ciudad de Córdoba, a partir del sistema de muros, pisos y los más de 3.300 restos arqueológicos hallados en el lugar durante la obra edilicia.
El valor de esos restos radica en que dan testimonio del modo en que los jesuitas diseñaron y construyeron sus conventos, a partir de modelos probados en Europa, pero adaptados a los espacios y materiales americanos.
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- Un grandioso pasado por descubrir
- Tareas arqueológicas en vivo y en directo
- Qué es un museo de sitio
- El valioso patrimonio que se pone en evidencia
- Cómo era el Refectorio
- Cómo se realizó la restauración
- Córdoba: capital del legado jesuítico
El Museo de Sitio se ideó a partir de investigaciones arqueológicas e históricas que desde el 2017 se llevaron a cabo en el lugar, con el fin de entender la vida cotidiana de las personas que habitaron estos claustros e interpretar la materialidad soterrada del antiguo patio de la Botica, el comedor y el tercer patio del Colegio Máximo jesuítico.
Entre los numerosos hallazgos, se encontraron en muy buen estado de conservación cimientos, bóvedas y partes de muros, pisos de diferentes períodos históricos, y un sistema hidráulico compuesto por canales, cañerías y cisterna de agua, que fueron construidos por los jesuitas y, luego de su expulsión, modificados por la Orden Franciscana.
Estos muros, junto a las vigas de madera originales del Antiguo Refectorio Jesuítico (comedor), son las piezas más antiguas descubiertas hasta el momento y datan del año 1650 aproximadamente (siglo XVII).
A ello se suman 3.360 restos arqueológicos que van desde piezas completas a fragmentos de diversos materiales como metal, cerámica, vidrio y huesos de animales, entre otros.
Teteras, cuchillos, cucharas, vasijas de cerámica, cepillos de pelo, piezas de ajedrez, bolitas y grafito para escribir, restos de pipas y abanicos y hasta un amuleto africano, son solo una muestra de los objetos recuperados durante las diferentes etapas y estratos de la excavación que dan cuenta de la singular importancia arqueológica del lugar, y corroboran materialmente los relatos históricos acerca de la vida cotidiana de la Orden Jesuita y su vínculo con las personas negras esclavizadas, encargadas de las áreas de servicio.
Alfonso Uribe, jefe del área de Arqueología de la Agencia Córdoba Cultura y responsable de las excavaciones arqueológicas, destaca el valor de estos hallazgos como una forma de reinterpretar el lugar no solo como un área jesuítica, sino como un espacio de memoria de quienes fueron esclavizados y construyeron estos edificios, plasmando su impronta en el lugar.
Uribe subraya que “gracias a los documentos históricos de la administración jesuítica y las posteriores investigaciones científicas de un gran número de especialistas, sabíamos de la presencia de personas de origen africano en todas las áreas jesuíticas. Incluso, pudimos conocer datos como cuántas eran al momento de su expulsión, sus nombres, edades y ocupaciones.
Además de la apertura del Centro Cultural Paseo Córdoba de la Nueva Andalucía, se pondrá en funcionamiento el Museo de Sitio, un elemento vanguardista para la ciudad. La riqueza cultural y arqueológica que se develó en este sector es tan cuantiosa que los trabajos arqueológicos seguirán adelante, según pronostican especialistas, durante dos años aproximadamente y quienes visiten el lugar podrán observar el trabajo arqueológico profesional que allí se lleva a cabo.
“Desde el punto de vista de la protección y puesta en valor de este espacio, la UNC dio un grandísimo paso. Impulsar estas excavaciones y su divulgación permitirá que se desarrollen nuevas investigaciones y que cada vez haya más especialistas a la hora de encarar este tipo de proyectos”, subrayó el arqueólogo.
Un grandioso pasado por descubrir
En el año 2000, con la declaratoria de Patrimonio Mundial de la Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba, se creó también un área de amortiguamiento de protección patrimonial que abarca la manzana donde se encuentra hoy el Centro Cultural UNC Paseo de Córdoba de la Nueva Andalucía. En este marco, UNESCO recomendó incentivar los estudios y protección de los bienes arqueológicos.
A la par de los avances en la construcción del centro cultural, aumentaba la evidencia de un vasto pasado colonial, resguardado bajo los cimientos de edificaciones más modernas.
La impronta jesuítica presente en el lugar requirió de trabajos de investigación arqueológica que comenzaron a partir de un convenio firmado en el 2018 entre la UNC y la Agencia Córdoba Cultura. La labor consistió en el relevamiento y análisis de la zona, y la evaluación de su potencial, bajo la supervisión de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos (CNMyBH).
