El mirador del universo, en la Puna salteña

En Salta, el Instituto de Astronomía Teórica y Experimental (Iate) de la UNC, construye junto con un consorcio internacional el Centro Astronómico Macón. Se trata de un conjunto de observatorios que, una vez finalizados, serán los que estarán a mayor altura en todo el país. Ubicado en la localidad de Tolar Grande, ese complejo comienza a formar parte del mapa científico internacional a fuerza de aportes y colaboraciones que siguen expandiendo las fronteras de la astronomía. [14.12.2017]

Por Josefina Cordera
Colaboradora UNCiencia
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
josefina.cordera@unc.edu.ar

Cuesta una siesta de doce horas acostumbrarse a Tolar Grande, el último pueblo antes de la frontera con Chile. Ubicado a los pies de los Andes, casi sobre el salar Arizaro, el verde no tiene cabida en la paleta de colores. A más de 3500 metros de altura, no crece un árbol, la única vegetación es la tola, un arbusto.

Entre 2003 y 2009, científicos del Iate y del Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) de la UNC estudiaron las condiciones y la calidad del cielo de Tolar Grande. Determinaron que reunía las óptimas condiciones para la astronomía observacional: el cielo está despejado más del 93% de las noches del año y carece de contaminación lumínica gracias a la distancia que lo separa de grandes urbes.

En el proceso de construir el Centro Astronómico Macón (CAM)  –la obra todavía está en curso– la primer tarea de los astrónomos fue solicitar permiso a los habitantes para instalar la base de observaciones en el cerro Macón, lugar sagrado de las comunidades originarias del lugar.

Cuando finalicen los trabajos, un conjunto de domos resguardarán los telescopios con los cuales se recabarán datos para proyectos científicos internacionales como Toros (junto con la Universidad de Texas Brownsville, Estados Unidos), Abras (en cooperación con el Instituto de Astronomía, Geodesia y Ciencias de la Atmósfera – USP, Brasil), e Ison (junto con el Instituto Keldysh de Matemática Aplicada de la Academia Rusa de Ciencias, la Conae y el gobierno de Salta). Ver nota relacionada “Instalarán un telescopio robótico en Salta“.

Actualmente, el único que está en pie es el domo para Abras.
El CAM está a 4650 metros sobre el nivel del mar. No se lo ve desde el pueblo porque se levanta en la ladera contraria. Para llegar, es necesario recorrer 15 kilómetros de montaña. Quienes han llegado al domo sostienen que allí la noche es tan oscura que ni siquiera pueden ver sus manos.

Imagen alusiva al video
Timelapse registrado desde la localidad de La Poma, en Salta, el 23 de julio de 2017 por Erik Meza, astrónomo del Observatorio de París.

Tolar Grande

En el centro de este pueblito de casas que se pueden contar subiendo a cualquiera de los cerros que lo rodean, la municipalidad local construye el Centro de Integración Urbana (CIU). En ese edificio, se instalará un telescopio para que los habitantes de Tolar o quienes lleguen de visita puedan conocer cómo se estudia el universo desde la ciencia occidental.

Tolar Grande tiene uno de los mejores cielos del país para realizar observaciones nocturnas. Y el CIU permitirá que todos tengan la posibilidad de ver algunos de los fenómenos que ocurren a millones de años luz, que maravillan y generan preguntas al hombre desde el inicio de los tiempos.

Cada mes, astrónomos cordobeses llegan a este rincón de la Puna para acondicionar el CIU y avanzar en trabajos de investigación. La última semana de julio tuvieron una estadía singular ya que fueron protagonistas de un importante evento astronómico: Chariklo, un asteroide con anillos, eclipsaría a una estrella.

Chariklo fue descubierto en 2013 por un equipo de investigadores liderado por el Observatorio Nacional de Río de Janeiro (Brasil), el Observatorio de París (Francia) y el Instituto de Astrofísica de Andalucía (España). Del hallazgo también participaron miembros del OAC. Ver “Bosque Alegre participó en el descubrimiento del primer asteroide con anillos“.

Vista de Tolar Grande, Salta.

Esta ocultación solo fue visible desde Chile, Argentina, Paraguay y Brasil, y las observaciones argentinas estuvieron a cargo del OAC y astrónomos del Observatorio de París, especialistas en el estudio de asteroides.

Para captar este evento, se organizaron cuatro puestos de observación en la provincia de Salta: dos en la localidad de Cachi y dos en Tolar Grande.

