“Asegurar el ingreso y la permanencia en la universidad es garantizar el derecho a aprender”

Desde hace varios años Ana Sola de Villazón se dedica a investigar el ingreso y la permanencia para encontrar las estrategias que permitan a los alumnos continuar con sus estudios universitarios y no abandonen en los primeros años, como consecuencia de los obstáculos académicos u organizativos de las casas de altos estudios.

Durante la presentación oficial del "Programa de Apoyo para el Mejoramiento de la Enseñanza en primer año de carreras de grado de Ciencias Exactas, Ciencias Naturales, Ciencias Económicas e Informática" (Paceni) en la UNC, Ana Sola de Villazón brindó una charla sobre ingreso y permanencia en la universidad, en la que consideró fundamental que las universidades lleven a cabo estrategias para que los estudiantes permanezcan en el aula, porque es el camino que asegura la verdadera democratización del conocimiento. Luego, dialogó con Hoy la universidad.

– ¿Cómo debe abordarse, en la universidad pública, el ingreso y la permanencia ?

-El ingreso a la universidad no es un problema técnico, sino social y por lo tanto requiere decisiones políticas. La ampliación del ingreso, el sostenimiento de la permanencia y la posibilidad de egreso deben ser metas duraderas.

-El problema de la deserción estudiantil en los primeros años, ¿se agravó en el último tiempo?

-El ingreso a la universidad fue aumentando y creo que la democratización del acceso se logró. Pero no pasó lo mismo con la democratización del acceso al conocimiento que está relacionado con la permanencia  y el derecho a aprender. El punto crítico es cómo lograr el acceso al conocimiento de los alumnos desde las prácticas docentes en el aula.

En  los últimos años, la preocupación por disminuir los índices de deserción de los estudiantes universitarios y favorecer su permanencia en las casas de altos estudios motivó la realización de diversas investigaciones, generalmente financiadas por el gobierno nacional. La mayor cantidad de aportes teóricos y el desplazamiento de la mirada desde el ingresante y las deficiencias que trae del secundario a la institución universitaria permitieron avanzar para llevar a cabo estrategias más eficientes.

-¿Cuáles son los principales problemas que se presentan en el ingreso y permanencia?

-Hay muchas dificultades, pero el mayor obstáculo es la desvalorización de la docencia de grado porque es lo que menos valida al profesor frente a la investigación y el posgrado. Esta situación afecta negativamente el trabajo en el aula y el estudiante que ingresa es el más desfavorecido.

Los estudios que pusieron el foco en el rol que juega la universidad en el ingreso y la permanencia revelan, asimismo, otros factores que inciden en el desempeño de los chicos que dan sus primeros pasos en la universidad. Entre ellos, Sola señala la heterogeneidad de alumnos que en los últimos tiempos asisten a las casas de altos estudios . "Los docentes estábamos acostumbrados a trabajar con chicos de clase media-alta, con un capital cultural ajustado a lo que la universidad demanda. Hoy, llegan alumnos de un arco social más amplio y trabajar con ellos requiere aprender nuevas formas de enseñar".

En ese sentido, indica que cuando el estudiante es el primero de su familia en comenzar la universidad, no tiene la suficiente información sobre el tiempo que demanda la labor intelectual y por lo tanto le resulta más difícil organizar su tiempo adecuadamente. "Es muy notorio cómo quienes vienen de los sectores más precarizados no pueden evaluar la exigencia de la tarea intelectual. En cambio, los hijos de padres universitarios por lo menos lo pueden intuir", subraya.

Más es menos

Otra dificultad se relaciona con la organización académica. "Muchas carreras tienen en primer año, cuatro o más asignaturas por cuatrimestre y esa fragmentación resta tiempo para enseñar y aprender. Para el docente es difícil promover composiciones colectivas de los temas y acompañar el aprendizaje. Para el alumno, incorporar tanta información  parcelada en tiempos acotados lo conduce a la lectura ligera y reflexiones superficiales".