El área de Arqueología de la provincia de Córdoba realizó la demarcación perimetral del espacio total a excavar mediante la utilización de un georradar, dividiendo el lugar en sectores y cuadrículas. Luego comenzaron las tareas de campo: se retiraron individualmente las múltiples capas de relleno del suelo, que fueron revelando los estratos arquitectónicos de diferentes épocas, incluso siglos.
De este modo, se produjeron hallazgos significativos que dieron cuenta tanto de la ocupación de este sitio, como de los materiales y sistemas de construcción utilizados por la Orden Jesuítica y los procesos productivos, sociales y culturales que impulsaron desde sus orígenes.
“Cada paso en el trabajo arqueológico está pensado para evitar daños o pérdidas. Se requiere de una clasificación y catalogación de los materiales que se van encontrando en las excavaciones”, detalla Uribe.
Los sectores identificados abarcan parte del Patio de la Botica del conjunto jesuítico de Córdoba, el Refectorio (comedor) y posiblemente otros sectores de trabajo hacia el sureste, donde se registran las permanencias más antiguas, todas ligadas a las áreas de trabajo y servicio de la Orden.
“La ventaja de la obra jesuítica es que permaneció casi intacta durante cuatro siglos. Los muros que desde ahora van a poder apreciarse en el lugar, estaban en muy buen estado de conservación, lo mismo sucedió con algunos pisos”, explica Uribe.
El arqueólogo detalla a UNCiencia que el trabajo interdisciplinario de múltiples equipos de investigación y el uso de diferentes elementos tecnológicos permitieron comprender con mayor claridad la arquitectura y técnica de construcción de los edificios coloniales.
Área de excavaciones en el sector A de la Plaza Arqueológica
También posibilitó corroborar, a través de la materialidad de los objetos encontrados y la documentación histórica existente, cómo se desarrolló la vida cotidiana y de trabajo en este convento urbano.
Rebeca Medina, responsable de la elaboración del Proyecto de Gestión Institucional del Museo de Sitio de la UNC, se detiene en el valor histórico y singular del Refectorio, último espacio en el que los miembros de la Compañía de Jesús convivieron tras su detención en 1767, y desde donde partieron luego de su expulsión del territorio americano.
“Desde ahora podremos presenciar el lugar elegido donde fueron encerrados todos los miembros de la Orden Jesuita en Córdoba por mandato del rey de España. Allí quedaron aislados, hacinados e incomunicados hasta su traslado y expulsión final”, explica la arquitecta.
Medina y Uribe coinciden en que tanto la excavación arqueológica como la puesta en valor del sitio como Museo del Centro Cultural de la UNC, darán la oportunidad de “mirar el pasado, para entender el presente y no olvidar nuestros orígenes”.
Sobre la labor desarrollada en el lugar, Alfonso Uribe –quien lleva más de 20 años trabajando con el patrimonio de Córdoba–, remarca la importancia de la coordinación interinstitucional.
“El vínculo entre la UNC, el gobierno de Córdoba y la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos fue fundamental, sin esa labor colaborativa no podríamos haber avanzado en la reconstrucción de esta parte del pasado de la provincia”, afirma.
Tareas arqueológicas en vivo y en directo
Es tan vasta la riqueza arqueológica del lugar, que se decidió demarcar zonas definidas como plazas arqueológicas, rodeadas por un circuito de pasarelas desde donde los y las visitantes pueden apreciar los muros jesuitas de más de dos siglos de existencia y contemplar, en vivo, el trabajo arqueológico que continuará al menos dos años más.
Sobre la calle Duarte Quirós, que separa el Museo de Sitio y el colegio Monserrat, se construyeron dos ventanas arqueológicas. Se trata de estructuras con vidrios desde donde también se podrán apreciar los muros jesuitas en el subsuelo.
Para Medina y Uribe, la instalación de estas ventanas resulta indispensable como puesta en valor del sector que ocupaba el Refectorio jesuítico atravesando la calle Duarte Quirós.
“Se pueden observar las evidencias materiales de muros, como así también parte de los pisos internos del Refectorio y una muestra del piso externo que correspondía al corredor o galería que formaba parte del claustro del patio de la Botica jesuítica”, destaca Rebeca Medina.
Estos segmentos de muros paralelos permiten reconstruir la continuidad entre los muros del sector sur del Refectorio y los que hoy forman parte de la sala de profesores y profesoras del Monserrat. También se pudo establecer que el sector interno del Refectorio se encuentra a un nivel más bajo que el corredor o galería y el antiguo piso de piedra bola del patio de la Botica.
