El carguero espacial ruso, en una caída con destino incierto
Las últimas estimaciones indican que el artefacto ingresará el 8 de mayo. Según Walkiria Shultz, una de las pocas científicas de Argentina que monitorea la chatarra espacial, los riesgos de que esta nave impacte sobre alguna población son muy bajos. [06.05.2015]
Secretaría de Ciencia y Tecnología – UNC
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Hace una semana que un contenedor espacial de aproximadamente siete toneladas gira sobre la atmósfera terrestre en caída descendente. Es la nave rusa no tripulada Progress M-27M, que transporta 2.722 kilos repartidos en agua, comida, oxígeno e instrumentos. Fue lanzada el 27 de abril desde Kazajistán para aportar provisiones a la Estación Espacial Internacional (EII). En su trayecto, surgieron problemas técnicos y el carguero se desprendió de su órbita. Desde que se conoció el hecho, los medios de todo el mundo publican noticias sobre dónde y cuándo caerá este artefacto en su frenética marcha.
Walkiria Shultz es una de las pocas científicas de Argentina que se dedica a monitorear la chatarra espacial que circula alrededor de nuestro planeta. Trabaja en el Departamento de Ingeniería Aeronáutica de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Universidad Nacional de Córdoba. Sobre el caso del Progress M-27M, señala que aparentemente hubo un problema con el desprendimiento de las antenas, cuyo funcionamiento es indispensable para el control remoto de la nave. Sin embargo, advierte que la explicación definitiva requerirá una profunda investigación.
La astrónoma coincide con especialistas de todo el mundo en que el carguero espacial se desintegrará al ingresar a la atmósfera. No obstante, aclara que generalmente por el filtro atmosférico pueden colarse componentes de acero inoxidable y de titanio.
Shultz explica que la órbita del carguero espacial tiene una inclinación de 52º respecto al Ecuador, lo que significa que sobrevuela los diversos países comprendidos entre los paralelos de 52º latitud sur y 52º latitud norte, entre ellos Argentina. De todos modos, para esta investigadora el riesgo de que los restos de esta chatarra impacten sobre alguna población son muy bajos: “Nuestro planeta está conformado en un 80% de agua y del 20% restante sólo una parte representan zonas pobladas”, fundamenta Shultz.
La última noticia de la Agencia Espacial Rusa prevé que los restos del carguero caigan en el Océano Atlántico.
Bajo la lupa
A nivel mundial existe una red conformada por observatorios y radares que recolectan datos de la posición y velocidad de la chatarra espacial cuya dimensión supera los 10 centímetros. A través de la información de red se estima la órbita actual del contenedor espacial errante y se pronostica su ubicación futura.
Si embargo, estas simulaciones varían constantemente ya que existen muchas perturbaciones que los alejan de sus órbitas. En este sentido, el margen de error de los pronósticos sobre cuándo y dónde impactará el carguero, es grande. “Hay muchas variables que entran juego: la forma, el peso –incluyendo la distribución interna de la masa–, el material del que está hecho, la velocidad, la altitud, la densidad de la atmósfera, la presencia de vientos, la época del año, las latitudes por dónde pasa, entre otros aspectos”, enumera la astrónoma de la UNC.
Pero el Progress M-27M agrega una complicación. “Se informó que gira muy rápidamente sobre uno de sus ejes. Esta rotación podría darle más o menos estabilidad durante el reingreso a la atmósfera según como se vea orientada en ese momento. Los márgenes de error se ven directamente afectados por la inestabilidad pues distintas caras del vehículo son expuestas al rozamiento con la atmósfera y eso afecta su trayectoria”, aclara Shultz.
Actualmente sitios web de acceso libre como www.satflare.com y www.n2yo.com muestran la ubicación exacta en tiempo real del carguero ruso. A comienzos de esta semana estuvo a la altura de nuestro país, luego viró hacia Oceanía.
Fecha de publicación: 6 mayo, 2015