“Los quince”, un ritual que no pierde vigencia

El festejo representa un hito importante en la vida de las adolescentes, íntimamente ligado a la construcción de su identidad. En este artículo, una mirada etnográfica sobre la experiencia donde se entrecruzan género, clase, familia, mercado, juventud, generación y Estado. [23.07.2014]

Por Eloísa Oliva
Redacción UNCiencia
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
eloisa.oliva@unc.edu.ar

En la organización y realización de las fiestas de quince se ponen en juego múltiples dimensiones, que van desde el ámbito y la economía familiar hasta los servicios especializados y las variantes de consumo que ofrece el mercado.

Con motivo de estas celebraciones, las familias se re/des/hacen: los vínculos y permisos al interior de ellas se mueven. Las quinceañeras se hacen quinceañeras, aprenden a usar esos vestidos y a sacárselos, a renegar porque sus bustos no logran llenar el espacio reservado por las modistas, o incluso por los gramos que sobran en sus cinturas y resaltan en el vestido prestado. Las familias se endeudan cuando los recursos son insuficientes y se “tira la casa por la ventana”, como ilustró una fotógrafa entrevistada por Mariela Chervin, profesora de Historia e integrante del programa de investigación “Subjetividades y sujeciones contemporáneas” del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.

Ante este cuadro, las empresas reinventan adminículos para aportar originalidad a estas reuniones. Es el caso de vinchas con minicámaras filmadoras para que las homenajeadas las porten como coronitas y todo cuanto vean se proyecte en vivo en pantallas gigantes. Es la retroalimentación de una experiencia que tiene como protagonistas a jóvenes cibernetizados y tecnologizados. Al Estado, por su parte, le corresponde regular los consumos y definir los horarios en que los jóvenes –y en este caso, también adultos– deben retirarse a dormir.

“En la ciudad de Córdoba, las fiestas de quince años constituyen una de las “opciones” que se les presentan a las adolescentes, entre viajes a Disney World, cruceros a Punta del Este o Brasil, una moto o una operación de aumento de busto”, señala la investigadora.

Su interés por las fiestas de quince años surgió en el cruce de las preguntas que se formulan en el equipo de investigación sobre qué hacen las personas cuando festejan, cómo se divierten y su experiencia docente en escuelas secundarias. “La dimensión del divertimento ha sido un tanto descuidada en los análisis de prácticas sociales, aun para aquellas que los sujetos mismos reconocen como rituales y fiestas”, agrega. 

Laura Lencina / UNCiencia

En su estudio “Hacerse mujer. Las fiestas de 15 años y la construcción performativa de las subjetividades adolescentes”, estos festejos -y sus preparativos- son abordados de modo etnográfico: busca observar y describir lo que sucede, como en un cuaderno de notas en progresión constante, sin agotar los sentidos posibles o proponer conclusiones cerradas. “Es difícil pensar en conclusiones, porque lo que intentamos es más que todo describir esos modos de hacer. Lo que sí podemos decir es que en la puesta en marcha de las fiestas de quince años se entrecruzan y hacen género, clase, familia, mercado, Estado, juventud y generación”, asegura Chervin.

De nena a mujer

Para explicar la manera en que las fiestas de quince “hacen género”, Chervin toma los aportes conceptuales de Judith Butler, teórica norteamericana que plantea que las “normas reguladoras de sexo/género se citan infinidad de veces constituyendo de manera performativa los cuerpos que regulan”.

En ese sentido, el género es resultado de estas citas reiteradas que actúan dando forma y construyendo cuerpos. “Las fiestas de quince años son portadoras de estas citas, en tanto recuerdan a las quinceañeras que son o deben devenir en mujeres, que quienes optan o se ven “obligadas” a festejar con fiesta, deben usar un vestido, maquillarse, peinarse, usar zapatos de taco, deben destacar a partir de estas cuestiones asociadas directamente con un tipo particular de femineidad”, destaca.

Escenas, cosas y actores

El estudio subraya algunos aspectos vinculados a las fiestas de quince, que se repiten y renuevan en cada celebración y adquieren diversos significados y sentidos:

La escena. Las fiestas de quince se convierten en “teatros” donde se ponen en escena personas, objetos, relaciones, colores, comida, música, vals, decorado, souvenirs, baile, fotos, video. “Como todo ritual, o cualquier práctica social entendida como tal, existen elementos estereotipados, repetidos”, explica la investigadora y agrega que la tensión entre esa especie de “estructura común” o “esqueleto” y la búsqueda de lo original es constitutiva de estas fiestas.

La acción y sus protagonistas. En su experiencia como observadora, Chervin advierte la existencia de “un océano de actores” involucrado en el evento. Por el lado familiar, padres, madres, tíos, tías, madrinas y padrinos, abuelos y abuelas, hermanos y hermanas, parientes lejanos que se ven con poca frecuencia, familias ensambladas, en todos los casos, presentes o fallecidos, a cada quien le toca alguna tarea o es excluido de la misma, con las consecuencias correspondientes para cada caso.

También intervienen las empresas o los teen o wedding planners, que esquematizan y marcan los tiempos de la fiesta: cuándo es el momento del vals, del baile, de cenar, de llorar, de reír, de ver el video “de chiquita a grande”. A esto se suma un ejército de personas encargadas de actividades puntuales, como “artistas contratados para animar las fiestas, fotógrafos y camarógrafos, cocineros, mozos, dj´s, personal de limpieza, choferes si se alquilan autos antiguos para llevar a las quinceañeras al salón, diseñadores de tarjetería y souvenirs, barras de tragos, seguridad privada.” Por último, el Estado: las regulaciones municipales para salones de fiesta y boliches determinan en parte los horarios, volúmenes y consumos habilitados para estas celebraciones.

Profesionalmente organizado
Desde hace tiempo se organiza en la ciudad de Córdoba la feria  “ExpoNovias”, que incluye el mercado de fiestas de quince años. Más recientemente se ha implementado otra feria anual especialmente destinada a “los quince”, denominada “ExpoTeens”, o “ExpoQuince”. En estos espacios, diferentes empresas ofrecen sus servicios de catering, cotillón, sonido e iluminación, alquiler de salones de fiesta, modistas, gráfica, fotografía, animación y organización, entre otros. Este mercado crece acompañando también la profesionalización de la organización de eventos que se ofrecen en la modalidad de tecnicaturas y formación profesional en institutos terciarios de la ciudad.

Recursos   |   Descargar las imágenes en alta resolución