Comienzan nuevas búsquedas arqueológicas en Ongamira

Los investigadores del Museo de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades que trabajan en ese Parque Natural de Córdoba esperan encontrar vestigios de los primeros pobladores de las Sierras Centrales. [26.05.2016]

Por Área de Comunicación
Museo de Antropología UNC
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El equipo de Arqueología de Ongamira (Idacor-Conicet) que realiza excavaciones en ese valle comenzó a trabajar en un nuevo alero. La tarea se localiza en el Parque Natural Ongamira y los investigadores esperan encontrar restos de las comunidades que vivieron allí hace 10 mil años. “Hay indicios de cerámica en superficie que nos dan la pauta que en ese lugar es probable que hayan vivido las comunidades tardías del valle; aunque más profundo en las excavaciones encontramos evidencias de los habitantes más antiguos: sociedades cazadoras recolectoras nómades”, explica Roxana Cattáneo, directora del grupo de investigación.

Hasta ahora sólo se había excavado en el Alero Deodoro Roca que comenzó a ser estudiado  por los arqueólogos Alberto González Rex y Aníbal Montes en la década del ´40. Este sitio es conocido desde principios del siglo XX pero recién en la década de 1930 comenzó el interés por las ocupaciones prehispánicas del valle. Los hallazgos de los años ´40 y  los ´50, permitieron dar los primeros pasos para armar la secuencia de la ocupación humana en la provincia y conocer la historia indígena.

El equipo de Arqueología  de Ongamira (LAMMAL) del Museo de Antropología comenzó a trabajar en ese alero en 2010 para re-analizar las colecciones y re-interpretarlas a partir de nuevas metodologías. Estos estudios hicieron posible continuar la línea de tiempo hasta llegar a los vestigios de las culturas que vivieron hace 7.000 años.

La posibilidad de excavar en otro alero permitirá a los científicos, además de contar con datos de los primeros pobladores de la zona, conocer cómo migraban estos pueblos cazadores recolectores según las épocas del año. “Por ejemplo, a partir de la Zooarqueología que estudia los restos animales, conocemos qué comían en cada alero y de esa forma deducir según el tipo de alimento, en qué época del año habitaban en cada uno de ellos.  Por eso es importante excavar en diferentes lugares, es una manera de reconstruir el circuito de movilidad”, expresa Cattáneo.

Actualmente una decena de científicos entre ellos arqueólogos, físicos, químicos y geólogos participan de estudios en el valle y, a partir de sus investigaciones, se tiene cada vez más información sobre quiénes fueron los pobladores de las Sierras Centrales y su modo de vida.

El objetivo final de los arqueólogos es recuperar los restos de los primeros pobladores. Pero para llegar a ese estrato de sedimento es necesario excavar varios metros de profundidad, y en cada metro hay restos arqueológicos que se rescatan y ponen en valor, permitiendo armar la cronología de las poblaciones.  “Lo más antiguo es lo que está enterrado más profundo. Hoy, en el Alero Deodoro Roca estamos a tres metros de profundidad y la antigüedad de los materiales es de 5000 años. La ventaja de los aleros es que se conservan muy bien los restos y con el tiempo vamos a llegar a la base y reconstruir la historia de la ocupación de las Sierras Centrales desde el principio”, dice.

En las excavaciones color, textura y composición del suelo dan cuenta de los materiales que puede haber enterrados: huesos, caracoles u otros restos faunísticos y de esa manera se identifican las diversas ocupaciones a lo largo del tiempo. Hasta este momento se encontraron más de 70 ocupaciones humanas en el alero Roca. “La gente iba y venía en diversos momentos, dejaban restos de alimentación, enterramientos de personas, materiales de piedra que utilizaban como armas y en su vida doméstica. Todos elementos característicos de estas sociedades, que eran cazadoras recolectoras”, comparte Cattáneo.

El valle en el Museo

En las diversas excavaciones en el alero Roca se han encontrado objetos que permiten reconstruir la vida pasada en el Valle de Ongamira. El análisis de esos restos hace posible conocer la antigüedad – a partir de métodos como el Carbono 14 – inferir su utilidad y reconstruir los sistemas de creencias, modos de subsistencia o su organización social y política.

Concretamente, los restos humanos encontrados en el alero permiten saber, por ejemplo, que estos pueblos enterraban a sus muertos en el mismo lugar donde vivían; a partir de restos de huesos de animales, piedra y madera se conoce el nivel de desarrollo de su tecnología ya que los usaban como herramientas y materiales de caza. Una característica particular de estos pueblos, son unas puntas de forma triangular que usaban con lanzas para cazar guanacos y venados,  que hoy están casi extintos pero eran abundantes hace miles de años.

También, estos pueblos realizaban estatuillas de cerámicas pintadas, ninguna era igual a otra,  y representan personas con los ojos cerrados  envueltos en telas, por lo que se han  interpretado como ofrendas para personas fallecidas. Se estima que podrían ser un retrato de los muertos.

Muchas de las piezas rescatadas y conservadas se pueden visitar en el Museo de Antropología, en la Sala de Arqueología Serrana.