Estudian cómo los bebés ciegos ubican los sonidos y sus reflexiones

Los bebés y niños ciegos de corta edad podrían procesar la información espacial contenida en las reflexiones del sonido de manera más eficiente que los pequeños con visión normal. Esto indicaría que el desarrollo de la habilidad para localizar sonidos directos y reflejados no depende necesariamente de experiencias visuales. El dato surge de un estudio pionero que apunta a profundizar el conocimiento sobre la “ecolocación”, la habilidad humana de localizar objetos a través de los ecos. [25.02.2015]

Por Josefina Cordera
Redacción UNCiencia
Prosecretaría de Comunicación Institucional – UNC
josefinacordera@unc.edu.ar

Las afirmaciones se desprenden de un estudio que analizó el comportamiento de 6 niños ciegos (sin otra patología, de entre 7 y 36 meses de edad), y de otros 45 chicos con visión normal (de entre 6 y 18 meses de edad) al escuchar sonidos y los ecos –más precisamente, las reflexiones– que estos producen.

Se trata de un trabajo pionero, realizado por Mercedes Hüg, docente e investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Apunta a profundizar el conocimiento sobre el desarrollo temprano de fenómenos auditivos posiblemente involucrados en la habilidad humana de “ecolocar”, esto es, localizar objetos a través de ecos, una destreza crucial en la vida de las personas con discapacidad visual.

La relevancia del estudio radica en que generalmente estos fenómenos se estudian en adultos. Son pocos los análisis disponibles sobre aspectos evolutivos de la audición espacial en niños con visión normal y más escasas aún las investigaciones con niños ciegos.

Este trabajo se inscribe en la línea de investigación en ecolocación que dirige Claudia Arias en el Centro de Investigación y Transferencia en Acústica (Cintra), una unidad asociada del Conicet en la Universidad Tecnológica Nacional. Allí estudian la ecolocación humana y otros fenómenos de audio percepción-acción sin claves visuales, con el objetivo final de enriquecer programas de entrenamiento en orientación y movilidad destinados a personas con ceguera.

Orientarse a partir del sonido

La ecolocación implica autoproducir sonidos, como clics con la boca o golpeteos con el bastón, que generan reflexiones cuando encuentran objetos en el ambiente, por ejemplo una pared. Esto permite, sin utilizar la visión, detectar, localizar y reconocer elementos que no pueden verse. Es una habilidad que poseen todos los seres humanos y de suma importancia para las personas ciegas en su vida cotidiana, porque les permite orientarse en el espacio y desplazarse con independencia.

En la investigación con los pequeños, se analizó la percepción de un fenómeno denominado “efecto precedente”, supuestamente involucrado en la ecolocación. ¿En qué consiste? Hüg explica que los seres humanos pasamos la mayor parte del tiempo en ambientes cerrados, donde el sonido se propaga en diferentes direcciones y se refleja en objetos, paredes y techos. El efecto precedente es un fenómeno de fusión auditiva, inconsciente, descripto como mecanismo supresor de ecos, que permitiría al individuo reducir la influencia de los sonidos reflejados y localizar con precisión las fuentes sonoras primarias, que en la mayoría de los casos son las de mayor relevancia: por ejemplo, localizar un llamado de atención y no sus reflexiones.

“Investigaciones recientes demostraron que la información contenida en el sonido reflejado no se suprime, sino que se preserva. Por lo cual, bajo ciertas condiciones, es posible extraer información sobre la presencia, posición y distancia de las fuentes sonoras secundarias. Precisamente este aspecto del efecto precedente es el que podría estar involucrado en situaciones de ecolocación”, plantea Hüg.

La técnica de la prueba

Para llevar a cabo la experiencia, se implementó una prueba –especialmente diseñada en base a un único antecedente internacional– que evaluó la habilidad para discriminar cambios en la posición de sonidos.

Se utilizó una herramienta de investigación llamada Sistema de Posicionamiento de Altavoces (SPA) especialmente construida en la línea de investigación. Consiste en un semicírculo con tres parlantes, uno fijo en la posición central y dos laterales que se movían en tándem. Durante la prueba, el niño permaneció sentado en la falda de su madre o padre enfrentando el SPA, que se encontraba oculto detrás de una cortina (ver infografía).

