Las estrategias de las familias cordobesas para lograr el ascenso social a través de la educación
Una investigación busca comprender el modo en que familias pertenecientes a diferentes clases sociales del Gran Córdoba realizan esfuerzos de inversión escolar para mejorar las posiciones de sus hijos. Los resultados permiten conectar los momentos de las familias, mediados por la consideración del género y los ciclos vitales, con los diferentes momentos históricos de la estructura social y, particularmente, del sistema educativo. [16.04.2020]
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
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La comprensión de las dinámicas familiares y las estrategias que cada una de ellas implementa para lograr que los hijos accedan cada vez a mayores grados de escolarización constituyen el nudo central de un estudio realizado por Cecilia Jiménez Zunino, investigadora adjunta del Instituto de Humanidades (Conicet – UNC) y una de las coordinadoras del programa Migración y movilidades en perspectiva crítica en el Área de Estudios de América Latina, del Centro de Estudios Avanzados de la UNC.
El estudio se enmarca en el Proyecto de Investigación Científica y Tecnológica (PICT – Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica): “Reproducción social en el Gran Córdoba: estrategias familiares y dinámicas recientes”, dirigido por Alicia B. Gutiérrez.
- Notas vinculadas
- Las estrategias de cada grupo
“La sociología busca evidencia empírica para hacer juicios, y en base a diversas investigaciones puede evidenciarse que la educación viene aumentando su importancia dentro de las estrategias de reproducción social de las familias”, explica la autora.
“En nuestra investigación, entrevistados de distintas clases sociales mostraban que hacían esfuerzos enormes para mejorar las chances educativas de sus hijos”, subraya. Y aclara que es necesario tener en cuenta que no todas las familias acceden por igual a la educación, porque incluso en la oferta escolar hay mucha disparidad, desigualdad y heterogeneidad de calidades. “Entonces, cuando uno habla de educación es un paraguas muy grande que alberga muchas desigualdades”, completa Jiménez Zunino.
Clases sociales y familias
La investigación marco reconstruyó las posiciones en el espacio social de las diferentes clases sociales en Córdoba desde métodos estadísticos. En un segundo momento, los autores del estudio entrevistaron en profundidad a referentes de hogar de diferentes clases sociales.
Generalmente, según la investigadora, el procedimiento utilizado para “enclasar” familias consiste en tomar la posición del principal sostén de hogar e imputar la clase social de este integrante (que suele ser de género masculino) al resto del grupo familiar. Este trabajo, sin embargo, demostró el peso que adquieren otros factores en la reproducción de las familias, como la posición en el grupo de hermanos, el género, el momento del ciclo de vida familiar y las migraciones internas.
“Las clases sociales tienen su soporte empírico en las familias, en tanto que unidades de análisis y de observación, pero esto no significa que las familias sean homogéneas en su interior. Dentro de las ellas existen desigualdades, por supuesto no equivalentes a las desigualdades entre clases”, apunta Jiménez Zunino.
En esa línea, destaca que dentro de las familias hay recursos que están formalmente disponibles para todos los miembros, pero luego existen unas orientaciones hacia algunos. “La familia es una distribuidora de recursos relativos entre los descendientes. Eso se nota más en familias numerosas”, agrega.
La historia o momento en el ciclo familiar, según explica la investigadora, es uno de los factores que influye en esa distribución. Cuando las familias recién se constituyen, en general tienen menos recursos que cuando están más consolidadas, entonces los hijos más grandes suelen ser criados de otra manera con respecto a los más chicos.
Por otra parte, el trabajo de cuidado que hace generalmente la mujer –que no es tomada como referente, como jefa de hogar, y su rol es asumido desde lo reproductivo y lo doméstico–, también repercute en esa “inversión” que hacen las familias para acceder y sostener las trayectorias educativas de los hijos.
“La inversión no solo se reduce a lo económico: las estrategias familiares suponen tiempo y ‘cuidadores’, alguien que se ocupe de ayudar a los chicos con los deberes, que controle a qué hora salen y entran, alguien que los busque. Esa disponibilidad –que es también económica, porque es una persona que se retira o se restringe en el mercado de trabajo– suele aportarla una mujer. Por eso me
interesa ver qué pasa dentro de las familias para que sea viable sostener la escolarización de los hijos”, explica Jiménez Zunino.
El análisis de la configuración de la familia está asentado en el terreno de la antropología y la historia, y poco a poco está siendo utilizado en los estudios sociológicos sobre la movilidad social. Permite despejar, por ejemplo, cuál de los hermanos es el heredero del capital en un grupo doméstico o a quién se elige para hacer los mayores esfuerzos en acumular capital cultural.
