“El marxismo nunca fue un riesgo concreto, la gran amenaza siempre fue el capitalismo salvaje”

Una barba canosa e hirsuta y una parsimonia que se imprime en la cadencia de sus palabras son, quizás, los rasgos distintivos que resaltan en cualquier diálogo con Genezio Darci Boff, un nieto de emigrantes italianos, oriundo de Concórdia (Brasil), quien adoptó como nombre religioso y literario “Leonardo Boff”. Se trata de uno de los intelectuales que participó en los momentos germinales de la Teología de la Liberación, una corriente que nació, según recuerda, “escuchando el grito de los oprimidos”.

Boff había ingresado en 1959 a la Orden de los Frailes Menores (franciscanos) y en 1984, tras sus intentos de aplicar las “intuiciones de la Teología de la Liberación a las relaciones internas de la Iglesia” fue sometido a un proceso en el Vaticano. “No le agradó a Roma, me llamaron para justificarme y luego punirme con la imposición de silencio. Yo les contesté con una frase de Atahualpa Yupanqui: la voz no la necesito, sé cantar hasta en silencio”, recuerda.

Autor de más de 60 libros sobre Teología, Espiritualidad, Filosofía, Antropología y Mística, Boff es uno de los más férreos defensores de los derechos humanos, especialmente de las mayorías populares latinoamericanas, y uno de los impulsores de la “Carta de la tierra”, una declaración de principios éticos para construir una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el siglo XXI | Visitar el sitio web de la iniciativa: http://www.earthcharterinaction.org/contenido/

En su paso por Córdoba, para participar en el Segundo Congreso de los Pueblos por el Ambiente, el teólogo dialogó con Hoy la Universidad y Crónica 10.

– Usted sostiene que debemos volver a la “casa común”, la tierra. Es un principio de la teología de liberación…

– La Teología de la Liberación nació escuchando el grito de los oprimidos, los pobres, y lentamente ha descubierto que la tierra también grita por una devastación sistemática del sistema actual económico, ahí surge una Ecoteología de la Liberación. Con el calentamiento global, los problemas de la escasez de agua y otras crisis –algunas coyunturales y otras estructurales–, cada vez es más urgente pensar formas de liberar, no solamente los pobres, sino la humanidad, de una manera absolutamente irresponsable de habitar la tierra, que es dañina a la vida y compromete el futuro.

– ¿Cómo han influido en ello las sucesivas crisis planetarias?

– Hoy estoy más angustiado que ayer, porque las crisis han llevado a la humanidad al borde de un abismo: en dos años la crisis económico-financiera ha aumentado en más de cien millones el número de pobres. El consumo humano superó un 30 por ciento más de lo que la tierra puede reponer: hay que fijar un límite a la forma de producir y consumir, porque la tierra cada vez está más debilitada, y no alcanza a mantener su sustentabilidad. Descubrimos que empezó el tiempo del mundo finito: los recursos son finitos y el futuro no es infinito, porque si quisiéramos universalizar los bienes que tienen los países ricos para toda la humanidad necesitaríamos por lo menos tres tierras igual a ésta, lo que resulta absurdo.

Entonces, la alternativa es el cambio. Como decía Eric Hobsbawm, en su libro “La era de los extremos”, una humanidad cambia o va al encuentro de lo peor, el encuentro del camino ya recorrido por los dinosaurios. Entonces, tenemos que desarrollar esa conciencia, difundirla en la humanidad, especialmente en las elites ricas. Los grandes sistemas de las transnacionales no quieren saber nada de esto, porque los negocios funcionan; pero hay un riesgo global que afecta a todos y a cada una de las personas.

– La Teología de la Liberación ha sido censurada por el Vaticano. ¿Cuál es la relación que tiene usted con Benedicto XVI?

Como telólgo, Benedicto XVI era amigo mío. Después caminamos por rumbos diferentes. Creo que el Vaticano cometió una equivocación terrible, porque pensaba que la gran amenaza de América Latina era el marxismo, cuando la gran amenaza siempre fue el capitalismo salvaje, que produce pobreza y miseria. El marxismo nunca fue un riesgo concreto. Ellos imaginaban que todo sería como Cuba, y por instinto de defensa, no quieren que la religión sea perseguida, pero el pueblo latinoamericano es profundamente religioso y místico. Esa equivocación la sostiene como si viviéramos en tiempos de la guerra fría. Por eso la iglesia debe renovar sus informaciones. Les conviene mantener teólogos que quieran cambios, no sólo en la sociedad, sino también en la iglesia, porque es una estructura muy autoritaria, muy cerrada, que encubre crímenes y pecados, como la pedofilia. Eso es intolerante.