Los niños debían discriminar cambios en la posición del sonido (izquierda–derecha) en dos situaciones: una en la que solo se simulaba el sonido directo (sin efecto precedente) y otra en la que se reproducía el sonido directo y su reflexión, pero separados por un breve retardo de tiempo (con efecto precedente). En algunos casos la información sobre el cambio de posición estaba contenida en el sonido directo, y en otros se encontraba en el sonido reflejado.

Se analizó el giro de cabeza y toda otra respuesta motora direccional espontánea que el niño realizara cuando los sonidos cambiaban de ubicación. Como eran muy pequeños y con discapacidad, sus respuestas fueron evaluadas aplicando el procedimiento psicofísico “basado en el observador”. Así, observadores entrenados juzgaron de manera independiente la dirección del cambio izquierda–derecha, tomando solo en cuenta las respuestas motoras direccionales infantiles (por ejemplo, inclinar el torso de manera lateral, entre otras). Las respuestas correctas de los niños eran reforzadas mediante la activación de un juguete musical.

Sistema de posicionamiento de altavoces utilizado en la investigación
Infografía - Sistema de posicionamiento de altavoces
En la imagen se puede observar la disposición de los altavoces utilizados en la prueba. Se presentaban sonidos desde el parlante central fijo que luego cambiaban aleatoriamente al parlante móvil de la derecha o de la izquierda, según diferentes configuraciones. Los reforzadores eran cajas de acrílico de color oscuro, traslúcidas, que contenían un muñeco mecánico musical. Cuando el niño se orientaba correctamente en la dirección del cambio (izquierda–derecha), el reforzador se activaba.

Resultados de la experiencia

Los niños ciegos lograron umbrales similares a los niños con visión normal de edad semejante en las condiciones más fáciles. En la condición más difícil –cuando la información sobre la posición provenía del sonido reflejado–, los niños ciegos fueron mejores, percibieron cambios más pequeños. Como se dijo, esta última condición está supuestamente involucrada en la ecolocación porque implica extraer información direccional de sonidos reflejados.

“Esto sugiere que a edades tempranas los chicos ciegos podrían procesar la información espacial contenida en las reflexiones de forma más eficiente en comparación a quienes tienen visión normal. Probablemente, esto se deba a procesos de aprendizaje implícito que ocurren desde etapas tempranas del desarrollo”, comenta Hüg. Ambos resultados implicarían que el desarrollo de la habilidad para localizar sonidos directos y reflejados no depende de experiencias viso-espaciales tempranas.

Actualmente, Hüg estudia los patrones de exploración auditiva espontánea que los pequeños utilizan en situaciones de locomoción cotidiana, con el objetivo de avanzar en la construcción de una perspectiva teórica sobre el desarrollo de la ecolocación en la infancia. El abordaje es longitudinal y se trabajará en el entorno familiar de niños ciegos en edad preescolar. La iniciativa  pretende aportar al proceso de enseñanza – aprendizaje de la orientación y movilidad para niños pequeños con discapacidad visual.

El rol de los observadores
La experiencia del procedimiento basado en observador resultó interesante para los autores del estudio. “Tradicionalmente en los estudios de localización sonora con niños con visión normal se considera solo la respuesta de giro de cabeza para enfrentar la fuente de sonido con el rostro. El procedimiento elegido nos permitió tomar en cuenta otras respuestas motoras direccionales, que de otra manera hubieran sido desestimadas”, detalla Hüg.
Con esta técnica se observaron conductas de orientación auditiva específicas del grupo de niños ciegos que no se registraron en niños con visión normal, como mover los ojos hacia la fuente sonora y no la cabeza, inclinarse hacia un costado y girar la cabeza para enfrentar la fuente sonora con el oído, como si “miraran” con el oído.
Según afirma la investigadora, se conoce muy poco sobre esta última conducta, que no suele ser considerada como un comportamiento de localización auditiva. “En ocasiones es interpretada como falta de interés o rechazo del niño ciego hacia, por ejemplo, la persona que le habla”, explica.
Otros estudios
Dentro de la misma línea de investigación interdisciplinaria se llevan a cabo otros proyectos que buscan realizar aportes teóricos y experimentales al estudio de fenómenos de audio percepción-acción sin claves visuales: análisis de estrategias de coordinación sensoriomotora realizadas para localizar y reconocer objetos auditivamente, percepción del espacio corporal de la música en músicos y no músicos ciegos y con visión normal, conocimiento sensoriomotor en participantes bailarines y no bailarines de murga, audiojuego interactivo para usuarios ciegos y con visión normal, diálogos interdisciplinares en estudios sobre ecolocación humana y robótica.

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