De los dibujos de Da Vinci, a la inmutabilidad del formol
¿Por qué al hombre le interesa conservar y mostrar enfermedades? Los especialistas explican que fue y es muy relevante documentar las patologías no sólo para la formación de los futuros profesionales, sino para la educación de la sociedad. Los museos presentan la afección sobre un órgano "in situ", en un determinado paciente y en un momento particular. Ocurre que con el paso del tiempo, estas enfermedades pueden presentar nuevas características y evolucionar de distinta manera. Un ejemplo es la tuberculosis, que durante el siglo XIX se contraía por las precarias condiciones de vida –hacinamiento, mala alimentación–, y ahora se diagnostica también en pacientes inmunodeprimidos, como los portadores de HIV.
La conservación de patologías es relativamente reciente en el tiempo. Nada pudo preservarse hasta la invención del formol, un compuesto químico universal. Desde la antigüedad, las afecciones eran registradas a través de pinturas, esculturas o dibujos, hasta la llegada de los libros. En este sentido, las obras de arte elaboradas por Leonardo Da Vinci son un testimonio de gran valor. Una leyenda cuenta que Da Vinci estudiaba los cadáveres en la oscuridad y a plena noche, cuando estaban en proceso de putrefacción, lo que explica que en sus esculturas se resalte especialmente la musculatura, que es lo último en deteriorarse.
En la Universidad Nacional de Córdoba, la especialidad médica tuvo un desarrollo avanzado. Desde su creación en 1878, la Facultad de Ciencias Médicas incorporó la Anatomía Patológica a su currícula de estudios. Algunas décadas después se contrató a un Director Técnico de Anatomía Patológica para que organizara un museo dedicado a la temática. El especialista fue Ferdinando Strada, de nacionalidad italiana pero formado en Alemania. Él concretó el desarrollo del Museo de Anatomía Patológica incluso antes de la inauguración del Hospital Nacional de Clínicas, lugar donde actualmente funciona este espacio, a la par de la Cátedra y el Servicio de Patología.
Actualmente, este reservorio cuenta con 1.500 piezas, organizadas por sistemas: cardiovascular, digestivo, genital (masculino y femenino), urinario, respiratorio, etcétera. Abundan los cánceres en pulmón e hígado, todos protegidos en grandes frascos repletos de formol. Existe "una colección" de malformaciones congénitas -las que se manifiestan desde el nacimiento-, como una pareja de siameses, o rostros completos con deformaciones, brazos con tumores gigantes, cortes de tórax. También se exhibe un inmenso cráneo de una persona que sufrió acromegalia (el exceso de producción de hormonas de crecimiento), y la cabeza completa de una persona enferma de progeria, un síndrome genético causado por la mutación del gen Lamin A, caracterizado por la aparición prematura de los signos del envejecimiento.
Algunas de estas piezas serán expuestas por Gladys Martellotto, actual directora del Museo de Anatomía Patológica de la UNC, en la tercera charla del ciclo Mentes Curiosas, titulada "Ver y Aprender: el arte de la conservación de las piezas en un paseo por el Museo de Patología".
"La enfermedad siempre causó mucha curiosidad- asegura Martellotto-. A muchas personas les interesa este tipo de muestras. Existen muchos mitos y las charlas abiertas son una buena oportunidad para romper con las idealizaciones de la gente sobre las enfermedades". Y agrega: "Cuando hago intervenciones intraoperatorias, siempre ofrezco a los familiares del paciente observar las piezas que se extrajeron para mostrarles y explicarles el procedimiento, y la gran mayoría acepta".
La charla-exposición de Martellotto se desarrollará el próximo 25 de junio, a las 19, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC (Vélez Sársfield 299). La entrada es libre y gratuita.
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Fecha de publicación: 24 junio, 2009