“En lugar de culpar al individuo, culpamos a su cerebro”
– ¿Cuál es el impacto que tienen en el Derecho Penal los recientes avances en las neurociencias?
– En los últimos 5 o 6 años las técnicas de neuroimagen permiten ver cómo funciona la anatomía del cerebro de tal manera que se ha descubierto una base anatómico funcional para la existencia de la psicopatía. Entonces, la psicopatía que desde siempre se había identificado como una situación donde hay una persona mala, “hiperculpable”, en estas investigaciones recientes muestra su base fisiológica; se ve que hay una razón física para que estas personas sean así. Algo similar pasó con la epilepsia, mientras no se tuvieron las bases científicas para identificar las razones fisiológicas que llevan a tener epilepsia se pensaba que los epilépticos estaban poseídos por el demonio, o eran malos, o algunas cosas por el estilo. Del mismo modo tenemos que pensar en este momento. Una vez que tengamos una modalidad de análisis fiable, segura, en torno a la psicopatía, tendremos que cambiar la perspectiva.
– ¿Usted propone que a estas personas se las interne en lugar de llevarlas a prisión?
Es muy frecuente ver que asesinos en serie, violadores, personas que realizan delitos especialmente graves sean psicópatas. Se estima que los psicópatas son el 1 % de la población, todos varones, todavía no se sabe por qué. Y ese 1% comete el 25% de los delitos que llevan a prisión, delitos graves. No todos los psicópatas son delincuentes, sólo algunos por una constitución especial de su personalidad. Otros no son delincuentes y pueden incluso llegar muy lejos en el ejército, o como directores de una gran empresa porque no tienen escrúpulos. Pero aquellos que por su particular historia se ven inclinados a realizar infracciones, no tienen ningún freno. El freno que solemos llamar “conciencia”. Quien no tiene frenos inhibitorios se encuentra en una situación distinta a los demás. Su incapacidad para sentir empatía está relacionada con un problema físico, no le funciona el sistema de génesis del miedo. Entonces, desde mi punto de vista una vez que tengamos técnicas adecuadas y seguras que se puedan trasladar a un tribunal de justicia deberíamos llegar a la conclusión de que estos autores no son responsables, lo que implica que deberíamos llegar a medidas de internamiento post delictivo, en vez de pena.
– ¿Qué diferencias hay entre una persona que por cuestiones sociales o culturales o por su medio de vida delinque, y una persona que tiene una anomalía fisiológica en el cerebro?
-Hay una diferencia. Por ejemplo los torturadores de los campos de concentración no son psicópatas sino que se han autoconvencido por un proceso de categorización de que los individuos que están torturando no son personas, sino que son sujetos a eliminar. A eso le podemos asignar responsabilidad porque es un proceso que emana de la personalidad. Ellos en algún momento han elegido ser de esa manera. Un psicópata no elige, no tiene sentimientos. No tiene desarrollado un sistema muy básico de alerta ante el miedo que tienen incluso los animales. Quien no tiene desarrollado este sistema no siente miedo, pero tampoco puede sentir empatía, no se puede poner en el lugar de otra persona, no pueden procesar los sentimientos de los demás.
– Ahora si uno ve una persona que de niño sufrió diferentes situaciones traumáticas, esa persona en ese momento tampoco podía elegir quién ser, en ese sentido también estaría determinada, tampoco sería responsable…
– Efectivamente el resultado es el mismo. Lo que ocurre es que el sistema penal no es un sistema de responsabilidad como el sistema religioso, por ejemplo, donde tenemos en cuenta al individuo en todas sus circunstancias, no podemos. El Derecho Penal no es un sistema de justicia en el sentido fuerte de la palabra. Lo que usted plantea pasa con muchas personas. Hay muchas personas que han sido golpeadas por sus padres, o que desarrollan las condiciones que las llevan a desconocer las normas de la sociedad porque esa sociedad no les da oportunidades. Pero eso no lo podemos procesar de otra manera, tenemos que asignarles responsabilidad a estas personas porque son muchas las que se encuentran en esta situación. A los psicópatas los podemos excluir del Derecho Penal, no es lo que ellos van a preferir porque eso puede suponer una internación de por vida. Van a preferir que se los considere culpables porque las consecuencias son potencialmente menores para ellos.
– Si el hecho es el mismo, el perjuicio es el mismo y para las víctimas el daño producido es el mismo, ¿por qué tener en cuenta las características de quién realizó el delito?
– Algunos neurocientíficos tienen la convicción de que las decisiones humanas no son concientes, sino que la acción se desarrolla primero y luego viene la justificación de la acción que vendría a ser un añadido para poder conducirnos en el mundo. Entonces tendría que haber un tribunal de médicos en lugar de jueces. Esto no es la primera vez que se plantea, sino que a principio de siglo XX la Escuela Positiva Italiana, pensaba que el criminal era un enfermo y que había que eliminarlo como tal. Desde mi punto de vista esto es no entender en qué consiste el Derecho Penal ya que, como señaló Durkheim, una sanción penal frente al comportamiento desviado es necesaria para la sociedad, en el sentido de que se mantiene la estructura de esa sociedad en la figura de la persona que ha realizado el comportamiento desviado imponiéndole un mal para demostrar a los demás que sigue valiendo la norma. Eso siempre lo vamos a necesitar mientras no vivamos en otro paradigma. En este caso, para el sistema de Derecho Penal en vez de culparlo a él, al individuo, culpamos a su cerebro.
Por Eliana Piemonte | epiemonte@comunicacion.unc.edu.ar
Esta entrada no tiene categorías.Fecha de publicación: 31 octubre, 2012