Córdoba: 6 de cada 10 adolescentes sufre acoso escolar
El 63% de los jóvenes de las escuelas secundarias de la ciudad de Córdoba fue víctima de bullying alguna vez, mientras que más del 90% observó conductas de este tipo. Así surge de un estudio comparativo realizado por investigadores de la Facultad de Psicología de la UNC, en base a una encuesta aplicada a 3.500 alumnos de nivel medio de la ciudad de Córdoba. Los resultados cuestionan la frecuente asociación entre violencia y escuelas públicas, y demuestran niveles de hostigamiento similares entre establecimientos públicos y privados. [19.11.2015]
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
candela.ahumada@unc.edu.ar
Francisco era alumno de 3° año del Instituto ORT Montañeses 2845 de la ciudad de Buenos Aires. Falleció al caer del piso once de un edificio del barrio porteño de Nuñez. Luego de que la Justicia tomara testimonio a la familia, quedó acreditado que el chico sufría continuas agresiones y hostigamiento en la escuela, y había pedido ayuda a los docentes en reiteradas oportunidades.
El caso, aunque extremo, da cuenta de una de las problemáticas que atraviesa actualmente la escuela: las repetidas situaciones de violencia y acoso entre pares (bullying), definidas como la agresión hacia un individuo o grupo cometida por uno o más individuos, que se realiza en forma sistemática y reiterada en el tiempo.
Se trata de un fenómeno que registra un incremento progresivo e importante en todos los países del mundo. En Argentina, en 2013, hubo 822 casos de bullying denunciados en la Justicia o en los diversos Ministerios de Educación, mientras que en 2014 esa cifra trepó a 1.192, según la ONG Bullying sin Fronteras. Eso significa un incremento del 45% en sólo un año.
Córdoba no escapa a ese panorama. Un estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Facultad de Psicología de la UNC indica una fuerte presencia de este tipo de conductas, tanto en escuelas públicas como privadas de la ciudad de Córdoba. Hallazgos similares produjeron otros estudios realizados por el mismo equipo de investigación en diferentes ciudades del interior provincial.
Las conclusiones indican que el 63% de los adolescentes fue víctima de bullying alguna vez, otro tanto participó como agresor (61%), mientras que el 91% lo hizo como observador. “Los resultados son preocupantes, sobre todo si se tiene en cuenta que la gran mayoría de los jóvenes consultados dijo haber visto situaciones de violencia y agresión entre sus compañeros en el colegio al que asisten”, señala Griselda Cardozo, psicóloga e investigadora y directora del proyecto. Aunque menor, también se registró una fuerte presencia de ciberbullying, una modalidad cada vez más frecuente entre los adolescentes que recurren al uso de la tecnología (Facebook, Twitter, Whatsapp e Instagram, entre otras) para perpetrar y continuar el acoso fuera del ámbito escolar.
Se trata del primer estudio realizado en Córdoba que indaga sobre niveles de bullying y ciberbullying comparativamente entre escuelas públicas y privadas, diferenciando tres indicadores relacionados con el rol de la persona participante (víctima, agresor u observador de la situación). La muestra estuvo compuesta por 3.500 adolescentes de la ciudad de Córdoba, de 11 a 20 años, a los cuales se les administró el Test Ciberbullying, que evalúa agresiones “cara a cara” o mediadas por las tecnologías de la información y comunicación.
En escuelas públicas y privadas
Los resultados obtenidos permiten echar por tierra algunas nociones y asociaciones frecuentes en la sociedad en torno a la escuela pública. En este sentido, Cardozo destaca que “el estudio desmitifica cierta creencia social que considera a las conductas de violencia y agresión como una problemática más vinculada e instalada en la escuela pública, que en la privada”. En efecto, las conclusiones para el conjunto de los indicadores (víctima, agresor u observador) evidencian que no existen diferencias significativas según la titularidad de la institución escolar (pública-privada), y que el número de casos de bullying es similar en ambos tipos de establecimientos. Incluso, en los colegios privados se encontró mayor cantidad de ciberobservadores, es decir, de adolescentes que observaron situaciones de acoso a través de las redes sociales. En tanto, el porcentaje de ciberagresores y cibervíctimas fue parejo en los dos casos.
Por otra parte, la investigación analizó las conductas de bullying en relación al género (del total de la población encuestada, el 43% eran varones, y el 56,1%, mujeres). Se observó que el porcentaje de agresores es mayor en los adolescentes varones que en las mujeres, pero no se registraron diferencias importantes entre ambos sexos en relación a la cantidad de víctimas y observadores.
Para las investigadoras que llevaron a cabo el estudio, que el bullying sea una problemática común tanto a colegios públicos como privados se asocia al hecho de que unos y otros se inscriben en un contexto social más amplio, que muchas veces también resulta violento.
En efecto, la investigación demuestra que las manifestaciones de violencia y, específicamente el acoso entre jóvenes, están asociadas a variables del contexto, como el clima social, escolar y familiar (ver despiece). “Si el entorno del adolescente es violento, ya sea en su barrio, con sus amigos, o por ejemplo, con sus vínculos familiares, eso influye sobre el comportamiento del adolescente en la escuela”, apunta Cardozo. Puesto en otros términos: la escuela no puede filtrar lo que llega desde afuera. Sin embargo, en opinión de las investigadoras sí puede funcionar como un espacio en el que se trabajen y promuevan conductas prosociales, como forma de reducir las conductas de bullying. “Si bien es imposible sostener que la escuela pueda y deba dar respuesta a las múltiples causas que dan origen a las situaciones de acoso y hostigamiento entre pares –admiten–, consideramos que es un lugar importante para construir modelos de convivencia, a través de la enseñanza-aprendizaje de valores, como la solidaridad, la participación, la comunicación y el respeto por los demás”.
Pero en todos los casos, las consecuencias son graves y afectan a todos los implicados, con distintos síntomas y niveles de sufrimiento, tales como ansiedad, depresión, estrés postraumático, baja autoestima, miedo, ira, frustración, indefensión, inseguridad y nerviosismo, entre otros. Entre los agresores, uno de los efectos más típicos es que se ve afectada seriamente su capacidad de socialización.
En Córdoba, la necesidad e importancia de abordar las conductas de bullying en el aula llevó a la aplicación de la Ley Provincial Nº 10.151, que incorporó la enseñanza de la problemática relacionada con el acoso y la violencia escolar (Ministerio de Educación de la Provincia, 2013). “Las consecuencias perniciosas de este tipo de conducta requieren enfatizar su prevención e intervención en las escuelas, en todos los contextos educativos”, señala la psicóloga Griselda Cardozo, quien desde hace más de diez años investiga, junto a un grupo de especialistas, problemáticas vinculadas a la adolescencia y la capacidad de resiliencia en los jóvenes.
Desde su experiencia en el campo de la investigación y la realización de numerosos talleres de capacitación a docentes sobre bullying, aporta algunas pautas a tener en cuenta a nivel áulico e institucional. “Las intervenciones deben apuntar a una mejora del clima social del aula, potenciando el desarrollo de la conducta prosocial, las habilidades de comunicación, la resolución cooperativa de los conflictos, la capacidad de empatía y de comprensión de las emociones, y el respeto por la diferencia”, apunta.
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Fecha de publicación: 19 noviembre, 2015