“Que el Refectorio se encuentre a mayor profundidad que el tercer patio y los recintos de la Botica que daban a la actual calle Obispo Trejo, como también el hecho de que el muro posea una orientación, en torno al eje de la cuadrícula urbana actual, de 8 grados en sentido anti horario, nos hace pensar que estamos ante la construcción más antigua del sector”, sostiene Alfonso Uribe.
Respecto a los hallazgos arqueológicos, paulatinamente se irán exponiendo en el museo la mayoría de objetos encontrados, que van desde piezas completas a fragmentos y de diversos materiales como metal, cerámica, vidrio y huesos de animales, entre otros.
Sobre las estructuras arqueológicas se realizó un proceso de restauración y consolidación, que implica dar solidez a los elementos de un edificio con la finalidad de detener el deterioro de sus elementos o materiales, asegurar su integridad estructural y su permanencia en el tiempo.
Qué es un museo de sitio
De acuerdo con el Consejo Internacional de Museos (ICOM), un museo de sitio está concebido y organizado para proteger un patrimonio natural y cultural, mueble e inmueble, conservado en su lugar de origen, allí donde este patrimonio ha sido creado o descubierto.
Estos museos son una oportunidad de poner en valor la historia y la herencia cultural en el propio lugar en donde se generó y desarrolló, lo que les proporciona un matiz especial que puede aprovecharse para preservar el lugar, transmitir conocimientos y para educar e inculcar sentimientos de identificación con el pasado.
El Museo de Sitio del Centro Cultural de la UNC se plantea el desafío de ubicar al público dentro del mundo jesuita y revisitar un pasado plasmado en los documentos históricos, pero del que aún no se habían encontrado suficientes restos materiales.
La arquitecta Rebeca Medina, al visualizar este nuevo espacio museístico, anticipa que será un lugar donde confluirán dudas, preguntas y controversias, siguiendo con la tendencia de revisión que hoy propone la museología crítica para el nuevo papel de los museos.
“Con este museo se presenta el desafío de construir y reconstruir la relación con lo diverso y con la comunidad local a la que pertenece este sitio. El espacio reúne objetos del pasado muy importantes que servirán para abrir las mentes y transmitir perspectiva histórica, además de proporcionar experiencia sensorial sobre la forma de vivir de otros tiempos”, adelanta la especialista.
El valioso patrimonio que se pone en evidencia
Como parte de la Manzana Jesuítica de Córdoba, integrante de la serie de conjuntos manzana y estancias jesuíticas declaradas Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, el Museo de Sitio del Centro Cultural de la UNC, el Paseo Córdoba de la Nueva Andalucía y sus edificios y áreas arqueológicas comparten una serie de valores culturales fortalecidos, además, por las distintas construcciones edilicias que se desarrollaron con posterioridad.
Valor de Antigüedad | El edificio forma parte del conjunto urbano de la Orden Jesuita, edificado a partir de 1599. En el mismo sitio se levantaron, desde finales del siglo XIX al XXI, edificios que se superpusieron y entremezclaron con cimientos y muros coloniales.
Abarca parte del Patio de la Botica del conjunto jesuítico de Córdoba, el Refectorio (comedor), el Tercer Patio y posiblemente otros sectores de trabajo hacia el sureste, donde se registran las permanencias más antiguas, todas ligadas a las áreas de trabajo y servicio de la Orden Jesuítica.
Valor Histórico |Inicialmente el sitio es ocupado para actividades de producción, asistencia y administración de la Orden de la Compañía, y más tarde las del colegio, con educación y alojamiento. Los espacios fueron testimonio de la labor espiritual y educativa de la Orden de la Compañía de Jesús en Córdoba y la región, de su forma de producir y administrar, y del ejercicio de actividades singulares como la botica.
En el área se conservan cimientos y partes de muros y bóvedas diseñados por miembros de la Compañía de Jesús de diversa procedencia –Bianchi, Prímoli, Forcada-, e intervenidos más tarde por profesionales relevantes, como el arquitecto Jaime Roca (1929).
Los muros actuales del Refectorio son parte del último espacio en el que dichos miembros convivieron cuando fueron detenidos en 1767, y desde el cual partieron tras su expulsión del territorio americano.
La presencia posterior de la sede de la Sociedad “Unión y Progreso” reanuda las actividades sociales y culturales en el sitio, que mantienen el interés por la ayuda y la provisión de servicios asistenciales que los jesuitas habían desarrollado.
Valor Arquitectónico | El sitio mantiene restos del conjunto jesuítico, testimonio de su modo de diseñar y construir a partir de modelos probados en Europa y adaptados a los espacios y materiales americanos –con el aporte de los sistemas abovedados-, edificados con mano de obra esclava entre los siglos XVII y XVIII.
