Hallan restos arqueológicos en el Monserrat

En el centro de la imagen puede observarse el muro de piedra bola de 80 centímetros de espesor, unido al piso con caída hacia una canaleta (izquierda). Perpendicular a ellos, se encuentran las cañerías construidas con tejas.

Se trataría de dos sistemas de manejo del agua, uno de los cuales tendría origen jesuítico. Es un descubrimiento único para la arqueología urbana de Córdoba. Las antiguas estructuras fueron encontradas a comienzos de este año, mientras se realizaban excavaciones exploratorias con el propósito de cambiar el piso de las galerías del colegio preuniversitario. La UNC junto a entidades nacionales y provinciales encargadas de velar por el patrimonio histórico elaborarán un plan integral interdisciplinario para su recuperación y revalorización. [11.04.2016]

Por Mariana Mendoza
Colaboradora UNCiencia
Laboratorio de Hemoderivados – UNC
mariana.mendoza@unc.edu.ar

Bajo los pisos del Colegio Nacional de Monserrat se cuenta otra historia, la de una Córdoba colonial que aún resta por descubrir. Parte de ese pasado, hasta ahora desconocido, comenzó a develarse en enero de este año, cuando en el marco de excavaciones exploratorias autorizadas por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y Bienes Históricos se detectó un conjunto de estructuras antiguas, una de las cuales tendría origen jesuítico.

Bajo la superficie actual, se halló un piso del siglo XIX conformado por baldosas de tierra cocida. Debajo de este, se encontró un muro de piedra bola de 80 centímetros de espesor colindante a un piso de ladrillo con pendiente pronunciada hacia una canaleta. Atravesándolos perpendicularmente se identificaron dos conductos construidos con tejas de barro cocido formando cañerías.

Se trataría de un conjunto de estructuras relacionadas con el manejo del agua, pero que corresponderían a diferentes momentos históricos, según la evaluación realizada por Andrés Laguens, arqueólogo y director del Instituto de Antropología de Córdoba (UNC-Conicet). El dato es que ninguna está registrada en los antiguos planos del Colegio, confeccionados a mediados del 1700.

Detalle de los conductos construidos con tejas

Detalle de los dos conductos construidos con tejas.

El hallazgo se produjo mientras se llevaban adelante sondeos previos a la renovación de los pisos de las galerías del claustro de la institución educativa. Cabe recordar que el Monserrat integra la Manzana Jesuítica, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en el 2000.

Trabajando en el lugar y analizando las excavaciones, Laguens estableció que la estructura más antigua (el piso de ladrillo junto al canal) dataría de la época jesuítica. Si bien lo plantea en términos de hipótesis, es casi una certeza que correspondería a ese período debido a las características de construcción: los muros de piedra bola de ese espesor son típicos de las técnicas constructivas jesuíticas. Un dato llamativo es que ese muro está revocado por ambos lados y sobre uno de ellos puede apreciarse la presencia de una pintura decorativa con motivos geométricos.

Asimismo, el piso de baldosas de ladrillo colindante al muro posee una pendiente con caída hacia una canaleta cuadrada de unos 25 centímetros de profundidad con fondo de ladrillos. Todos esos elementos puestos en contexto brindan indicios de que se trataría de un antiguo sistema de manejo del agua.  Lo que todavía no resulta claro es si estaba a cielo abierto o bajo techo, y si su función era escurrir o recolectar agua.

Las obras, en las galerías del Monserrat

Las estructuras fueron halladas mientras se realizaban
obras en las galerías del Monserrat.

La segunda estructura correspondería a una etapa posterior, en la que puede apreciarse un sistema de cañerías realizadas con tejas de barro cocido superpuestas y selladas con algún tipo de argamasa para unirlas. Este segundo sistema fue construido atravesando el muro de piedra bola, el piso de baldosas y el canal.

Sobre la relevancia del hallazgo, Laguens asegura en su informe que se trata de un descubrimiento “en muy buen estado de conservación, de carácter único para lo conocido en la arqueología histórica y urbana de Córdoba”. Y completa: “Un elemento a destacar es su importancia como ejemplo de los conocimientos y habilidades de los jesuitas en el diseño y construcción de obras de ingeniería”.

Los pasos a seguir con este descubrimiento dependerán de lo que acuerden la UNC y los distintos entes provinciales y nacionales encargados de velar por el patrimonio. No obstante, en su informe Laguens aconseja “poner a disposición del público en general la posibilidad de conocer este patrimonio histórico de la Universidad”. Para ello propone elaborar “un proyecto integral de carácter interdisciplinario con equipos de investigación especializados”.

Hasta que se adopte una decisión consensuada, los restos serán cubiertos con bolsas plásticas rellenas con arena, que servirán para preservar las construcciones halladas y serán fácilmente removibles. Por encima se construirá un contrapiso liviano, se colocará una membrana y finalmente, para que pueda transitarse por el lugar, se aplicará un piso de mosaicos. Entre estos, los especialistas prevén utilizar una junta especial que indique con exactitud las áreas arqueológicas y facilite el trabajo futuro de remoción que deberá encararse cuando se defina el tratamiento que se le dará a este patrimonio.

Patrimonio de la Humanidad
El complejo de la Manzana Jesuítica, junto con las estancias homónimas, fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en noviembre del año 2000. De esa manera se transformó en un ámbito de valor universal excepcional que comprende la antigua sede de la Universidad Nacional de Córdoba, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Capilla Doméstica, la Residencia y el Colegio Nacional de Monserrat.
El circuito de las estancias jesuíticas, ubicadas en el interior de la provincia de Córdoba, incluye las estancias de Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643) y La Candelaria (1683).