Las jornadas largas de clase tampoco ayudan a procesos reflexivos. "La mayoría de los ingresantes recibe los contenidos como una serie de informaciones más o menos inconexas que les impide ver funciones claras, plantear interrogantes o establecer relaciones", dice. Asimismo, agrega que las prácticas de enseñanza no son capaces de ubicar a los alumnos, potenciar sus pensamientos y promover relaciones de mayor compromiso con el conocimiento.

Las normas pedagógicas que estructuran las clases también son un aspecto a tener en cuenta cuando se analizan las problemáticas de la permanencia. "Se usan técnicas muy variadas que demandan de los alumnos funcionamientos disímiles: desde la escucha silenciosa de la exposición del docente, hasta actividades con alto grado de exposición como desarrollo de temas en grupo, que supone un esfuerzo especial del estudiante para ver dónde posicionarse y desde dónde actuar", explica la especialista.

Esta práctica, tal como plantea, es una de las derivaciones de la falta de comunicación entre los profesores de las diferentes asignaturas, que genera desarticulación del espacio pedagógico. Los ejemplos más visibles de la descoordinación son los textos que se repiten en los diferentes apuntes o las fechas de parciales que se pisan. "Esa situación se agrava porque muchos profesores desconocen el plan de estudio y por lo tanto no tienen una visión integral de los trayectos de formación que tienen que recorrer los alumnos".

Por otro lado, diversos estudios demostraron que el primer contacto con la vida estudiantil universitaria se hace más difícil de atravesar cuando las aulas no favorecen la escucha ni el trabajo en grupo, faltan lugares para estudiar dentro de las facultades o las bibliotecas no cuentan con el material suficiente para que sea accesible a todos.

"Como consecuencia, los docentes se frustran y se cargan de impotencia. Los estudiantes se aíslan en ese estado de no compresión de las nuevas reglas de juego, se invisibilizan en el anonimato y se convierten en potenciales desertores, o se empeñan en desarrollar estrategias de supervivencia perdiendo de vista la esencia de su oficio", reconoce.

Estrategias institucionales

-¿Qué importancia tienen los cursos de nivelación para asegurar el ingreso y la permanencia?

-Son necesarios pero tienen que articularse con el primer año para instalar la formación que se necesita. Se espera que el curso inicial convierta a los estudiantes en buenos lectores, comprometidos con el conocimiento, cuando en realidad es una experiencia siempre breve y por lo tanto, ese objetivo es imposible de lograr.

-¿Qué estrategias llevan a cabo las universidades para contrarrestar la deserción?

– La mayoría tiene programas de ingreso y permanencia pero, según el testimonio de docentes de diversas partes del país, partieron de políticas que se tomaron en algún momento y no cuentan con el sustento suficiente del compromiso. Entonces, no son una estrategia con consistencia interna y no logran la transformación.  Quedan en experiencias aisladas que exigen un esfuerzo muy grande de algunos pocos y deviene en frustración de los profesores porque ponen mucho empeño y sienten que logran casi nada.

-¿Qué importancia tiene el compromiso del estudiante para permanecer en la universidad?

-Es fundamental pero hay que ayudarlo a construir ese compromiso. No todos los que llegan a la universidad, sobre todo los que vienen desde los circuitos educativos más precarizados, traen ese compromiso construido. Generalmente, tienen una carga de subestimación y desvalorización grande porque los maestros del nivel medio no esperan nada de ellos, y esa actitud docente se convierte en una profecía que se cumple. Si en la universidad no lo ayudamos a cimentar algo más, ese chico espera poco de él y su compromiso con el estudio será escaso. Esto se agrava porque es un estudiante con poco capital cultural que lo ayude.

Con respecto a la promoción del ingreso y la permanencia, Sola señala que las tutorías demostraron ser una estrategia efectiva si se aplican por una necesidad genuina. Además reconoce que su implementación debe ir de la mano con el compromiso de los docentes y la institución. "A veces, la tutoría se hace como consecuencia de mejoras que se plantean desde el Ministerio de Educación lo que condiciona su inserción, porque no se sustenta en la solidez de los compromisos necesarios para que esa modalidad de trabajo se valide al interior de los equipos docentes. Entonces, puede generar más resistencia que aceptación", advierte.