Por qué votamos como votamos
Mucho contenido afectivo y emocional, poco peso ideológico y casi nada de afiliación partidaria. Sintéticamente, así parece definirse el voto del ciudadano promedio. En un año electoral, UNCiencia recupera un trabajo del campo de la psicología política que brinda una explicación científica para entender en qué basamos nuestra elección por determinado candidato y los factores que influyen en esa decisión. [13.05.2015]
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
candela.ahumada@unc.edu.ar
Año electoral. Las pantallas de televisión explotan con programas y propagandas políticas. La ciudad se tapiza de gráficas con caras de candidatos conocidos y otros no tanto. Los eslóganes son cortos y simples, pero sobre todo efectivos. Apuntan a los sentimientos para conectar con la audiencia.
Hace tiempo que los creativos de campañas electorales y gurús del marketing político conocen el peso que tienen las emociones al publicitar un candidato. Pero no resulta tan obvio para el resto de las personas.
Un estudio realizado por el grupo de Psicología Política de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) investigó el comportamiento de voto durante la última elección presidencial en Argentina (2011). Específicamente indagó la intención de voto de los ciudadanos de Córdoba, es decir, a qué candidato pensaban votar y cómo influyen en esa decisión distintas variables, como ideología política, autoritarismo, clima socioemocional, confianza institucional, intensidad afectiva, eficacia política, e interés y conocimiento político.
Los resultados muestran que, aunque en ciertas situaciones la elección del candidato es intencionalmente racional, mucho más a menudo las decisiones se toman automáticamente, sin consideración consciente. “La gran mayoría de la gente no vota porque cree en una propuesta o plataforma política, ni por su posicionamiento ideológico, porque piense que el candidato es de derecha o izquierda. Nada de eso funciona”, explica Silvina Brussino, directora del proyecto e investigadora del Conicet. Y destaca que el voto es mucho menos racional de lo que pensamos y, en cambio, está más determinado por factores de tipo afectivo.
Precisamente, una de las variables que mejor explica el resultado de las urnas en la última elección presidencial son los estados emocionales, que incluso tienen más peso en los contextos en que las personas carecen de conocimiento sobre un tema específico. Así, expresiones como “me cae bien”, “me gusta”, “me parece simpático” o “me parece seguro”, parecen inclinar la balanza por uno u otro candidato. Es lo que en Psicología se denomina intensidad afectiva, que puede ser positiva o negativa, según el tipo de emoción que se trate. Para evaluar esta variable, se registran qué sentimientos positivos (interés, entusiasmo, esperanza y euforia), o negativos y ansiógenos (amargura, resentimiento, odio, desprecio, miedo y preocupación) generan en el ciudadano determinado candidato.
De acuerdo a las conclusiones, quienes votaron a Cristina Fernández de Kirchner tuvieron el menor nivel de intensidad afectiva negativa, mientras que los que optaron por Hermes Binner, Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde presentaron los mayores niveles.
Eficacia política y contexto social
Otro factor que juega fuertemente a la hora de elegir a un candidato es la creencia de que esa persona tiene la capacidad de resolver problemas concretos que afectan al votante (laborales, económicos, etcétera). “Desde la Psicología se sabe que, cuando decidís por alguien que te va a representar, transferís psicológicamente en esa persona la idea de eficacia: creés que puede resolver tus problemas y necesidades. Eso se denomina eficacia política externa”, señala Brussino.
La investigadora agrega que, tal como lo vienen demostrando estudios internacionales, encontraron que esta dimensión externa de la eficacia tiene impacto específicamente en las elecciones de Ejecutivo Nacional, donde la confianza está puesta en la capacidad de un tercero. La dimensión interna, en cambio, no funciona en las elecciones presidenciales. “Se da cuando el ciudadano confía en su propio poder para influir en el medio y obtener solución a sus demandas. Esta dimensión interna nos ha servido para explicar determinados comportamientos colectivos o de protesta social, pero no el voto”. Y enfatiza que la gente, cuando elige presidente, “está buscando a alguien que considera le puede resolver algunos de los problemas que tiene”.
Las conclusiones destacan también la importancia del clima socioemocional del momento en que se produce el sufragio, es decir, la sensación que la gente tiene acerca de la situación socio-política del país. Se incluye aquí también una escala positiva (creencia de que hay paz social, posibilidad de expresar ideas públicamente, etcétera) y negativa (sensación de inseguridad, imposibilidad de proyección social y otros).
“En la última elección presidencial el clima social era muy positivo, eso influyó directamente en el triunfo del candidato que resultó electo”, comenta la especialista.
¿Qué impacto tuvieron la ideología política, el conocimiento e interés sobre política al optar por un candidato? ¿Cuánto influyen en la decisión electoral de un ciudadano su identificación partidaria, su nivel de conservadurismo, autoritarismo o confianza institucional? Muy poco. De hecho, al menos en las elecciones de 2011, no sirvieron para predecir comportamiento de voto. ¿Por qué? Brussino ofrece una explicación: “El público sofisticado es poco, porque la cantidad de gente que se involucra y participa en política, ya sea en militancia partidaria o en organizaciones, es muy escasa, no alcanza al 16 por ciento del electorado”. En esa línea, advierte que en Argentina, donde el sufragio es universal y obligatorio, “votamos todos, con lo cual esa proporción de la población que vota con determinado marco ideológico-partidario no alcanza para explicar el comportamiento general frente a las urnas. Entonces, cobran peso otras dimensiones que tienen que ver, básicamente, con sentimientos y emociones”.
Los políticos conocen muy bien esta dimensión subjetiva del voto. Y la hacen valer en cada contienda electoral.
Elecciones presidenciales de Argentina, en la provincia de Córdoba. 23.10.2011 | ||
Candidatos y agrupaciones políticas | Intención de voto* | Resultados |
Cristina Fernández de Kirchner – Alianza Frente para la Victoria | 35.3 | 34.02 |
Hermes Binner – Alianza Frente Amplio Progresista | 27.2 | 28.98 |
Ricardo Alfonsín – Alianza Unión para el Desarrollo Social | 8.8 | 17.08 |
Alberto Rodríguez Saa – Alianza Compromiso Federal | 7.1 | 10.74 |
Jorge Altamira – Alianza Frente de Izquierda y de los Trabajadores | 3.2 | 3.88 |
Eduardo Duhalde – Alianza Frente Popular | 3.1 | 3.56 |
Elisa Carrió – Coalición Cívica -ARI | 1 | 1.74 |
Indecisos | 14.3 |
Muestra: no aleatoria por cuotas de 350 ciudadanos entre 18 y 65 años de edad.
Procedimiento. Se administraron cuestionarios de forma individual y oral, voluntaria y anónimamente, durante cinco días previos a las elecciones del 23 de octubre de 2011 (17 al 22).
Originalidad. En Córdoba, no existen estudios científicos que expliquen el comportamiento de voto electoral desde la perspectiva de la Psicología. Los pocos que hay, abarcan solamente población de Buenos Aires. Sí existen diversos estudios que se manejan en el marco de las consultoras, en términos de opinión pública.
Fecha de publicación: 13 mayo, 2015