Julio Montaner: “La medicalización de la prevención del VIH no es algo malo, lamentablemente es lo único que funciona”
Julio Montaner es médico infectólogo e investigador. Desde hace más de tres décadas está radicado en Canadá, donde dirige el Centro de Excelencia en VIH/Sida de la provincia de British Columbia.
En 2011, los resultados de estudios realizados junto a su equipo de investigación merecieron el reconocimiento de la revista Science como el mayor descubrimiento científico del año, al que el describe como la posibilidad de controlar la propagación del VIH/Sida.
Casi dos décadas de investigación en torno al VIH/Sida, con resultados que cambiaron los protocolos de tratamiento y asistencia en todas las latitudes, lo habilitan a pensar que es posible frenar el contagio de la enfermedad. Y es que en 1996 Montaner logró descender el índice de mortalidad por VIH/Sida en British Columbia en un 90 por ciento con la aplicación de una triple terapia antirretroviral, hoy implementada y conocida en todo el mundo como Terapia Antirretroviral de Alta Eficacia (Haart por sus siglas en inglés).
Este tratamiento mejoró la expectativa y la calidad de vida de las personas con VIH/Sida, mientras que el incremento en el acceso al mismo favoreció la reducción del contagio vertical, es decir, de madre a hijo, así como la aparición de nuevos casos. Justamente el descubrimiento de que la terapia Haart frena la transmisión del virus en el 65 por ciento de los pacientes tratados le valió la distinción de Science.
No obstante contar con estos resultados alentadores Montaner sostiene que la epidemia no está controlada y que “no es suficiente contar con el tratamiento sino que es necesario hacer una campaña de búsqueda de individuos infectados con VIH” para acercarles la terapia. En este sentido, propone como estrategia buscar y tratar, es decir, aumentar el acceso a los testeos para VIH, ya que las personas que no saben que están infectadas son las más propensas a contagiar a otros.
Montaner estuvo recientemente en Córdoba para recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y participar del XII Congreso de la Sociedad Argentina de Infectología. En diálogo con Hoy la Universidad habló sobre el impacto de su trabajo, los resultados obtenidos así como de la necesidad de facilitar el acceso del testeo para VIH a la población.
¿Es una utopía o puede llegar a ser realidad tener una generación libre de VIH/Sida como planteó en el título de su conferencia de incorporación como Doctorado Honoris Causa en la UNC?
No es más una utopía. Lo planteo como pregunta, pero en realidad la respuesta es muy sencilla. Tenemos los elementos para hacerlo, tenemos la estrategia, lo que falta es la decisión y el coraje político para implementar la estrategia. En la provincia de British Columbia hemos implementado esta estrategia hace casi 10 años. Y demostramos que, en realidad, se puede controlar la epidemia. Desde el punto de vista de costo-beneficio, el retorno en la inversión que genera esta estrategia es tan favorable que no hay que preguntarse si hay que hacerlo, sino que se debe hacer.
¿Y cuáles son los factores que deben confluir para hacer posible su implementación?
Para que esta estrategia se pueda implementar a nivel de campo hace falta lidiar con la discriminación, el aislamiento, el estigma y, en algunos casos, con la criminalización de actividades relacionadas al VIH/Sida ya sea la prostitución y el uso de drogas o la homosexualidad. Entonces, en la medida que no podamos crear un entorno social, legal y cultural favorable para poder abrazar y apoyar a las poblaciones que están afectadas, no vamos a poder controlar la epidemia.
¿Qué rol juega el sistema de salud?
Cuanto más frágil sea el sistema de salud más complicada es la implementación de estos programas. Pero creo que al tener la visión clara de cuál es la estrategia y cuáles son las oportunidades para implementar esto, va a ser una excusa para intensificar y reforzar los programas de salud.
En nuestra experiencia en África, que por supuesto no es la Argentina, donde los sistemas de salud han sido siempre tan deficitarios, las campañas de tratamiento de VIH han ayudado a que reforcemos los programas de salud. Existe un efecto simbiótico entre la necesidad de mejorar el sistema y la necesidad de aumentar las campañas de tratamiento que hace que confluya todo esto en forma positiva.
¿Controlar el VIH a través de los antirretrovirales debería ser una política de Estado entonces?
Sí. En este sentido, hemos tenido conversaciones muy favorables con el Ministerio de Salud Pública de Argentina y con el ministro de Salud de Córdoba. El gobierno está interesado fundamentalmente en promover el testeo de VIH. Debemos normalizarlo y acercar a la gente la oportunidad de testearse. Porque si una persona ha sido sexualmente activa en las últimas cinco décadas tiene que tener un test para confirmar que es VIH negativo, como ocurre en la mayoría de los casos, pero también para encontrar a ese pequeño grupo de pacientes que están infectados y que no lo saben. De hacerlo, con la medicación disponible actualmente en Argentina, podemos controlar la epidemia y dar el ejemplo a Latinoamérica de cómo se puede hacer esto.
¿Qué responde a quienes se oponen desde el argumento de que esta estrategia implica “medicalizar la prevención”?
Lo que la gente se tiene que dar cuenta es que, desde el punto de vista de la prevención, la educación sexual, la promoción del uso del profiláctico y todo lo demás, si bien es técnica y teóricamente efectivo, la verdad no ha solucionado el problema. Hoy nadie objetaría que utilicemos medicamentos para prevenir la tuberculosis u otras enfermedades infecciosas. La medicalización de la prevención del VIH no es algo malo, lamentablemente es lo único que funciona. Nada ha sido demostrado tan efectivo en el control de la transmisión del VIH como lo ha sido el tratamiento de las personas infectadas.
Sus investigaciones han dado lugar a cambios en las estrategias que se implementan en el mundo para controlar la epidemia del VIH-sida, ¿cree que ocurrirá lo mismo con esta propuesta?
En los últimos 10 años hemos visto una tendencia a que esta estrategia sea abrazada en la mayoría de los países del mundo. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Por ejemplo, Hillary Clinton habló muy concretamente de esto en noviembre del año pasado. El presidente Obama dijo que el tratamiento como prevención nos va a dar la oportunidad de tener una generación libre de Sida. Pero la verdad es que a pesar de que las manifestaciones políticas han sido claras, la implementación es más difícil porque requiere una cantidad de elementos que confluyan en momentos en que el mundo tiene crisis económicas y políticas. Entonces es difícil, pero está claro que esa es la dirección en la cual estamos yendo.
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Por Mariana Mendoza | mmendoza@comunicacion.unc.edu.ar
Fecha de publicación: 22 junio, 2012