Cuánto saben los adolescentes cordobeses de educación sexual
Aunque la mayoría dice conocer cómo prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos, muy pocos usan preservativo al momento de tener relaciones y utilizan incorrectamente la píldora del día después. Cada vez son más los que admiten haber sufrido abuso, realizan tratamientos por enfermedades de transmisión sexual y se inician a los 14 años, en la mayoría de los casos como un «rito de pasaje» y de pertenencia grupal. Comportamientos, creencias y demandas de los jóvenes sobre la sexualidad. [01.04.2015]
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
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¿A quiénes recurren los adolescentes para conocer sobre sexualidad? ¿Saben cómo prevenir enfermedades de transmisión sexual? ¿Se cuidan al momento de tener relaciones? Un equipo del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades (CIFFyH) abordó estos y otros interrogantes en 11 mil chicos escolarizados, de entre 15 y 19 años, de la ciudad de Córdoba y las localidades más grandes del interior provincial.
Desde hace más de 15 años analizan –a través de instrumentos cuantitativos y cualitativos– las conductas de riesgo asociadas a la sexualidad, y bianualmente renuevan una encuesta anónima en adolescentes escolarizados de ambos sexos. La última se aplicó en 2012 y actualmente están analizando los datos recogidos en 2014. También incluyen en la muestra a chicos no escolarizados, de la misma franja etaria.
De allí surge que el 95% de los adolescentes dice saber cuáles son las conductas de riesgo asociadas a las enfermedades de transmisión sexual (ETS) como el sida. Pese a ello, un porcentaje menor admitió haber usado preservativo en su última relación. “La primera reacción de los jóvenes cuando les preguntamos sobre infecciones de transmisión sexual o embarazos y cómo prevenirlos es que ’ellos ya saben del tema’. Pero cuando profundizamos, observamos que lo desconocen”, explica Margarita Barrón, directora del grupo de trabajo.
Un ejemplo es el uso incorrecto y generalizado que se hace de la pastilla del día después. “Se ha convertido en la píldora del rato antes”, asegura la investigadora en referencia a que las adolescentes la usan antes de consumar la relación, varias veces al mes, y no luego del acto sexual (hasta 48 horas posteriores) y de manera excepcional.
Otro dato significativo es que en la última década aumentó siete veces la cantidad de adolescentes que realiza tratamiento por ETS. Sin embargo, cuando se les pregunta, niegan tener la enfermedad, pese a que su historia clínica indica lo contrario e incluso se encuentran bajo tratamiento.
“Todavía prevalece el sentimiento de vergüenza y el no reconocimiento de la propia enfermedad, sin saber que en general es curable. Pareciera que se vencieron todos los tabúes, pero hay algunos que todavía están muy presentes”, apunta la especialista.
Asimismo, se incrementó el porcentaje de chicos que dijo haber sido víctima de abuso sexual (trepó al 33 % en los últimos 10 años) y, aunque atraviesa todas las clases sociales, es mayor entre los adolescentes no escolarizados.
De la investigación también se desprende que cada vez son más los jóvenes que se inician sexualmente a edades tempranas. “Comparativamente con períodos anteriores, aumentó la cantidad de chicos que manifiesta haber tenido relaciones sexuales a edades bajas”, indica la especialista. Actualmente, el promedio tiene su primera experiencia a los 14 años, aunque muchos comienzan antes.
¿Cómo lo vivencian? De acuerdo a Barrón, el acto es considerado como un “rito de pasaje” y de pertenencia grupal. “No está asociado a un momento de amor ni de placer, sino que se convierte en algo mecánico que hasta puede ser doloroso. Pero les permite sentir que ya son ‘adolescentes’ y pertenecer a determinado grupo”, describe. Además de la presión de los pares, se observa una fuerte influencia del consumo de alcohol al momento de iniciarse sexualmente (gráfico).
Para un adolescente, otro adolescente
Parte de la explicación sobre por qué en buena medida los adolescentes tienen un conocimiento pobre sobre sexualidad, se encuentra en la fuente de información que priorizan al momento de plantear dudas sobre sexualidad. El 77% elige hablar del tema con sus pares; en segundo lugar, la familia (53%); y en menor proporción la escuela, seguida por los profesionales de la salud.
Para muestra, basta un botón: se aplicó una prueba a estudiantes de un reconocido colegio público de Córdoba para medir su nivel de conocimiento específico sobre anticoncepción. Posteriormente se ofrecieron charlas informativas y se aplicó nuevamente el examen, con notables mejoras en sus resultados.
Pero al poco tiempo parecieron haber olvidado todo. Al repetir la evaluación al mismo grupo en el segundo cuatrimestre, volvieron a arrojar valores bajos, similares a los iniciales. Para la investigadora, la explicación es unívoca: “El boca a boca entre ellos tiene más peso que cualquier otra vía de información. Sabemos que, con el tiempo, se va diluyendo lo aprendido y vuelven a lo que tradicionalmente creían”. Esto confirma que, para un adolescente, el principal interlocutor sobre temas de sexualidad son sus pares.
Sin embargo, Barrón señala que, poco a poco, la escuela se viene posicionando mejor como espacio donde los chicos pueden aprender sobre sexualidad, lo que atribuye a la aplicación paulatina de la ley 26.150 (Programa de Educación Sexual Integral). “Las escuelas tenían mucho miedo de hablar sobre sexualidad, se sentían desprotegidas. Hoy la situación ha cambiado y muy lentamente van incorporando el tema”, opina.
Qué quieren saber
Las respuestas a los relevamientos efectuados por el equipo de investigadores permiten obtener estadísticas locales sobre los jóvenes y la sexualidad. Entre otros fines, la información obtenida es trabajada mediante talleres implementados en los colegios, en los cursos de 1º a 6º año, con el objetivo de reconocer cuáles son las demandas que tienen los adolescentes sobre el tema.
Así, por ejemplo, encontraron diferencias entre los chicos de 1º, 2º y 3º año. El punto en común sobre el que todos muestran interés son los tipos, usos y seguridad de los métodos anticonceptivos, sobre todo en alumnos de 1º año (80%). Los de 2º y 3º prefieren conocer mayormente distintos aspectos de las relaciones sexuales, como edad de inicio, orgasmo, posiciones y menstruación, entre otros. “Preferimos intervenir con los chicos de los primeros años a modo de prevención y formación sobre el tema sexualidad, aunque hemos realizado talleres para los más grandes también”, comenta la investigadora.
En opinión de la especialista, la insuficiente información con la que cuentan los jóvenes y la alta influencia que ejercen los pares sobre el tema, lleva muchas veces a embarazos no planificados y ETS. “Necesitamos trabajar aspectos como relaciones sexuales, transmisión de infecciones y métodos anticonceptivos. Pero, además, concebir a la sexualidad como algo más amplio, que involucra sentimientos y afectos. Nuestra experiencia nos indica que, en la medida en que los chicos tienen más conciencia sobre el valor de la sexualidad, no pasan al acto directo y toman recaudos antes”, cierra.
Recursos
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Fecha de publicación: 5 abril, 2015