A esta estructura original se le superpone la ocupación de los siglos XIX y XX, que permiten discernir la evolución de la ocupación del sector, así como la interpretación de las escalas institucionales en el perfil de la ciudad desde el siglo XVIII hasta la actualidad.
Valor Social | Fundado a solicitud de la población, tanto el convento como el Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat fueron los espacios educativos de referencia para la ciudad desde el siglo XVII, así como las demás actividades que la Orden extendió hacia la sociedad en general. La labor jesuítica desarrollada en educación, salud, asistencia y evangelización llevó en educación, salud, asistencia y evangelización llevaron a la sociedad colonial y a la alta jerarquía del clero secular a solicitar las fundaciones de los Colegios y Universidades de esta Orden, como en el caso de Córdoba.
Sus espacios son referencia de su trabajo en la comunidad local, así como de las diversas relaciones que la orden establecía hacia la ciudad y el territorio, abarcando todas las clases sociales, incluso las personas esclavizadas.
Valor Arqueológico | Ubicado en la traza fundacional, el conjunto guarda en su subsuelo testimonio de la evolución del asentamiento jesuítico desde el siglo XVII hasta el presente, en un sector destinado a la producción, administración y residencia. Aporta al enriquecimiento de la historia del conjunto jesuítico, redefiniendo su memoria y su morfología física.
Valor paisajístico-ambiental | El Refectorio y los patios forman parte del conjunto jesuítico que testimonia la ocupación colonial, las modificaciones de la traza, la trama y el tejido en los siglos XIX y XX, evidenciadas en los lenguajes materiales de los edificios: la iglesia jesuítica colonial, la universidad en un historicismo neobarroco y el colegio según las influencias de las Restauración Nacionalista. Aunque el entorno no es armónico, evidencia la evolución urbana del sector.
Cómo era el Refectorio
De acuerdo a la evidencia arqueológica recolectada durante las excavaciones de 2021, el Refectorio Jesuítico habría tenido la estructura que se representa en este modelo.
El análisis de los restos y la investigación bibliográfica que permitieron la interpretación de la estructura edilicia estuvo a cargo del arqueólogo Alfonso Uribe.
Cómo se realizó la restauración
Alicia Beltramino es especialista en restauración de bienes culturales con décadas de trayectoria. Con su equipo trabajó en la recuperación y consolidación de los muros exteriores y las vigas del Refectorio.
Sobre su tarea, explica que al diseñar un plan de abordaje para la recuperación de bienes culturales, es necesario primero hipotetizar sobre las causas de los deterioros, las patologías o lesiones que afectan al bien cultural, y en eso entran en juego aspectos técnicos, tecnológicos y físicos. «Una vez en obra, ese plan inicial se va ajustando a las reales necesidades y situaciones particulares que la obra misma dicta para su restablecimiento tanto físico como estético e histórico», explica la especialista.
Respecto a los límites de las intervenciones en las tareas de recuperación, advierte que siempre la trayectoria histórica del bien cultural debe verse manifestada, porque de lo contrario se estaría borrando las huellas del tiempo. “Siempre digo que las obras de arte permanecen en nuestra época, pero ya no pertenecen a esta”, fundamenta.
En esa línea señala la importancia de no generar falsos históricos, como se conoce a las intervenciones que no permiten distinguir los sectores originales de aquellos restaurados.
En los gráficos a continuación se detalla parte de las tareas que Beltramino llevó adelante con su equipo.
b. Consolidación de la madera mediante inyectado de resina acrílica diluida en acetona.
Córdoba: capital del legado jesuítico
La presencia de integrantes de la Compañía de Jesús en América dejó una huella imborrable en Córdoba, donde su legado quedó inmortalizado en sus múltiples construcciones edilicias.
Esta orden religiosa sentó sus bases en 1599, en lo que hoy conocemos como la Manzana Jesuítica en la ciudad de Córdoba. Allí se erigieron la Iglesia de la Compañía, el Colegio Máximo y el Real Convictorio, donde actualmente funcionan el Rectorado antiguo de la UNC y el Colegio Nacional de Monserrat.
También se destaca el conjunto de estancias jesuíticas, construidas entre 1616 y 1725 para sustentar económicamente su obra evangelizadora en la región. Estas obras arquitectónicas encierran siglos de la historia colonial y expresan su voluntad misionera, que sobrevivió a la expulsión de la Orden firmada por el rey de España Carlos III en el año 1767.
A fines del año 2000, la UNESCO declaró a la Manzana Jesuítica y las Estancias como Patrimonio de la Humanidad.
Fecha de publicación: 16 mayo, 2022