La elección se basó en las diferentes distancias en relación a la línea por donde se suponía pasaría el centro de la sombra que el asteroide proyectaría sobre la superficie terrestre. Desde Tolar se buscó detectar el borde norte de esa sombra.

Aunque parezca extraño, lo que se observa es una ocultación. A partir de una técnica común en astronomía denominada Fotometría Diferencial, se observa con un telescopio y un CCD (que toma imágenes del evento) el momento en que el asteroide oculta, es decir, eclipsa, la estrella. Ni el asteroide ni la estrella son observados directamente: sus presencias se evidencian cuando el asteroide, al pasar delante de la estrella, hace parpadear su brillo, como una “desaparición” transitoria.

20 minutos antes y hasta 20 minutos después de la hora señalada –por predicciones previas–, se toman imágenes con el menor tiempo de exposición posible, para que el CCD que funciona como cámara de fotos pueda captar la mayor cantidad de luz y de esa manera obtener las imágenes.

Al procesar los datos, se grafica una curva respetando la variación o caída de luz que se produjo. De esa manera, y comparando la información de los distintos sitios de observación, es posible conocer dimensiones y formas del cuerpo del asteroide, si posee algún tipo de atmósfera y precisar Efemérides, es decir la exactitud del cálculo del tiempo y el lugar de paso de la sombra. Además, en el caso de Chariklo, también permite conocer la estructura de sus anillos y cómo se formaron.

Centro de Integración Urbana

La tarde anterior a la ocultación, que ocurrió cerca de las tres de la mañana, el movimiento en la base de operaciones es intenso. Aunque no es la primera vez que lo hacen, los astrónomos están nerviosos porque son fenómenos que no tiene replay, y los segundos que dura la ocultación serán la única oportunidad para obtener información. En el caso de este evento particular, las predicciones informan que no volverá a darse durante 2017.

Luego de preparar los equipos, esperan la hora señalada para ir a sus ubicaciones y ser protagonistas privilegiados de un fenómeno del cual no tendrán certezas hasta que se procesen los datos. Durante el evento, solo resta esperar que los telescopios apunten al lugar donde sucede la acción.

A las 3.30 h, ya de regreso a la sala de trabajo, se empiezan a recibir novedades de los demás puntos de observación. Antes de ser vencidos por el sueño, se corroboran las imágenes tomadas en Tolar, sin tener certeza de éxito.

Al día siguiente, continúa el frenetismo para  saber qué datos se pudieron obtener en los diversos puntos de observación, y a pesar de no tener toda la información analizada, es probable que surja nueva información que será publicada en revistas especializadas.

Los 15 días de trabajo en Tolar terminan desandando el camino hacia Córdoba. Volver al trabajo en el OAC donde se comienza a planificar la próxima campaña.

Tolar es un universo de posibilidades para la astronomía argentina, no solo por los proyectos de observación que se planean impulsar desde allí –que van desde el monitoreo de objetos potencialmente peligrosos para la Tierra, hasta colaboraciones para conocer más sobre las ondas gravitacionales–, sino por el intenso trabajo con la comunidad local que hace de este proyecto una verdadera experiencia científica y de divulgación.

Equipos de observación
Los tres grupos de observación estuvieron conformados por astrónomos del Observatorio Astronómico de Córdoba, del Instituto de Astronomía Teórica y Experimental, y del Grupo de Astrometría y Fotometría (OAC), en conjunto con astrónomos que lideran las investigaciones de asteroides en la comunidad científica internacional y que residen en Francia, España y Brasil desde hace casi una década.
Las observaciones del 22 de julio de 2017 no son las primeras que hacen estos centros en conjunto, ya que vienen colaborando hace algunos años. Un ejemplo fue el descubrimiento de los anillos de Chariklo en 2013, publicado en la prestigiosa revista científica Nature.
Para los astrónomos locales, esta campaña abrió nuevas posibilidades para futuros trabajos de este tipo (Ocultación de Estrellas por Asteroides usando equipos móviles), ya que hay gran cantidad de cuerpos menores que producen ocultaciones y son de interés para la comunidad astronómica internacional.
Un viaje hacia el infierno encantador

Un viaje hacia el infierno encantador

8.35 | Hace casi una hora espero el colectivo para viajar desde Salta capital hacia Tolar Grande. El único servicio público que funciona sale los miércoles a las ocho de la mañana y regresa a Salta los viernes. Desde que llegué a San Luis 2050, sede de la comuna de Tolar Grande en la capital provincial, nada sucede según los horarios pactados. Tal lo acordado el día anterior a través de una llamada telefónica, debía presentarme a las 7.30 para asegurarme mi lugar en el colectivo, pero la oficina abrió cerca de las 8.00.