Las estrategias de cada grupo
“En hogares de las clases sociales más precarias, en hogares muy numerosos, prima el abandono de la escuela secundaria en los hijos mayores, relatada de tal modo que se articula con el momento en que comienzan a trabajar”, explica la investigadora.
En estos hogares –a partir de las entrevistas realizadas– parece que los mayores esfuerzos se concentraran en los hijos más pequeños, quienes, por ejemplo, pueden ser enviados a colegios privados de cuota baja o nula.
“Es el caso de uno de nuestros entrevistados. De sus seis hijos, los cinco mayores dejaron los estudios antes de finalizar la secundaria –desde el plano intergeneracional, lograron más años de escolarización que nuestro entrevistado y su esposa –, sin embargo, la hija más pequeña (13 años) era enviada a un colegio confesional de cuota cero, para ser compatible con el cobro de la Asignación Universal por Hijo. Esto puede relacionarse con los propios ciclos de las familias, que suelen tender hacia una estabilización a medida que se afianza el grupo familiar”, cuenta Jiménez Zunino.
En la clase trabajadora, la investigación muestra un fuerte componente obrero que se inserta en fábricas autopartistas en la generación de los antecesores, o la del transporte. A partir de las entrevistas, el estudio señala que los hijos de camioneros ‘heredan’ ese trabajo (que supone una fuerte inversión económica en los camiones) y algunos dejan el secundario sin terminar para dedicarse a esa actividad. Otros miembros de esta clase se dedican a actividades como conducción de taxi, jardinería, pinturería.
Estos trabajos masculinos –con uso extensivo del tiempo en el espacio laboral– se complementan con una sostenida presencia en el hogar de mujeres amas de casa o trabajadoras en servicio doméstico ocasionales, pues la intensidad horaria de los referentes (turnos rotativos en fábricas, régimen de transportistas, etcétera) dificultan la disponibilidad de tiempo para la inserción laboral de ellas.
En una de las familias entrevistadas por los investigadores, la mujer de la casa tiene secundario completo (en escuela privada confesional) y relata la constante vigilancia que tuvo sobre el rendimiento escolar de los hijos: búsqueda permanente de la escuela adecuada y control sobre la justicia de las notas de calificación.
En la clase media, el estudio detectó que la búsqueda de colegio adecuado es una odisea. En esa tarea se recurre a la experiencia de otros padres para obtener orientación, a abuelos que ayuden con el pago de matrículas costosas, y a contactos que permitan conseguir entrevistas preferenciales y, eventualmente, una plaza en el colegio elegido.
Los padres comienzan estas gestiones cuando los niños comienzan la escolarización. Si no encuentran plaza en ese momento, persisten y cambian a los niños de colegio hasta conseguir el lugar deseado.
En las familias entrevistadas pertenecientes a la clase alta, la investigación identificó un patrón de una reconversión de los hijos de empresarios hacia inversiones en capital cultural institucionalizado (títulos), que es reinvertido luego en el emprendimiento familiar.
“En el análisis cuantitativo, la clase alta cuenta con una gran proporción de jefatura masculina, pero se observan algunas diferencias en los cónyuges, quienes superan en nivel de estudios a los respectivos referentes de hogar”, comenta la investigadora.
A su criterio, ese dato podría sugerir que los referentes de esta clase no dependen tanto del capital escolar para posicionarse –siendo preponderante el capital económico–, mientras que sus cónyuges sí requieren elevada escolaridad, “atributo que posiblemente sea eficaz en el mercado matrimonial”, comenta la investigadora.
Por último, una variable que atraviesa todas las clases sociales es el acceso a la educación universitaria pública y gratuita en Argentina que es una característica singular en el mundo, a pesar de las desigualdades aún persistentes para lograr acceso y egreso.
“Uno de los fenómenos estructurales a considerar en estos casos es el engrosamiento y expansión del sistema universitario en los últimos 15 años. En Argentina, la matrícula universitaria creció un 22% entre 2001 y 2011, se crearon nuevas universidades en diferentes regiones del país (muchas de ellas alejadas de los polos culturales dominantes) y logró acceder una importante masa de personas que son primera generación de estudiantes universitarios”, señala Jiménez Zunino.
“En el contexto regional, Argentina es uno de los países con mayor acceso a la universidad por parte de personas provenientes de hogares de menores recursos, con una tasa de participación del quintil más pobre equivalente al 20%, según lo estimado por algunos autores”, completa.
Fecha de publicación: 15 abril, 2020