“No hay futuro en un país que pierde el 80% de su juventud”

Especialista en políticas públicas en educación superior, ciencia y tecnología en América Latina, Ana Lúcia Gazzola llegó a Córdoba la semana pasada para participar del ciclo “La Universidad piensa el Bicentenario” que organizan las universidades Nacional y Católica de Córdoba.

En diálogo con Hoy la Universidad, Gazzola, quien dirigió el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Iesalc) de UNESCO, señaló que la Universidad avanza a pesar de la discontinuidad política de los gobiernos nacionales, y lo hace porque su naturaleza es más permanente y porque “tiene una forma más democrática de renovar y cambiar los dirigentes”. Asimismo, insistió en que la acción universitaria debe seguir guiándose por valores humanistas y de responsabilidad, al tiempo que rescató los valores de la Reforma Universitaria de Córdoba, según los cuales “la excelencia académica tiene que tener como su otra dimensión, la pertinencia y la responsabilidad social”.

Absolutamente crítica ante lo que ella llama la internacionalización predatoria de la educación superior, ha confrontado en numerosas oportunidades con quienes ofrecían, en sus palabras, “cuentas y espejitos de colores”. Puntualmente se refirió al programa europeo Alban que se presentaba como una iniciativa de cooperación pero en realidad buscaba formar a los estudiantes latinoamericanos en aquellas áreas que eran sólo de interés para la Comunidad Europea. “Crearon el programa Alban y dijeron que respondía a nuestras necesidades, pero en los primeros cinco años nunca nos preguntaron –a los países latinoamericanos– en qué áreas queríamos formar a las personas. Eso no es cooperación”, afirmó.

Tanto ella como otros referentes de la educación superior latinoamericana se rehusaron a facilitarles a los europeos la selección de masa crítica exportable.

Afirma que para contrarrestar los efectos de la internacionalización predatoria es necesario tener mecanismos de compensación y que ello requiere de discusiones políticas. Es que la “succión de cerebros”, como ella prefiere llamarla, tiene consecuencias directas en el progreso de un país, sobre todo en los menos desarrollados. “Haití ha perdido en los últimos siete años, es decir, antes del terremoto, el 80% de su juventud. Se fueron a Canadá, Francia o Estados Unidos. No hay futuro en un país que pierde el 80% de su juventud. Esto, en menor grado, ocurre en nuestros países”.

“No hay que ser ingenuos y pensar que la gente no se va a ir. Las personas tienen que poder irse. Vivimos en sociedades democráticas felizmente. Pero hay que construir una agenda compensatoria, pero en el sentido estructurante, para mejorar nuestras universidades, nuestros programas de formación, y eso se puede hacer”, subrayó.

– Este tipo de internacionalización, ¿se traslada también al ámbito de la producción científica?

– Sí. Pero va mejorando por las redes de cooperación. Tenemos muchas redes importantes de universidades, no sólo institucionales sino también temáticas que van avanzando. Sin embargo, hay mucha cooperación bilateral, de profesor a profesor, de investigador con investigador, de universidad con universidad. Creo que el salto de calidad que debemos hacer es una planificación sistémica. Y esto tiene que ver con un sueño que tengo, primero para el MERCOSUR educativo, y luego para América Latina en su conjunto. Habría que crear un comité gestor de universidades que planifique de manera sistémica la cooperación entre países. Y, llegados a esta instancia, hay que recordar que los virus, el dengue, los ríos no tienen frontera. Hay problemas regionales que tienen que ser enfrentados con investigación y acción pública calificada y sistémica.

– ¿Este sería el rol social atribuido a las universidades?

Las universidades son un gran instrumento para esto. Sin embargo, por más que las universidades comprueban que la cooperación puede construir el cambio, los países insisten en mantener fronteras económicas, límites a la cooperación y a las políticas públicas, que hacen inviable la cooperación más profunda y transformadora de las universidades. No quiero decir que ellas no deban mejorar, pero los principales problemas que enfrentan vienen del contexto también. Entonces, si no se construye una agenda política de integración real, discutida en los parlamentos con comités gestores conjuntos, e instrumentos verdaderamente colectivos, seguiremos compitiendo los unos con los otros mientras los de afuera nos destrozan y nos masacran.

Desafíos de la educación superior

Consultada por los principales retos que debe enfrentar la educación superior en América Latina, Gazzola insiste en subrayar la responsabilidad de los Estados en los problemas que afectan al sistema educativo en general, no sólo al universitario. “La deserción no es sólo un problema de la Universidad. Es un problema de la economía nacional, del mercado de trabajo, y también de la universidad”.

Sostiene que el sistema de educación superior está en expansión en toda Latinoamérica, pero que este crecimiento no se produce en relación al mercado de trabajo, las posibilidades de conseguir empleo o lo cambios profesionales “Hasta hoy el 42% de los estudiantes de educación superior de América Latina están en las Ciencias Jurídicas, Empresariales en el sentido de administración y gestión, y las Ciencias Sociales. Es decir, nos faltan ingenieros. Tenemos el 14% en ingenierías y tecnologías. Entonces el problema no es sencillamente crecer, es hacerlo con diagnósticos precisos”.

– Y este crecimiento ¿como se evidencia en otros indicadores?

En la producción científica internacional hoy tenemos una incidencia de alrededor del 4,5% cuando hace diez años teníamos el 1,7%. Hemos triplicado la participación, pero el principal problema que tiene cualquier indicador de educación superior que se mire en América Latina es su concentración en pocos países: Argentina, Brasil y México. El 83% de la producción científica de la región se hace en estos países. El 88% de las solicitudes de patentes también. Concentran además el 55% de la matrícula en educación superior y tienen, juntos, el 79% de la matrícula de posgrado. Así no puede haber desarrollo regional.

América Latina, continente de contrastes

DESERCIÓN | “Si hay un país en América Latina en que el problema no es la expansión del sistema es Argentina, porque desde hace varios años tiene una tasa bruta de escolaridad superior del 45%, mientras que la media de ese indicador en Latinoamérica es del 32%. El problema de Argentina es la deserción. Entra una cantidad muy grande de estudiantes pero no se diploman”.

ANALFABETISMO | Brasil tiene el 10,4% de la población analfabeta, Argentina solamente el 2,5%. Sin embargo, Brasil posee el sistema de posgrado más eficiente de América latina y el Caribe.

PRODUCCIÓN CIENTÍFICA | El 83% de la producción científica de América latina se hace en Argentina, Brasil y México.

Cuadratín G3  ANA LÚCIA GAZZOLA   

Formada en Letras y especializada en literatura comparada, así como en políticas públicas en educación superior, ciencia y tecnología, y desarrollo social, Ana Lúcia Gazzola se desempeñó como rectora de la Universidad Federal de Minas Gerais entre el 2002 y el 2006, año en que accedió a la dirección del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Iesalc) de UNESCO. Ha sido miembro del Consejo de desarrollo económico y social de la Presidencia de Brasil, y actualmente es Secretaria de Estado de Desarrollo Social del Estado de Mina Gerais de ese país.