Mientras espero el colectivo van llegando, de a poco, mis compañeros de viaje. Uno se me acerca, de unos 60 años curtidos, y me dice: “¿Va de turista?”. Es obvio que desentono: mochilita, bolsa de dormir y galletas. Al lado mío, con quienes compartiré casi una decena de horas de viaje acumulan bártulos: cajas, bolsas, hasta un perro y un conejo.

Venancio –su nombre me será revelado durante el viaje porque todas las personas que subirán al colectivo lo saludarán– me cuenta que conoce el Centro de Interpretación (CIU) que se está construyendo en Tolar Grande y que tiene algo que ver con la astronomía.

Le digo que voy a ver a los astrónomos que trabajan allá y que están haciendo estudios aprovechando el cielo de Tolar, que es uno de los mejores de Argentina. También agrego que en el cerro Macón, cerro sagrado, se está construyendo un Observatorio en Altura, el más alto del país.

Le comento que, con suerte, en unos años llegarán muchos turistas a Tolar, ya que además de los objetivos científicos se busca incentivar el turismo astronómico. No puedo descifrar en su cara si le agrada que ese pueblito cercano a la frontera con Chile se llene de curiosos. Y yo, apenas le largo esa buenaventuranza, empiezo a dudar de si más personas tienen algo que ver con la buena suerte.

8.40 | El colectivo llega. Venancio me dice que a partir de agosto se va a sumar otra línea de ómnibus para conectar Tolar con el resto del mundo, y me cuenta que nevó mucho allá arriba, que está frío, y me suelta: “Es feo Tolar”. Yo siento que se me desfigura la cara, decirme eso a mí, que aún sin conocerla se me hace una tierra mágica.

8.57 | Empieza el viaje. Bienvenida a otro tiempo.

9.39 | Campo Quijano. Primera parada. Sube más gente. Más bolsos que gente y otro perro.

Todos saludan a Venancio. Un paisano le dice: “Yo también yendo de vuelta al infierno encantador”. Parece que todos se conocen, se saludan se acomodan. Sigo desentonando.

Sube un vendedor ambulante y comenta con una pasajera que tiene que ir a Tolar pero tiene miedo de morirse, medio en joda medio en serio. “Eso es Puna, me voy a morir si voy”.
Ese comentario me recuerda lo mal que me hace la altura y mientras los choferes desayunan en el bar, cambio mi pedido de café por una manzanilla.

La señora del bar me pregunta si voy de turista a Tolar. Le cuento. Ella me retruca que sabía que estaban yendo astrónomos para allá y que hay un observatorio. Empieza a hablar de ovnis y fantasea con la idea de que Tolar se convierta en la próxima Nazca, con esas líneas en pleno llano escritas desde el cielo. “Le vamos a hacer la competencia”, sentencia entre risas.
Yo no digo nada, aunque sé que desde las alturas de Macón no se va a buscar vida extraterrestre.

10.02 | Retomamos el camino hasta San Antonio de los Cobres. 
Pasando Campo Quijano se despliega todo el paisaje. Un hilo de río que se abre camino por un lecho rocoso. Una ruta de montaña cornisa que sigue como un espejo las antiguas vías que hoy usa el Tren de las Nubes y que se ven de cuando en cuando por la montaña. La Puna como dibujada.

Empieza el camino de montaña y el ayudante de chofer reparte bolsas de nailon…. Me tomo un trago de Reliverán, y cuando me empieza a parecer raro el colectivo en silencio, empieza a sonar la cumbia a un volumen poco “funcional”.

14.00 | Luego de almorzar en de San Antonio de los Cobres partimos hacia Tolar. La ruta sube todo el tiempo. Se va por las nubes, literal. En el camino se cruzan llamas, el río por momentos está congelado. Manchas de nieve se ven de vez en cuando en las montañas. La altura y los entreveros del camino empiezan a pesar. Dos adolescentes sentados delante mío se dan vuelta con escaso disimulo para espiarme. Algo como devolverme con la misma moneda. Debo seguir desentonando.

Adentro del colectivo sigue sonando la cumbia. El colectivo se bambolea a su ritmo, cortando el silencio de páramo que debe reinar afuera. Me duermo hasta que llegamos a Tolar, abatida por el cansancio y la altura.