– ¿Qué rol pueden desempeñar las universidades en la difusión de la Ecoteología de la liberación?

Normalmente las universidades tienen la función social de reproducir los cuadros que hacen funcionar la sociedad (abogados, médicos y profesionales), pero simultáneamente siempre ha tenido una función crítica, de pensar el futuro, nuevas alternativas, y eso ha disminuido mucho en los últimos años, en todo el mundo, porque hubo un gran a articulación entre las grandes empresas y la investigación universitaria.

Hay que rescatar el momento de creatividad y crítica de la universidad . Hoy más que nunca todos los saberes, incluso los más duros, como la matemática, deben aportar para proteger el planeta amenazado y cuidar de la vida, que también está en riesgo. Es necesario desarrollar conocimientos comprometidos con lo ecológico, el futuro de la tierra y la humanidad. La universidad puede hacerlo muy bien, porque articula todos los saberes. Eso es un reto que todos los universitarios tienen que asumir para no llegar retrasados, tenemos poco tiempo para hacerlo.

– ¿Considera que es el momento propicio para impulsar estos cambios?

– Hay un riesgo en todas las universidades que conozco –yo también fui profesor– de que se cierren dentro de su mundo, en lugar de mantener contacto orgánico y permanente con la sociedad, con las bases, con los movimientos, especialmente con los populares que son los más sensibles, los que más sufren y también los que más sueñan.

La universidad debe abrirse a la sociedad, empezando por las víctimas, eso trae nuevos temas, visiones y perspectivas de cambio. Lo peor sería que se cerraran en sí mismas, porque eso dañaría mucho al proceso global de acelerar la conciencia y buscar alternativas de producción de consumo, de relación con la tierra, el agua y el entorno.

Todavía hay viejos modelos basado sobre la violencia, con defensores de métodos que sostienen la necesidad de torturar la naturaleza hasta que nos entregue todos sus secretos. Esa visión que plantea la dominación de la naturaleza en lugar de un diálogo con ella todavía sigue vigente en las universidad. Debemos cambiar el modelo, valorar todos los saberes posibles, no sólo el técnico-científico, sino el saber espiritual, de la intuición, la cordialidad, porque cada uno es una ventana sobre la realidad. Hoy tenemos que aprovechar la sabiduría de los pueblos para tener una visión más amplia, y obtener más medios para enfrentar las amenazas que nos vienen.

Cuadratín G3  LA CARTA DE LA TIERRA   

“Nació en 1992 de la conciencia de la crisis, mientras se realizaba la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro –recuerda Boff–. Antes había una propuesta, pero había sido rechazada. Algunos jefes de Estado se irritaron mucho. Dijeron que había que empezar no desde las burocracias estatales o científicas, sino desde abajo, desde los pueblos de la tierra.

"Entonces se creó un grupo, en el que yo participaba y donde también estuvo Mercedes Sosa, con la idea de consultar lo que la humanidad quiere de la tierra. Trabajamos entre 1992 y 2000 reuniendo material y elaboramos un documento, pensando ya en el calentamiento global, la crisis del agua, el planeta como el único que tenemos. Así surgieron los principios y valores para un modo sostenible de vida, no un desarrollo sostenible porque eso le gusta mucho al capital, sino una manera de vivir sostenible sobre la tierra, en la cultura, en la política.

"A mi juicio, la Carta de la Tierra es uno de los mejores documentos. La Unesco ya la asumió y ahora queremos proponerlo en la ONU para que sea discutido, enriquecido y añadido a la carta de los Derechos Humanos. Lograr eso sería un avance enorme en la perspectiva de la conciencia colectiva de la humanidad de cara a la tierra y la naturaleza.”

El texto completo de la Carta de la Tierra: http://earthcharterinaction.org/contenido/pages/La-Carta-de-la-Tierra.html

 
Cuadratín G3  SOBRE LEONARDO BOFF   

En 1970 obtuvo su Doctorado en Teología y Filosofía, en la Universidad de Munich-Alemania.

Fue profesor de Teología Sistemática y Ecuménica en el Instituto Teológico Franciscano de Petrópolis, y otras casas de estudio. Fue docente visitante de las universidades de Lisboa (Portugal), Salamanca (España), Harvard (EUA), Basilea (Suiza) y Heidelberg (Alemania).

El 11 de agosto de 2010 fue homenajeado como Visitante Distinguido por la Universidad Nacional de Córdoba, y ha recibido los títulos Doctor Honoris Causa de la Universidad de Turín (Italia) y de la Universidad de Lund (Suiza).

En 2001 ganó el Right Livelihood Award, conocido también como el Premio Nóbel Alternativo. Es autor de más de 70 libros.